Los porqués del repertorio musical del Cristo de San Agustín: un viaje por la historia

La corporación de San Roque trazó un recorrido musical por la historia de la advocación y por la religiosidad popular tanto de Sevilla como de otros puntos de Andalucía

En total, veinticinco marchas de extraordinaria calidad que sirvieron de ejemplo para otras ocasiones

López Farfán entre fox-trots y suites: no solo de marchas vive el hombre

El Santo Crucifijo avanza por la calle San José buscando San Nicolás / José Luis Montero

Más allá de sus actividades y objetivos fundamentales, y para las que naturalmente son constituidas en esencia, las hermandades pueden igualmente postularse como transmisoras de pedagogía cofradiera en todas las variantes posibles: arte sacro, liturgia, historia... Y, por supuesto, música. El cuidado -o, en todo caso, el equilibrio- de los repertorios musicales que se interpretan en nuestros cortejos es un aspecto fundamental que no solo sirve de acompañamiento y fortalece la conexión espiritual y devocional entre el fiel y la imagen; también las partituras interpretan contextos y circunstancias que bien nos ayudarían a reforzar la belleza de lo que se está contemplando.

Este pasado sábado, la Banda de la Cruz Roja interpretó tras el paso del Cristo de San Agustín un repertorio tan sobrecogedor como, por qué no decirlo, inusual, e integrado por composiciones que, en su mayoría, eran desconocidas para un sector del público, pero que despertaron a buen seguro en él cierto interés por aprender y descubrir más sobre aquellas melodías. Con Santi Martín como artífice y el fundamental beneplácito de sus compañeros de junta -cuestión clave que ojalá sirviera de, al menos, escucha-, y la connivencia de la formación musical, se interpretaron un total de veinticinco marchas que, de algún modo, guardaban relación con el Santo Crucifijo o con la ciudad.

Se partía de dos premisas: la idea de simultanear una marcha conocida con otra relacionada históricamente y el hecho de desconocerse, por completo, qué bandas acompañaron en sus salidas al Cristo de San Agustín, y por tanto, qué posibles marchas utilizadas. En este punto, se optó por composiones de hermandades con titulares o advocaciones relacionadas históricamente con el Santísimo Crucifijo y marchas que han acompañado a la Virgen de Gracia y Esperanza en un pasado. Así pues, se escucharon marchas como Santísimo Crucifijo de San Agustín o Gracia y Esperanza, de José Albero, y otras más comunes como Procesión de Semana Santa en Sevilla o Cristo en la Alcazaba, en claro gesto a la cofradía del Martes Santo que cedió las andas de su crucificado para dicha procesión.

Una de las cuestiones más interesantes del repertorio se sustenta en el año 1605, cuando varias hermandades de la ciudad peregrinan al convento con sus respectivas imágenes tras el milagro de la sequía atribuido al Crucifijo. Por ejemplo, la Quinta Angustia con el Dulce Nombre de Jesús (sonó la marcha de Font), El Mayor Dolor (la Carretería), Paso de Palio (dedicada a Montesión) o Cristo de Vera Cruz, debidas estas últimas a la firma de Borrego. Hubo igualmente otros guiños a cofradías como la Hiniesta por la cesión de las andas para el traslado de ida o al Amor, en cuyo paso procesionó el Crucificado en una rogativa en el año 1804, con El Amor Crucificado. De igual modo se escucharon sones gaditanos y granadinos, ciudades que de algún modo guardan relación con esta venerada imagen (Ecce-Homo, de Escobar, o Cristo de los Toreros, de Faus).

Una exhaustiva labor de investigación que ha fructificado en un repertorio para el recuerdo y que también ofrece otra perspectiva musical para todos los cofrades, así como la infinita gama de posibilidades que ofrece la marcha de procesión. Puede consultar el repertorio interpretado y el por qué de la selección de cada marcha pinchando en este enlace.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último