28-F de pregones bisiestos y olímpicos

Retahílas

El 29 de febrero, día de propina, imprimió Antonio Burgos el pregón de 2008, 28-F de Moscú sevillano Los pregoneros en años de Juegos cuentan con un día más para su glosa

Calle Antonio Rodríguez Buzón, perpendicular a la calle San Gregorio donde está el Consejo de Cofradías.
Calle Antonio Rodríguez Buzón, perpendicular a la calle San Gregorio donde está el Consejo de Cofradías.
Francisco Correal

27 de febrero 2016 - 05:03

LOS pregoneros de años bisiestos y olímpicos cuentan con un día más para preparar su salutación a la ciudad en la antesala de su fiesta mayor. Mañana es 28-F, 36 años después de aquel 28 de febrero de 1980, año bisiesto de los Juegos Olímpicos de Moscú. Parábola del Moscú sevillano, que suena a libro de Nicolás Salas o a novela de Juan Rey. El pregón de aquella Semana Santa doblemente primaveral con geranios en los balcones y Carlos Cano en los transistores lo pronunció Miguel Muruve Pérez.

Ésta es una miscelánea de pregones y olimpiadas, un abrazo cronológico entre el saltador de pértiga y el pertiguero para gloria de los pregoneros que contaron, como va a contar Rafael González Serna el 13 de marzo, con un día de propina. Dies bis sextus Gaudium Kalendarum Martiarum (doble día sexto de los gozos en las calendas de marzo). La frase latina figura en la edición impresa del pregón que Antonio Burgos Belinchón pronunció en el teatro de la Maestranza en marzo de 2008, el mismo día que Zapatero renovó su permanencia en la Moncloa, año de los Juegos Olímpicos de Pekín. El periodista más deseado en el atril no sólo contó con un día más para su hermosa pieza, "...como un llamador que con sus golpes convoca la atención de los costaleros", sino que lo imprimió el 29 de febrero de aquel año. No hace tanto. En ocho años sólo vivimos otro 29 de febrero, ese día sin tiempo que convocó a esta plétora de pregoneros bisiestos.

El guión con la nómina de pregoneros de la Semana Santa de Sevilla está en Casa Ricardo, que venera a la Nova Roma por los tiempos que fue de Ovidio. Hay dos pregoneros que ya forman parte del imaginario de la ciudad, los poetas que sí vinieron, el revés de la fórmula que Burgos utilizó para los ausentes. La ciudad los honra todos los días con su presencia en el callejero. Sus nombres circundan la periferia del Real Alcázar. Joaquín Romero Murube y Antonio Rodríguez Buzón son pregoneros bisiestos hermanados por una coincidencia olímpica. España no acudió a los Juegos en los años de sus pregones. Romero Murube lo dio en 1944. Londres era la sede elegida, pero se canceló y pospuso cuatro años por la Segunda Guerra Mundial. El histórico pregón de Antonio Rodríguez Buzón, aupado a hombros como el checo Zatopek, tuvo lugar en 1956. Los Juegos de Melbourne (Australia) sí se celebraron, pero España los boicoteó en respuesta a la invasión soviética de Hungría.

Llegan los Juegos a Londres en 1948. Miguel García-Bravo, que un año antes debió asistir a la visita de Evita Perón a Sevilla, es el elegido para el pregón. José María del Rey Caballero pregona la Semana Santa de 1952, la que coincide con los Juegos de Helsinki, cuna de buenos arquitectos y saltadores de pértiga. Los Juegos de Roma 1960, un año antes de la riada del Tamarguillo, se asocian a la gesta del maratoniano etíope Abebe Bikila, descalzo en la cofradía de los guepardos modernos. El pregón lo dio Adolfo Rodríguez-Jurado.

Faltan cuatro años, un solo 29-F, para los segundos Juegos de Tokio. Los primeros tuvieron lugar en 1964, un año después del asesinato de John Fitzgerald Kennedy. El pregón de ese año lo pronunció José Martínez Agulló; mayo francés de 1968, Juegos Olímpicos de México, eclosión del black power, la Palabra es para el Silencio en el pregón de Juan Delgado Alba. Sangre de inocentes en los Juegos de Munich 1972, el de las medallas de Mark Spitz. El pregón cruza el puente de Triana para oír la voz de Ramón Martín Cartaya, que sería hermano mayor de la O, como su hermano Carmelo y su padre, Antonio Martín Alborch, el espartero de Reyes Católicos. La estirpe de Jesús Martín Cartaya.

Cuarenta años de los Juegos de Montreal, canta Leonard Cohen. José Luis Gómez de la Torre, del Gran Poder, es pregonero el año que Carrillo vuelve con la peluca. La antorcha de la gloria del Gran Poder la recoge cuatro años después Miguel Muruve en el ya referido 28-F, el antes y el después, el orto y el ocaso. Boicot occidental en Moscú 80, boicot soviético en Los Angeles 84. Plata para Climent y Lasurtegui y pregón del trianero Vicente Acosta. Con Samaranch al frente del Comité Olímpico Internacional, el Consejo del Altius, Citius, Fortius, llega la paz tras aquella guerra fría de vallas y obstáculos en Seúl 88. Ben Johnson queda como Judas Iscariote en la última cena de los cien metros lisos. El pregón, de Luis Rodríguez-Caso.

1992. Fiesta en la Sevilla colombina y la Barcelona olímpica. Antonio Moreno Andrade anuncia la Semana Santa de la Magna Hispalensis. Atlanta 1996. Con novela de Tom Wolfe, llegada de Aznar a la Moncloa y pregón de Carlos Colón Perales. El efecto 2000 llega hasta Sidney. España por fin está en Australia y Joaquín Caro Romero se adentra en las antípodas del alma.

Grecia gana la Eurocopa de 2004 y Atenas acoge los Juegos Olímpicos que ella inventó. Pregona Rafael de Gabriel, del Dulce Nombre, vecino en Santa Clara del pregonero inédito Rafael Montesinos. Gozos sin sombras de Antonio Burgos en 2008. Viaje de Pekín a Londres 2012, el trayecto de vuelta de Phileas Fogg, en la exaltación de Ignacio Pérez Cano. Dos pregoneros con fortuna: esos dos años ganó España la Eurocopa. Desde el 28-F de 1980 hasta el de 2016, a dos semanas del pregón de Rafael González Serna, habrán pasado diez Juegos Olímpicos en cuatro continentes. Todos menos África, donde España ganó el Mundial el año del Nobel de Mario Vargas Llosa. Pregonero de los incas.

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