Ignacio Valduérteles
Hacer los deberes o Milei en las hermandades
Las cofradías no pueden ser ajenas a la sociedad en la que viven y por supuesto tampoco sus dirigentes. Desgraciadamente la opinión pública se está acostumbrando a la doble moral de algunos responsables públicos o privados de determinadas empresas o instituciones. Y este reflejo de la sociedad también se da en algunos dirigentes cofradieros. Es lo que representa la doble moral en su estado más sevillano.
Nunca podré entender a los que se dan golpe de pecho en el besamanos de su imagen devocional pero después son capaces con sus acciones por acción u omisión de llevar el sufrimiento a su entorno más cercano. Son los trepas de la doble moral, aquellos que en la sociedad no son nadie y utilizan a las cofradías para intentar destacar. Los que se meten a jugar incluso a periodistas o a escritores, queriéndonos hacer creer lo que no son. Lo triste es que engañan a muchos con esas apariencias. Para mí estos personajes son candidatos a que la sastrería de mi admirado Navarro Antolín les corte un traje, pero en el sentido más andaluz del término, dejando ver en su círculo más íntimo de qué van en realidad y cómo su ego personal está por encima del espíritu fraterno que tanto pregonan.
Yo conozco a alguno de esos trepas y creo que son los que de verdad hacen daño a las hermandades. El daño no viene desde fuera como muchas veces quieren hacernos ver. El daño a las cofradías viene de esos que están para figurar y que su soberbia les lleva a mirar a los demás por encima del hombro. Aquellos que son capaces de estar en una junta de gobierno de penitencia y al día siguiente irse a gloria con tal de figurar. Sobre todo cuando nunca se les ha conocido esa cacareada devoción gloriosa. Son los fariseos que al final pregonan a uno y otro lado que son cofrades. Cuando en verdad lo que hacen es dejar desamparados incluso a los de su familia. Lo suyo es eso: figurar y la doble moral.
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