Estudios científicos recientes han descubierto que hay significativas variaciones en la duración de la marcha Amarguras según el lugar donde se oye y el oyente, con los siguientes resultados:
En el teatro:
- Dura lo que tarda un percusionista de Cuenca en preguntarse qué pinta ahí, frente a ese teatro lleno que ni siquiera repara en él, pero que tararea la marcha por lo bajo.
- Dura, exactamente, lo que tarda un pregonero en repasar toda su vida, echar de menos la mirada sonriente de su padre y volver a preguntarse si ese verso estaba bien así.
- Dura lo que tarda un capillita en terminar de decidir si ese pregón le va a gustar o si va a salir del teatro con un "ya lo decía yo".
En la calle:
- Dura lo que tardo en sentir presente a mi madre ahí, apretándome la mano y diciendo mira, niño, si es que llora de verdad.
- Dura lo que tarda un chaval muy empollado en explicarle a la chavalita que le acompaña que en realidad es Amarguras, no Amargura, y no sé qué detalle sobre los hermanos Font de Anta, desperdiciando compartir un escalofrío que le vendría mucho mejor a sus intenciones amorosas.
- Dura justo, justo, lo que tarda la nostalgia en pasar rozando el estrecho espacio entre el corazón del observador y aquel balcón donde la vio con ella.