Ignacio Valduérteles
Hacer los deberes o Milei en las hermandades
En Sevilla tuvo que ser, una vez más, la ciudad hispalense se convierte en la capital del mundo cofrade. Las calles de los distintos barrios se encuentran bellamente adornadas para recibir a la Madre de Dios y a su Hijo Jesús del Gran Poder y el Santísimo Cristo de la Expiración. Durante estos días hemos visto a los grupos jóvenes aderezando las calles de las distintas collaciones con gran alegría y de una forma altruista, para que todo esté perfecto ante el paso de la excelsa Virgen María. La Catedral ha sido el centro de importantes conferencias y comunicaciones analizando precisamente el valor de esta Piedad Popular. Toda la ciudad está de fiesta con sus balcones engalanados en manifestación de fe, está es nuestra religiosidad popular fruto de una evolución de siglos, que forman parte de nuestra historia y que ha sabido evolucionar y adaptarse a los nuevos tiempos. Pues hay unas raíces profundas en nuestra sociedad que se ha mantenido gracias a la labor de las hermandades y de las cofradías, y en este sentido somos pioneros con nuestras luces y sombras.
Este fin de semana, Sevilla ha sacado lo mejor de sí, con sus titulares en veneración montando altares catequéticos llenos de belleza y de devoción. Aunque la eclosión final será la Procesión de Clausura del Congreso, donde veremos a niños, jóvenes y adultos manifestando su fe acompañando a sus Sagradas Imágenes en una profusión intergeneracional, que nos enriquece como cristianos. Hoy veremos emotivas escenas de devotos y devotas de todas las edades y procedencias ante el paso de la Sagrada Imagen de sus amores, cuántos recuerdos hacia los seres queridos que ya no
están con nosotros, cuántos llantos emotivos, cuántas rogativas y peticiones y, a su vez, cuánta alegría y veneración; esta es la doble vertiente de la Piedad Popular del pueblo sevillano, no siempre comprendido, ni entendido; pero sí reconocido como señal de nuestra identidad cofrade, que sabe guardar silencio absoluto ante el paso del Señor del Gran Poder y tener algarabía ante la Esperanza.
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