A punta de bisturí
La piedad popular
La mañana sevillana del 15 de agosto pertenece a la Virgen de los Reyes. Pasan los años, cambian las generaciones, oscilan las modas y las costumbres, pero permanece fiel la devoción más entrañable, sutil y emotiva. Bastaría ese testimonio de amor, que se renueva de año en año, para considerar a Sevilla la tierra de María Santísima. El 15 de agosto, desde la madrugada, Sevilla vuelve a ser la Nazaret andaluza. Por los caminos del Aljarafe, se ha recuperado la tradición de peregrinar a la ciudad, para llegar a las primeras misas del alba en la Catedral. Los ojos somnolientos de los fieles despiertan con la luz brillante de su mirada y todos los esfuerzos quedan justificados.
La mañana de la Virgen mantiene las costumbres que las familias han creado. Volver de las playas, para terminar las vacaciones; o sólo para interrumpirlas durante un día, o incluso unas horas. Para no faltar al lado de la Virgen de los Reyes. Para ocupar ese sitio en las gradas de la Catedral, que es la carrera oficial sin abonos de esta procesión inigualable. O bien al revés: permanecer en Sevilla hasta el 15 de agosto, y empezar las vacaciones el día 16, para buscar el alivio de las playas en la retaguardia del verano, cuando el agosto de hierro ya va de retirada.
La devoción a la Virgen de los Reyes tiene indulgencias plenarias garantizadas. Cuando tanto se habla de las olas de calor y el cambio climático, a veces se olvida el ardor mariano que mantiene Sevilla. En agosto, en las tardes duras, con comercios cerrados y calles vacías, con el silencio forzado, casi hostil, de un calor que cae a plomo, la Catedral se abre a diario para los cultos. La novena completa, con su versión matutina y su versión vespertina, que es la oficial. Los besamanos o veneraciones. Y la procesión del 15 de agosto, que no es el final, porque después llegará la octava, con más cultos. En agosto, todos los días son buenos para rezar a la Virgen de los Reyes.
En el cartel de este año se reproduce un medallón de la Virgen de los Reyes, que aparece en el paso de Jesús de la Pasión. Es una obra de Cayetano González, el orfebre autor del paso. Era poco conocida su existencia. En las devociones de Sevilla, el amor a la Virgen de los Reyes brota por doquier. Aquí no caben exageraciones, ni recurrir al tópico del fanatismo, con el que a veces se mal califica a las devociones marianas de la Semana Santa. Aquí sólo hay amor a la Virgen, en grandes dosis y con absoluta pureza. Aquí hay un compromiso que se renueva todos los años, con los ritos que cada cual va modelando en sus vidas. La Virgen se durmió en su Asunción a los cielos, pero el 15 de agosto nos recuerda que vivió un sueño convertido en realidad: sus ojos se abren para ser la Reina de Sevilla.
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