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Nuevos nombres para el callejero sevillano

El primer crucificado de la Semana Santa de 2023 ya está en su paso

Se trata del Cristo de la Salud de la Hermandad de la Carretería

La corporación ha celebrado recientemente los cultos a sus titulares

La Carretería el Viernes Santo: El Cristo de la Salud en la calle Rodo

El paso de la Carretería en la capilla de Varflora / Pablo Matoso

Cuando faltan exactamente treinta días para el Viernes Santo, la espera ofrece síntomas de estar poco a poco consumándose. Aunque aún nos restan infinidad de instantes claves para seguir exprimiendo la Cuaresma, en el horizonte se nos divisa una Semana Santa en pleno proceso embrionario.

En una fotografía de Pablo Matoso, compartida por los compañeros de El Cabildo, observamos que el Santísimo Cristo de la Salud, de la Hermandad de la Carretería, ya está sobre su paso procesional, que se alza imponente en el centro de la capilla de la antigua calle Varflora. Aparece acompañado de los dos ladrones, Dimas y Gestas, que completan de manera esencial este calvario.

El Cristo de la Salud sobre su paso procesional / Pablo Matoso

Aún faltan por "subirse" al paso el resto de imágenes secundarias y la Virgen de la Luz, titular también de la corporación, pero los indicios son claros: esto ya está aquí.

El paso de la Carretería

Fue concertado en 1919 para su estreno al año siguiente, pero no pudo terminarse a tiempo y ese año y los dos siguientes la hermandad realizó la estación tan sólo con el paso de palio. Se estrenó en el año 1922. Sus líneas ortodoxas son clásicamente góticas por su hojarasca de hojas de cardo, sostenidas por una gruesa soga anudada, en caoba en su color. Se le ha catalogado como “de actitud barroca y presencia gótica”. El artista que lo ejecutó fue Guillermo Muñiz. En un principio se pensó en dorarlo, pero no hubo tiempo antes de la primera salida. Y agradó tanto al verlo en la calle, que se desechó la idea.

El canasto tiene forma abombada en la parte de la hojarasca citada y los respiraderos siguen el mismo estilo y color. En las esquinas de la parihuela se encuentran cuatro angelotes portadores de símbolos de la Pasión: clavos, flagelos, esponja y lanza, muy vistosos, con los ojos pintados sobre la madera y vestiduras de amplios pliegues, probablemente los concertados en el contrato de 1677. Según los expertos fueron tallados por Cristóbal de Guadix y Luis Antonio de los Arcos o quizás por su esposa la Roldana.

Las seis patas terminan en unas garras metálicas como de rapaces o dragones, que se asientan sobre el pavimento. La iluminación del paso corre de cuenta de cuatro candelabros, uno en cada esquina, con ochos luces y otros dos en cada costero con tres luces en cada uno, todos con sus correspondientes guardabrisas. En total, son 44 luces procedentes del paso estrenado en 1844. Son de forja en hierro plateado.

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