Los pregoneros de las Glorias de Sevilla homenajean a Milagros Ciudad

Una tradición con novedades en esta ocasión. Los pregoneros de las Glorias de Sevilla han ofrecido un sincero homenaje a Milagros Ciudad, la pregonera de este 2024, en una cena celebrada el pasado viernes en el restaurante Victoria 8, en el barrio de Triana. Durante el evento, y por vez primera, los anteriores pregoneros han regalado a quien ocupará el atril de la Catedral el jarrillo de lata para beber durante su disertación.

Dicho restaurante acogió la tradicional costumbre del encuentro que varios pregoneros de las Glorias mantienen en honor del nuevo elegido por el Consejo General de Hermandades y Cofradías, en el caso de este 2024 la historiadora María Milagros Ciudad Suárez, quien habrá de pronunciar su Pregón de las Glorias el próximo mes de abril en la Catedral ante la Candelaria Madre de Dios. En los últimos años esta cita tenía lugar en la Antigua Abacería de San Lorenzo.

Como muestra la foto que acompaña esta noticia, en la cena que compartieron se hallaron presentes José Joaquín Gómez González (1975), Fernando María Cano-Romero Méndez (1985), Francisco José Vázquez Perea (1993), Tomás del Rey Tirado (1998), Enrique Barrero Rodríguez (2001), Carlos López Bravo (2003), Maruja Vilches Trujillo (2006), Abel González Canalejo (2011), Miguel Andreu Fernández (2017), Juan Manuel Labrador Jiménez (2018), Mario Daza Olaya (2023) y la propia homenajeada, María Milagros Ciudad Suárez.

En los postres, todos los pregoneros, del más reciente, Daza Olaya, al más antiguo, Gómez González, le dedicaron palabras de aliento y apoyo, siendo la propia Ciudad quien cerró el turno de intervenciones, comentando algunas claves de su disertación así como de las vivencias que ya ha tenido desde su nombramiento. Igualmente, se estrenó una nueva tradición que anhelan instaurar: el ofrecimiento de un presente como es el jarrillo de lata -con su nombre y el escudo de su hermandad de gloria, en su caso el de la Hiniesta-, para que la propia pregonera dé uso en el atril catedralicio, el cual le fue entregado por su antecesor, como un símbolo del paso del testigo del pregón.