Procesión de regreso de la Virgen del Socorro tras la exposición Fons Pietatis en la Catedral / José Luis Montero

Parece que el frío no se quiere perder ninguna de las salidas, traslados o procesiones que están ocurriendo en la ciudad desde el pasado mes de noviembre. La mañana del 21 de diciembre, el primer día de invierno, no iba a ser una excepción. Gélidos estaban los rostros de quienes -sabiéndolo o no- esperaban el palio de la Virgen del Socorro pasadas las nueve de la mañana en la Plaza de la Virgen de los Reyes. Un grupo de turistas japoneses intentaban enterarse de las explicaciones de una señora sobre lo que iba a pasar, por qué había tanta gente con traje de chaqueta, andando en fila y con un cirio en la mano, unos 400 hermanos formaban el cortejo. Ella hablaba en inglés, ellos solo sonreían y asentían, sin saber muy bien qué quería decir hasta que empezaron a sonar las campanas de la Giralda, con todo su brio y, tras el repiqueteo del bronce, Sevilla cofradiera. En ese momento, como si entendieran lo que quería explicarle la señora, solo miraban y grababan con el móvil. Desde el primer varal del palio del Socorro hasta el último músico de Las Cigarreras. No hicieron falta más palabras. Solo mirar.

El limpio azul del cielo se colaba a través del techo de palio dándole a la dolorosa que cierra el Domingo de Ramos otra luz, una muy dulce y serena. De pronto, parecía que hacía menos frío porque las manos salieron de los bolsillos de los chaquetones, los cuellos dejaron de estar enterrados en las bufandas. Había algo de primavera mientras pasaba el palio.Las flores preparadas por Grado donde las rosas blancas se unían al abeto y a los toques dorados en un guiño a la Navidad, fueron moteadas con alguna petalada.

Conforme iba avanzando la mañana, se sumaba más público, tanto que incluso hubo alguna bulla en Placentines, quizá por añoranza del Domingo de Ramos. Entre la gente esperando el palio, muchos niños. Sobre todo en el entorno del Salvador. Esa cantera que es la Borriquita y que mira con devoción a la Virgen que va detrás del Amor crucificado.

La Virgen del Socorro bajo la iluminación navideña camino de la Colegial del Salvador.
La Virgen del Socorro bajo la iluminación navideña camino de la Colegial del Salvador. / José Luis Montero

Con un caminar lento, queriéndose y gustándose en cada marcha que Las Cigarreras iba encandenando: Procesión de Semana Santa en Sevilla por la calle Cardenal Carlos Amigo, Coronación Macarena, Valle de Sevilla y El Amor Crucificado en la Cuesta del Bacalao, Virgen del Valle en Francos... y así hasta llegar a la rampa del Salvador con Jesús de las Penas rompiendo la azulada mañana ya csi de Navidad. Una rampa que ha sido utilizada por más pasos en algo más de un mes que en toda la Semana Santa pasada por agua de 2024. La Virgen de Valme hace algo más de una semana, antes el Socorro en su traslado a la Catedral y, mañana, 22 de diciembre, por la Virgen del Rocío.

El 21 de diciembre abre y cierra con dos muestras de devoción popular a la hora de pedir asilo y protección. Esta tarde, a partir de las 20:15, el Cristo de San Agustín volverá a San Roque en una estampa que no se repite desde hace casi un siglo. Irá en un paso, en esta ocasión el del Cristo de la Misericordia de Santa Cruz. El recorrido está cargado de simbolos como la visita a las religiosas agustinas, la parada en la iglesia de San Esteban o el paso por la puerta del refectorio del antiguo convento de San Agustín, actualmente en obras para convertirlo en un hotel. En un año donde se celebraa el 375 aniversario del voto que formuló la ciudad en agradecimiento por la intercesión del Santo Crucifijo, que es como se le conoce en su collación, durante la epidemia de peste de 1649.

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