Así fue el primer gran milagro del Cristo de San Agustín: 500 años de historia
Historia
Fue un 25 de marzo de 1525 cuando despertó el potente arraigo popular del que antaño gozó esta imagen
Ocurrió allá por el humilladero de la Cruz del Campo y guarda relación... Con la lluvia
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Medio mileno de una jornada muy destacada en la historia de la religiosidad popular hispalense, y que se ha conservado a pesar de la maraña del tiempo y de los siglos. Este 25 de marzo se cumplen quinientos años de la primera rogativa de la que se tiene constancia de todas las que ha protagonizado el Santísimo Cristo de San Agustín, emblemática devoción de la ciudad y que hoy día recibe culto en la parroquia de San Roque, no muy lejos de donde fue venerado en tiempo por cientos de sevillanos. Además, se conmemora también el primer gran milagro que hizo en la ciudad, y que motivó un crecimiento insospechado de su devoción, aunque el más conocido fue el de la peste de 1649.
La referencia única y más nítida que se conserva la formuó el abad Alonso Sánchez Gordillo en su libro “Memorial de religiosas estaciones que frecuenta la religiosidad sevillana” un siglo más tarde. En 1525, un año antes de la boda del emperador Carlos I de España con Isabel de Portugal en el Alcázar, Sevilla padecía un prolongado episodio de sequía que amenazaba con una reducida producción agrícola. "La escasez de agua se correspondía con un encarecimiento de los productos básicos, y había mucha hambre, pobreza e incluso enfermedad, llegando a ser algo fatídico para la población. Esta rogativa se realizó a instancias de la comunidad agustina, ya que todavía el Santo Cristo no contaba con la devoción generalizada de la ciudad, ni la estrecha relación que posteriormente tuvo con el cabildo municipal", señala Antonio Flores, uno de los principales historiadores de este crucificado.
Aquella rogativa se llevó a cabo el 25 de marzo, festividad de la Encarnación, y se decidió organizar una procesión por el actual barrio de la Calzá hasta la Cruz del Campo, donde se realizaba estación. "Salió la comitiva con el cielo completamente despejado, y a mitad del recorrido ocurrió un hecho que las personas que asistieron lo consideraron un milagro, y es que apareció encima de los Caños de Carmona un niño que gritaba repetidamente: '¡Misericordia, Señor nuestro!', sin saber cómo había logrado subir ni por dónde, ya que se encontraba a una altura considerable, sobrepasando los diez metros, y era prácticamente imposible llegar de repente a ese punto por la distancia que había del principio y fin de la cañería del agua por donde se subía", apunta Flores. Unos instantes después, el cielo se nubló y cayó un voraz aguacero, cuya intensidad obligó al cortejo a refugiarse en la ermita que se encontraba al lado del humilladero, donde dejaron al Santo Cristo aquella noche y otro día más porque no paraba de llover.
Desde aquel entonces comenzó a crecer de manera considerable la devoción del Señor, instituyéndose dos años más tarde la cofradía de nobles, mientras la capilla se llenaba de exvotos y lámparas de plata. Por tanto, el 25 de marzo es una jornada muy destacada en la historia de este crucificado, prácticamente la más importante del año, puesto que el Cristo se descubría para que fuera venerado (recordemos que la imagen estaba reservada por un cortinaje y solo se le visitaba los viernes y días señalados) y los sevillanos acudían para ganar el jubileo. La siguiente rogativa que se ejecutó, en 1566, tuvo lugar también este día, por lo que el 25 de marzo se conformó como la procesión anual del crucificado. Quinientos años, marzo, varios días de lluvia... Como si no hubiera pasado el tiempo.
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