Los primeros del Tiro de Línea
El Lunes Santo 31 de marzo de 1958, la nueva cofradía salía por primera vez llevando a cabo toda una proeza
Dos de los protagonistas rememoran aquellos inicios
Una gesta insuperable. La Hermandad de Santa Genoveva está de celebración. Se han cumplido 75 años de la fundación de la Hermandad Sacramental, que posteriormente se fusionaría con la cofradía de penitencia creada en 1956. Fue la del Tiro de Línea la primera corporación que se creaba en un barrio tan alejado del centro, con un recorrido larguísimo que puso a prueba a sus jóvenes pero ilusionados nazarenos en aquella primera salida del año 1958. El barrio y la hermandad fueron creciendo en aquellos años en torno a la devoción al Cautivo y la Virgen de las Mercedes, jugando también un papel muy importante en su conformación los militares que entonces se instalaron en los terrenos próximos a las fábricas. De aquella primera salida queda el recuerdo de una jornada lluviosa, muchos nervios, unos pasos a medio hacer, un gran recibimiento en la Campana, o un camino de vuelta interminable, pero junto a miles de fieles y devotos que desde entonces caminan tras los pasos del Cautivo y su madre de las Mercedes.
El barrio de Tiro de Línea en los años 50 del pasado siglo era extremo. La vía del tren de Cádiz partía en dos sus calles todavía por urbanizar en su mayoría. Sus vecinos comenzaban a ser en su mayoría familias de militares vinculadas a las muchas fábricas existentes, como la Cross o Artillería, o al popular regimiento Soria 9. Uno de esos jóvenes que se apuntó a la hermandad desde el primer momento fue Ignacio Carrizosa Esquivel, el mayor de una familia de diez hermanos, cuyo padre era uno de esos militares. “Surgió una reunión de capillitas y decidieron fundar una hermandad. Nos apuntamos muchos de mis amigos y vecinos. Algunos de los que se inscribieron eran militares, oficiales y suboficiales de los que vivían en los pisos que se hicieron allí. Mi padre fue hermano también, aunque no era muy aficionado a pertenecer a juntas de gobierno”.
La hermandad de penitencia se funda en 1956, y en octubre de 1957 estalla la Guerra de Ifni que llevó a muchos de los hermanos del Tiro de Línea a combatir en África. El Soria 9 fue uno de los regimientos enviados desde Sevilla. Cuando regresan un año después ya se había producido la primera salida de la cofradía. “Yo salí como unos cuatro años, hasta que me fui a estudiar a Madrid. La primera vez, en el primer tramo del Señor. El último año iba cerrado los de la Virgen”, cuenta este catedrático de Química jubilado que se confiesa devoto de la Virgen de las Mercedes.
Los recuerdos de aquel año son los de un regreso muy cansado, un primer capirote arrugado por el agua, o un cirio partido por el excesivo celo al sujetarlo: “Me ocurrió esa anécdota. Era la primera vez que yo salía de nazareno. Los cirios eran en gran parte de parafina y yo lo llevaba siempre agarrado por el mismo sitio y se me fue fundiendo. Se quedó como una alcayata. Como entonces no había para sustituirlo, me dejaron con medio cirio. Cuando llegamos al barrio de vuelta ya era de noche y el celador para llamarme la atención me decía ‘el de la mariposa”.
La vinculación de la corporación con los militares también se veía reflejada en la visita a la Capitanía General durante el regreso. “La Paz hacía un recorrido muy bonito por la Plaza de España, con focos que la iluminaban y los músicos tocando desde una de las torres. Nosotros quisimos hacer lo mismo, pero no quisieron los del Porvenir, así que la procesión pasaba bajo los arcos de la entrada a la Capitanía General por la Borbolla. Teníamos nuestro momento y éramos recibidos por el capitán general Castejón y su mujer Mercedes Paz, que dio nombre a la Virgen”, comenta.
La familia Carrizosa Esquivel, “sin ser del club capillita”, siempre ha seguido vinculada al Tiro de Línea. Durante más de una década también como vecinos. Los Lunes Santos no faltan a la cita con la salida de su hermandad. “Nos reunimos todos y tenemos calculado el tiempo que hay entre que sale el Cristo y la Virgen para ir a tomarnos una cerveza y una tapita al bar de Benito”, otro de los recuerdos de aquellos felices años.
A sus casi 90 años, Julián Hernández Naranjo fue uno de los protagonistas de la creación de la hermandad y de su primera salida. No en vano, ostenta el número 1 de la nómina. “Yo tenía 27 años. Era de los más jóvenes de aquella junta de gobierno de la que sólo quedamos Antonio Lerate, que es dos años más joven, y yo”. Cuenta que la inquietud por crear una cofradía ya existía desde que eran pequeños, cuando sacaban una cruz de mayo. Pero fue en el seno de la Adoración Nocturna cuando nació el embrión de la futura hermandad que, tras un primer intento en 1949, se funda en 1956: “La ilusión de los militares fue una catapulta. Ayudaron mucho. Los vecinos colaboraron y se apuntaron en gran número. Yo recuerdo mucho a Manolo Arroyo, que era el que sabía de cofradías y fue fundamental en aquellos momentos”.
La primera salida fue inenarrable, recuerda, tan sólo dos años de la fundación: “Nos decían que estábamos locos”. Pero aquel Lunes Santo amaneció pasado por agua. “¡Fíjate que dolor más grande con la ilusión que teníamos! Llegó la hora de la salida y seguía lloviendo. Se pidió un prórroga, pero salimos y llegamos a nuestra hora a la Campana. Todo el público estaba de pie. Y nosotros llorábamos bajo el antifaz. En el regreso íbamos acompañados por muchísimas personas, no sólo del barrio. La entrada fue apoteósica. Aquella noche no pude dormir”.
Julián, que también presume con orgullo de ser el socio número 2 del Sevilla F. C., recibió hace poco un bonito homenaje en la hermandad, a la que sigue acudiendo, aunque ahora con el coronavirus ha tenido que dejar de hacerlo. “El quinario lo pude ver entero en la televisión”.
Su vida está ligada emocionalmente al Tiro de Línea y al Lunes Santo, aunque meses antes de la primera salida se mudó a Los Remedios. Tanto es así que en el año 1966, cuando salía la cofradía nació uno de sus hijos. En el año 1999, el dio un amago de infarto el Sábado de Pasión. Ingresado en la UCI, el Lunes Santo estaba escuchado la salida de la hermandad por la radio: “Entró mi mujer en la UCI y se me escurrió el auricular. Luego me enteré que la primera levantá me la dedicaron a mí y a un muchacho que también estaba malo. Menos mal que no lo escuché, porque me hubiera dado algo. Fue un milagro”. De la hermandad sólo tiene buenas palabras y asegura que han tenido la suerte de tener siempre unas juntas de gobierno y unos hermanos mayores muy buenos.
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