A punta de bisturí
La piedad popular
El costalero interino. Microrrelatos de Semana Santa
Mi amigo Rafa se mete conmigo. Que a quién se le ocurre estrenar zapatos un Domingo de Ramos. Y además unos zapatos tan feos. Yo no digo nada, pero aprovecho los parones en la bulla para quitármelos un rato y aliviar un poco el tormento. Para la mañana del Viernes Santo apenas he conseguido domarlos. En la parte estrecha de Feria, donde el Mato, la bulla del paso de la Macarena me arrastra sin que mis pies lleguen a tocar el suelo. Cuando ha pasado la Virgen, me doy cuenta de que mi zapato izquierdo ha desaparecido.
Mi amigo Rafa me llama esa misma tarde, después de que la Esperanza haya entrado en la Capilla de los Marineros, a unos metros de su casa.
—No te lo vas a creer. En la misma puerta de barquitos Loli, cuando ha pasado la Virgen, me he encontrado con un zapato abandonado. Era igualito que esos tuyos tan feos.
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