La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Más allá de la voz de la Laura Gallego
Roma
Salió el sí. Porque tenía que salir. Porque si el Papa te invita a Roma, no debe cuestionarse. Casi medio millar de personas se agolparon ayer en la Calle Castilla para decidir si el Cristo de la Expiración iba o no a la Santa Sede a celebrar el Año Jubilar de las Cofradías. Podría haber sido tan rápido como en la Basílica de la Esperanza de Málaga se hizo. Por aclamación popular, con cohetes para celebrarlo. Fiesta en un barrio que celebraba que, entre todos, su Santidad los había elegido a ellos. Pero no fue así.
Fueron 382 los votos emitidos anoche. Votos que no estaban en el plan el haberse dado. El único punto en el orden del día no contemplaba –en un principio– la opción de la elección pero, pasadas las once de la noche, a la Junta de Gobierno, presidida por José Luis Aldea, no le quedó otra opción. La mirada se ponía en el Padre Pedro, el Rector de la Basílica. Muchos le reprocharon una insensatez a un hombre que no cabía de orgullo y emoción ante lo más grande que a un cristiano le puede pasar: que el Papa te llame. Él buscaba la aclamación popular para un regalo tan grande como es este acontecimiento. Pero no todos lo consideraban así. En concreto 63 personas –76 si contamos con los 13 votos en blanco– se opusieron a que el Señor fuese a Roma. No se mostraron reticentes tan solo en el voto, sino en las casi dos horas que duró el turno de ruegos y preguntas.
“En vez de ir Triana a Roma, que Roma venga a Triana”, fue uno de los comentarios escuchados en la Basílica del Santísimo Cristo de la Expiración la pasada noche. “Me enorgullece la invitación entre las miles de hermandades del mundo, pero yo solo quiero que el Señor cruce el puente”, fue otra. Y como esas, muchas. Como muchos fueron los achaques a la inseguridad que suponía un traslado tan largo. ¿En camión? ¿Y los peligros de una carretera? Al igual que los peligros que supondría el aire, o el agua. Se han barajado todas las opciones y, además, la Hermandad cuenta con ayuda económica por parte de la Junta de Andalucía. ¿Y si pasa algo allí? ¿Y si se daña? ¿Quién paga esto si eso pasa? Un debate tras otro el originado en Castilla, que se alargó hasta casi las doce y media de la noche, donde no hubo otro remedio que recurrir a la votación nominal y a voz viva. Uno por uno, nombre por nombre. Un papel y un bolígrafo iban haciendo las cuentas de urna. Los hermanos más avispados iban contando en sus mentes. “Llevamos una mayoría rotunda al sí”, comentaban algunos hermanos mientras salían por la puerta de la Casa Hermandad, aquellos que veían absurdo aguantar más tiempo en un debate donde la razón, las ganas y la ilusión, podían más que la incertidumbre y el negativismo.
Lo que era la ilusión del Padre Pedro se quedó en una noche que quedará para el recuerdo de él, y de todos los que no comprendían cómo se podía estar debatiendo una invitación Papal. Los hermanos de El Cachorro –y los sevillanos– sentían recelo de la alegría malagueña. Lo que debió ser un día de júbilo y gozo, acabó siendo un debate colectivo y moralista entre el sí y el no. Pero salió la única opción que jamás debió ser barajada. El Cachorro irá a Roma. Junto a Él, Sevilla. Un hecho histórico que pondrá en alza el valor de nuestra cultura, nuestra tierra, y nuestra Semana Santa. Los cimientos de San Pedro ya están impacientes. El Vaticano ya espera a la joya del joyero. Será en mayo del año que viene. No son pocas las mentes que han imaginado ya la estampa del Señor por el Coliseo, una de las maravillas del mundo. Aunque para maravilla, el Cachorro.
El Padre Pedro lo celebra.
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