Como la quieran llamar

En este camino el que el nombre ha sido lo de menos porque la esencia de la hermandad no ha variado en una herencia que ha calado, y bien, en Sevilla

El misterio del Beso de Judas.
El misterio del Beso de Judas. / José Ángel García

11 de abril 2022 - 04:03

LA Redención, El Beso de Judas o El Rocío, como la quieran llamar. Hoy es el lunes de mi hermandad, un Lunes Santo de vuelta al origen, a la primera salida en estación de penitencia de aquella representación por vez primera de nazarenos en un cortejo, el de la Hermandad de Los Gitanos que nos acoge en este exilio obligado por las obras de la iglesia de Santiago y la imposibilidad física de salir con los pasos por la puerta de San Ildefonso, nuestra parroquia, donde estamos residiendo.

Mi hermandad vuelve a llevar las manos abiertas de Nuestro Padre Jesús de la Redención a la calle en ese gesto de acogida que hace de ella una de las hermandades que más ha crecido en la última década, una acogida que llega a todo el que se acerca como un rocío que empapa las almas de cuantos caen bajo la mirada de nuestra Virgen. Porque así llegué yo a esta hermandad, fui puesto ante esas manos tan acogedoras de Nuestro Padre Jesús en un Lunes Santo y caí rendido ante la mirada de una Virgen que cautivó mi alma en una devoción desde entonces infinita. Soy hijo de la generación del Beso de Judas, una generación que conoció una hermandad humilde de pequeño tamaño que salía con un cortejo alegre y vivo, con un paso de misterio de olivo cuyos andares fueron sembrando ese estilo propio tan reconocible hoy en día y un paso de palio sencillo pero con personalidad. Soy hijo del tiempo de la prosperidad que nos hizo crecer a todos, de unos años ochenta y noventa en los que todo crecía a mi alrededor y yo contemplaba la hermandad desde afuera como inicio de los Lunes Santos.

Llegaron los años del nuevo milenio y la hermandad fue definiendo patrimonialmente ese estilo suyo a partir del cincuentenario de su fundación, enriquecimiento puro de amor de sus hermanos que han sabido poco a poco darle a su hermandad todo lo que han podido, y hasta lo imposible a veces, desde que un grupo de rocieros bajo la providencial dirección del siempre recordado don Eugenio Hernández Bastos fundara la hermandad en Santa María la Blanca. Esa es la trayectoria que va de El Rocío a La Redención pasando por El Beso de Judas, un camino en el que el nombre ha sido lo de menos porque la esencia de la hermandad no ha variado en una herencia que ha calado, y bien, en Sevilla.

Somos una hermandad rociera de penitencia que nació de Santa María Virgen, una hermandad a la que el destino llevó de la Madrugada del Viernes Santo a un ya centenario Lunes Santo, como un recuerdo de Lunes de Pentecostés anticipado, antesala dolorosa de la llegada del Espíritu Santo creador a los apóstoles y una Virgen que desde la Rocina almonteña siempre ha tenido en Sevilla como Blanca Paloma un nido de amor. Porque fue la devoción rociera el germen de la bendita presencia de esta advocación en nuestra Semana Santa en la cercanía del 75 aniversario, una devoción que va más allá de la hermandad y en la que queda reconocida una Sevilla entera.

Bajo un olivo llega hoy de nuevo a nuestras calles el amor infinito de Dios entregado a la traición de Judas para la Redención eterna del hombre, la mansa consagración de Nuestro Señor Jesucristo al fin último de la voluntad del Padre. Por eso su mirada dulce y las manos abiertas ante el beso traidor son guía de los hermanos de Santiago, manos abiertas para darnos por entero y recibir a todo el que llega. Si un beso lo entregó a la tiniebla, es el abrazo con el que se nos ofrece nuestro Señor el que nos entrega su luz, luz de Lunes Santo que guardará los reflejos de cal de la calle Santiago, luz del fuego que nos abrasa de Espíritu Santo en la belleza de María Santísima del Rocío, luz compartida y repartida.

Tres años después, casi un mundo, la cofradía está dispuesta a salir, todo ha sido preparado en la que nos han hecho sentir nuestra casa, el Santuario de Nuestro Padre Jesús de la Salud y María Santísima de las Angustias Coronada. Sevilla pide cielos abiertos y claros para nosotros, Sevilla pide luz de Lunes Santo, Redención, Rocío… y la pelota en el tejado

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