Adolfo López /Médico y ex hermano mayor de la Hermandad del Cerro del Águila

El Rey está desnudo

A punta de bisturí

Hace falta ese niño que alce la voz para denunciar la desnudez del Rey para que no se siga parcheando el orden de los días de las Semana Santa

La Macarena repite como la cofradía más numerosa de toda la Semana Santa
Nazarenos de la Macarena en la Madrugada del Viernes Santo. / José Ángel García

21 de enero 2025 - 11:32

Hubo una vez un Rey, que henchido de ego y soberbia, hizo elaborar un vestido único en el mundo en vistosidad y exclusividad en su tejido, y los sastres contratados con la connivencia de su círculo de confianza le hicieron hacer creer que le habían confeccionado uno transparente y, por tanto, inigualable en elegancia, textura y ligereza. Todos aplaudieron la espectacularidad de su vestido, a sabiendas de que sus criticas serían represaliadas, y la única voz altisonante que puso el punto en la “i” fue la de un niño entre la multitud que gritó: “El Rey está desnudo”.

Cuando Hans Christian Andersen escribió esta bella historia ya llevaban nuestras hermandades varios siglos de vida, pero seguro que no fueron su fuente de inspiración. Y es que, la egolatría no deja de formar parte de la condición y bajeza humana. El sentido crítico, y más aún el autocrítico, es el que nos permite crecer y evolucionar, hasta el punto de que podríamos concluir que la ausencia de la misma nos aboca a la propia muerte como colectivo. Y no, no parece que sea esta, la actual, una sociedad abierta al debate y el entendimiento mirando el bien colectivo, sino más bien todo lo contrario, y los líderes de cada institución o chiringuito se afanan en hablar autocráticamente ”de su libro” sin ningún tipo de pudor.

Nos encontramos en un momento social delicado en cuanto al hallazgo de voces autorizadas y mentes fiscalizadoras para poder decirle al Rey que muy a su pesar va desnudo, aunque quiera hacernos ver su realidad, su propia realidad, junto a sus palmeros, puesto que contradecir al monarca puede tener en contraprestación la eliminación de la foto como poco.

Hace falta ese niño que alce la voz para denunciar la desnudez del Rey para que no se siga parcheando el orden de los días de la Semana Santa (a la inquieta jornada del Martes Santo se une a la fiesta el Miércoles) sin acometer una seria y necesaria reestructuración de la carrera oficial de forma ecuánime y desinteresada. Cada año de reuniones es otro más de desgaste, de apertura de heridas algunas de ellas de difícil cicatrización entre corporaciones hermanas, y lo único que se consigue es que prestemos la atención al dedo y no a la luna.

Se busca a esa criatura que le diga al soberano que la C.I.A. (Inteligencia Artificial Cofradiera) con la que juegan al scatérgoris cofradiero nuestros delegados del Consejo, no puede ser la que marque los designios de nuestra Semana Santa, pues habremos perdido la batalla frente al progreso digital, que este mundo nuestro de las cofradías forma parte de “nuestra vida” como mundo irreal paralelo en “nuestra vida”, y es lo que nos hace distintos. El día que nuestros asuntos no se resuelvan en una amistosa y relajada jornada de barra con “caña y choco”, estaremos cerca de nuestra autodestrucción como hermandades, en su tradición, integración social y hasta en su desarrollo espiritual.

Es necesaria esa voz cándida e inocente que interpele al despojado gobernante con objetividad los beneficios espirituales o, por el contrario, los perjuicios por saturación social, que tienen el sinfín de actos públicos de fe, ordinarios y extraordinarios, que se celebran en nuestra ciudad, en el mismo dintel del Año de la Esperanza, con salidas de imágenes ya anunciadas y otras que están por hacerlo. El Señor en su Misión ya puso el dedo en la llaga de la brecha social, pero ahora hay que ofrecerles a esas gentes soluciones para sus vidas que van más allá de los frutos espirituales.

Sería importante que el zagal le asevere a su majestad que ya está bien de tanto chiringuito expositor poco productivo y costoso, mientras que se aparca “sine die” la histórica demanda de un gran espacio multiusos, sede con capacidad de albergar exposiciones, conciertos y convenciones, dedicado a la gran celebración de nuestra ciudad y uno de sus principales pilares en lo social y económico, que demuestre la unidad de todas las fuerzas y con un mayor atractivo de cara al exterior.

Sigue habiendo mucha desnudez en nuestros días, en tanto existan palmeros que lo alientan y sustentan con el propósito de sacar partido para conseguir sus espurios fines, mientras todos esperamos la llegada de ese niño que sea capaz de condenarlo, cuál venida del Mesías en el Adviento. Quizás sea ya hora de que seamos conscientes de que, al igual que en Navidad, ese niño lo llevamos cada uno en nuestro interior, y hay que hacerlo aflorar para denunciar con firmeza que “la verdad” no consiste en asentir sin ningún tipo de crítica lo que muchos por interés intentan hacernos ver como verdad absoluta o pensamiento único. El Rey sigue desnudo.

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