Una procesión magna sin apreturas y helados
La procesión de clausura del congreso de hermandades estuvo marcada por el intenso frío y una moderada presencia de público que hizo que moverse fuera relativamente fácil
La Magna de Sevilla en directo: Comienza a entrar la Virgen de los Reyes en la Catedral
La procesión de clausura del II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular (no la llamen magna) cumplió con las expectativas generadas. Al menos, en lo referente al ramillete de momentos y estampas únicas que quedarán para el recuerdo. Que pregunten por Lora. El intenso frío marcó la esperada cita desde su inicio. Las autoridades lo pasaron mal en la tribuna de la Maestranza. Allí estaban el arzobispo de Sevilla y gran mentor de la procesión, monseñor José Ángel Saiz Meneses; el nuncio apostólico, el simpático Bernardito Auza, que lleva casi una semana en Sevilla disfrutando de sus tradiciones y hermandades; y el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno. Los tres tuvieron que recurrir al abrigo. Si algo faltó en la magna fue una mayor presencia de público. Lo hubo, claro que sí. Llenó las calles, por supuesto, pero estaban aforadas en su mayor parte. No fue muy distinto en este sentido a un Domingo de Ramos. De hecho, hemos vivido jornadas mucho más complicadas en el arranque de la Semana Santa.
Hace unas semanas, el Ayuntamiento estimaba que en torno a un millón de personas podrían disfrutar de la procesión en vivo. Nada más lejos de la realidad. Esta cifra se tornó demasiado optimista. Tal vez fuera el intenso frío; o los repetitivos mensajes que dejaban entrever que uno iba a la guerra más que a ver una procesión en la que participaban ocho de las devociones más importantes de la Archidiócesis de Sevilla, y por ende, del universo cofradiero; o que Canal Sur realizó un despliegue sin precedente que cubrió todo el recorrido y que regaló unas imágenes bellísimas tanto del cortejo como de la propia ciudad. Seguramente fuera una suma de estas tres variables.
No sólo se echó en falta más público ayer. También más bares y restaurantes abiertos. Aquí también hubo psicosis. Muchas decidieron no abrir sus puertas por las restricciones impuestas. En esto también habrá que hacer una profunda reflexión, puesto que el puente de la Inmaculada suele ser uno de los más concurridos y onerosos para ellos.
Con un cielo azul purísima, el magno cortejo comenzaba a salir a las 4 en punto de la tarde por la Puerta de los Palos de la Catedral. Como en las grandes ocasiones, los niños carráncanos de la Sacramental del Sagrario se situaban abriendo paso. A esta hora, el público presente en las sillas de la Plaza de la Virgen de los Reyes, y los periodistas apostados en el atrio, comenzaban a entender por qué a esta privilegiada zona de la ciudad se la conoce popularmente como “mata canónigos”. Cuando salió la Macarena, más de tres horas después, algunos de los presentes buscaban con insistencia un caldito o un reparador chocolate con sus calentitos.
La Patrona de Sevilla y su Archidiócesis se ponía en marcha con su nueva tumbilla. Primorosa. No fue esta la única novedad del paso. Discretos entre los agosteños mazos de nardos se colocaron unas pequeñas luces led para que se pudiera contemplar con nitidez a la imagen cuando el día diera paso a la noche. Otra novedad con respecto al 15 de agosto fue la cercanía de la música, en este caso de la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla.
Mientras salían los pasos por la Puerta de los Palos, en el interior de la Catedral se sucedían los momentos de interés. El más emocionante volvió a ser el saludo entre las dos Esperanzas. Era la de Triana la que se acercaba en esta ocasión a la Macarena cuando se disponía a emprender su camino. Manigueta con manigueta. La Salve Regina, como en 1995, y lágrimas por doquier. Afortunadamente, en esta ocasión quedarán muchos más testimonios gráficos que hace 30 años. Salvo la Virgen de los Reyes que salió directamente desde el Altar del Jubileo, todas las imágenes realizaron los protocolarios saludos a la Virgen del Socorro y al Santo Crucifijo de San Agustín, presentes en la Catedral por la exposición organizada por el Congreso.
Las salidas de la Catedral fueron pausadas, hasta el punto que se acumularon hasta 25 minutos de retraso. Un tiempo que fueron recuperando en el camino hacia la Torre del Oro. La Macarena terminó de pasar ante la Virgen de los Reyes en torno a las 21:50.
Entre las estampas para recordar que dejó la procesión de clausura una de las principales fue la de ver al Señor del Gran Poder en el paso con la túnica más neomudéjar que persa. Alfa y Omega y corona de Rey de Reyes. Sólo en tres ocasiones la había lucido: en su estreno en 1908, en 1920 y en 1939 en la procesión extraordinaria por el fin d la Guerra Civil. Qué majestad la del Señor. Esperemos no tener que esperar otros 85 años.
De la arrolladora personalidad de la Esperanza de Triana hay poco más que añadir. Es digno de admiración cómo se cuida cada detalle en la calle Pureza. Una devoción, la de la Esperanza, cimentada a base de autenticidad y de no perder su sello, si no todo lo contrario, de llevarlo al extremo. El público vibró con cada chicotá de la Dolorosa castiza.
Lo de las vírgenes de la provincia fue otra historia. Cuántos recuerdos y sensaciones se habrán llevado a Utrera, Dos Hermanas y Lora del Río. Cada una en su estilo dio lo mejor de sí. Quizás la que más llamó la atención fue la de Setefilla, la Serranita Hermosa, por sus particularidades. Armaron el taco como se suele decir y conquistaron a muchos.
El Cachorro volvió a dejar su impronta y dio una lección de cómo hacer las cosas con mimo. Cuidadísimo una vez más el repertorio musical. Y la Virgen de la Esperanza. La Macarena, la Virgen que acelera los corazones, cerró el magno cortejo. Menudo maratón el de la Macarena desde la salida en la medianoche del Día de la Inmaculada.
Apenas había terminado de pasar la Rosa de Oro de la Cristiandad por el recorrido oficial, la Virgen de los Reyes emprendía su apresurado camino a la Catedral para entrar cerca de las 23:30. El Señor del Gran Poder fue el primero en recogerse, en torno a las 21:30. Luego lo ha hecho Setefilla en San Andrés, con bastante antelación. Las hermandades hicieron un enorme esfuerzo para cumplir con los horarios y todas las recomendaciones de seguridad de la organización. Los regresos de las Esperanzas volvieron a ser multitudinarios.
Tardaremos tiempo en digerir lo vivido. Le costó a Sevilla organizar su procesión magna (aceptemos pulpo aunque sólo sea por cuadrar los titulares). Había que encontrar el motivo idóneo. Concreto. Con sentido para que no fuera un simple reclamo turístico. Lo encontró el arzobispo en la clausura del II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular. Sevilla lo puso todo de su parte. Impecable fue la organización. Las imágenes resultaron sublimes. Lástima que muchos por temor a las aglomeraciones que no fueron se lo perdieran.
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