Los pregones perdidos de la Papelería Ferrer
Retahílas
Juan Miguel Vega, pregonero saliente, guardó una carpeta que llama “de Renato Descartes”
Contiene reflexiones relacionadas con Milan Kundera y Paul Auster, dos de sus autores de cabecera
No hay que fiarse de los canguros

Como por arte de magia, la caja con la palabra Pregones de la Papelería Ferrer se había evaporado. Extravío que sonaba a Romero Murube, que fue pregonero. Los pregones perdidos de esta tienda fundada en 1856, cuando Sor Ángela tenía diez años y Gustavo Adolfo Bécquer frisaba los veinte. ¿Nuestro gozo en un pozo? Al contrario. Era el mejor pretexto para hablar con Juan Miguel Vega (Sevilla, 1962) en sus últimas horas como pregonero saliente de dos especies volátiles: los pregoneros inéditos y lo que este heraldo de la Semana Santa de 2024 llama “la carpeta de Renato Descartes”.
Una carpeta que ocupa 17 folios en formato Word del material sobrante del pregón que pronunció el 17 de marzo del año pasado en el Teatro de la Maestranza, santuario de la cultura al que llegó después de rezarle al Cristo del Amor en la Colegiata del Salvador. En esa carpeta, Juan Miguel Vega tiene a dos autores que le ayudaron a divagar sobre su particular ciudad de la Gracia: Milan Kundera (1929-2023) y Paul Auster (1947-2024). ¿Qué relación tienen con trabajaderas y pertigueros estos dos iconos de la cultura editorial?
“Cuando empecé a escribir el pregón, hice un ejercicio de psicoanálisis, remontándome a cuando me preguntaba qué quería hacer de mí en esta vida”. Entre sus sueños, figuraba el de ser un famoso escritor que se fuera a vivir a París, como Kundera. Hijo de un trianero, Juan Vega, y de una sevillana de la Cruz del Campo, Dolores Leal, su padre le dio un consejo que tiene mucho que ver con Paul Auster. “Mi padre siempre me decía que no me fuera de Sevilla, que como aquí no se vivía en ningún sitio”. Al cabo de muchos años, cuando lee Brooklyn Follies o Trilogía de Nueva York, descubre a un autor conocido en el mundo entero que no salía de Nueva York, “si me apuras, ni siquiera sale de Brooklyn”.
Avanti con la Guaracha
Nadie le oyó en el Teatro de la Maestranza hablar de Auster y Kundera. “Desde el principio yo tenía claro que había dos cosas que sí o sí tenían que estar en el pregón, la frase Avanti con la Guaracha, la contraseña de Silvio, y como un alegato contra la pedantería y una reivindicación de la poesía popular, tenía que meter la rima de Sevilla con maravilla. Donde muchos exquisitos ven el ripio, esa rima la utilizaron Cervantes y Lope de Vega. Maravilla es el epíteto que mejor le cuadra a Sevilla”.
Se aficionó a los clásicos con las colecciones de libros que llegaban a su casa procedentes de la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión. “Llegué a pensar que hasta que no me leyera a los clásicos, no podía ponerme a leer novedades”. Empezó una veintena de veces El castillo de Kafka hasta que, experto en puertas, consiguió atravesarlo. “Le doy la razón a Saramago cuando dice que Kafka es el único autor que hizo algo nuevo en el siglo XX”.
A Milan Kundera lo descubre con La inmortalidad. Le gustó más que La insoportable levedad del ser, que con El perfume de Suskind y El nombre de la Rosa de Umberto Eco ocuparon el podio de libros más reverenciados. “’La inmortalidad es un libro muy interesante, muy visionario en sus reflexiones sobre el comunismo. ¿Qué comunista se ha leído entero ‘El Capital’?”. A un personaje de El libro de los amores ridículos de Kundera le da lástima que Dios no exista. Es casi una prueba de la existencia de Dios… por alegría. “Hay una frase muy manida y mal interpretada de Borges, que decía que ojalá el cielo exista aunque mi lugar sea el infierno”.
Complejo de inferioridad
Un día fue a entrevistar a su casa a José Carlos Campos Camacho cuando este médico era presidente del Consejo de Hermandades y Cofradías. “Me sorprendió ver en lo alto de su mesa camilla un libro de Paul Auster. Un estereotipo se me acababa de derrumbar. En Sevilla hay como un complejo de inferioridad si te asocian con el mundo de las cofradías. Te encasillan. Esa visión del libro de Paul Auster me reconfortó”. Además de que encontró en el escritor neoyorquino la prueba de que su padre tenía razón: la Sevilla de Juan Miguel era tan universal como el Nueva York de Auster o Woody Allen.
Antes de enfrentarse al público que abarrotaría el Teatro de la Maestranza, venció su particular miedo escénico. Con ese bosquejo de psicoanálisis, le leyó el resultado a Isa, su mujer. “¿Qué tal?”, le preguntó. “Muy bonito, pero muy largo”. Ese fue el origen de la carpeta de Renato Descartes. La intrahistoria de Paul Auster y Milan Kundera. Su pregón duró una hora y tres cuartos.
Hay una nómina de pregoneros inéditos, desde Juan Sierra y Rafael Montesinos hasta Pascual González. Ausencias que le sirven para hacer una reflexión que valdría como clase de Lengua y Literatura. “El pregón siempre plantea un debate sobre qué es la poesía. No se pueden coger los versos de un pregonero y hacer un análisis de la métrica, como si la rima fuera sospechosa. El verso libre tiene mucho de camelo, como el arte contemporáneo. Muy libre, pero no son capaces de escribir un soneto. El pregón se hace para la gente y su misión es enardecerla”.
Los no pregoneros
“Me hubiera gustado escuchar a Pascual González dar el pregón, a Manuel Melado. Rafael de León hubiera dado un pregón extraordinario. El de Paco Robles (prologuista de su libro La Madrugá) habría dejado huella. Igual que te digo que el de Antonio Burgos (2008) llegó a destiempo”. Al periodista de la calle Bayona le atribuye algunos pregones oficiosos que se corresponden con sus recuadros: Farol de Cruz de Guía, La mano del Gran Poder, que le valió el premio Demófilo, o Hoy empieza la nostalgia, muy en la línea de Rafael Montesinos cuando habla de “la nostalgia anticipada”. “Burgos decía que el Domingo de Pasión empezaba a terminarse la Semana Santa”.
El primer pregón que vio en directo fue el de Juan Moya Sanabria en 1989. “Fue el 12 de marzo. Por tanto, la Semana Santa de ese año ni siquiera empieza en primavera. Empezó un día antes. Es el año que sale por primera vez la Hermandad del Cerro del Águila. Unos cuantos nos fuimos a verlo a un sitio muy concreto. Un artículo de Burgos creó bastante polémica porque decía que la nueva cofradía iba a pasar por delante del Club Payaso. Allí nos fuimos y asistimos a la levantá que Guillén, el capataz, hizo por Antonio Burgos justamente al pasar por el Club Payaso”. Parece una historia de Paul Auster o de Milan Kundera.
Mañana se estrena como pregonero de la Semana Santa de Sevilla José Joaquín León, periodista, poeta, cronista de fútbol, novelista más de Philip Roth que de Paul Auster. El pregonero saliente se ha convertido en uno de los autores de moda: antes de Navidad sacó Veintitantas maneras de entrar en Sevilla (Historias de la muralla y sus puertas), él que con su pregón abrió la puerta de la Semana Santa de 2024 que terminó un mes antes de la muerte de Paul Auster; antes de Semana Santa ha presentado La Madrugá (25 años después).
Rock & Roll
Nació en 1962, “el año que se fundan los Rolling Stones”, un 28 de enero, Santo Tomás de Aquino. “El segundo argumento de la existencia de Dios en su Summa Teológica es la causalidad eficiente”. Los Rolling siguen 63 años después y a la Semana Santa le ve un punto de “rock & roll”. “Una traducción libre de roll es compás y rock es mecer”. Avanti con la Guaracha. Silvio llegó a conocer la maqueta de un grupo incipiente del que Juan Miguel Vega era el cantante, Los Onagros (Asnos Salvajes). “El batería del grupo era un sobrino de Curro, el barbero de Silvio que tenía la peluquería, la cabellería como él dice, en la calle Fernando IV”.
Paul Auster y Milan Kundera están en la carpeta de Descartes del pregonero de 2024. Un periodista que revolucionó en Canal Sur la manera de contar la Semana Santa y que con sus cursos de cerrajerías abre las puertas del diálogo y cierra las del prejuicio. Capaz de encontrar para sus libros presentadores tan diversos como el duque de Segorbe e Isidoro Moreno. A ésta fue, es y será.
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