Los croqueteros

Esos profesionales que tienen una habilidad especial, y una información que ya quisieran algunas Agencias de Información, para enterarse en qué hermandad hay una convivencia, charla o cualquier otro evento que empiece con tortilla de patatas y acaba con un pescado frito

Santo Tomás Moro en la junta de gobierno

Croquetas de Casa Ricardo
Croquetas de Casa Ricardo / @casaricardosev_

17 de marzo 2025 - 10:14

Me gustaría tener la capacidad de observación, ironía y guasa de Paco Robles para sugerirle añadir a Tontos de Capirote un capítulo dedicado a “los croqueteros”, esos profesionales que tienen una habilidad especial, y una información que ya quisieran algunas Agencias de Información, para enterarse en qué hermandad hay una convivencia, charla o cualquier otro evento que empiece con tortilla de patatas y acaba con un pescado frito (que no suele llegar a tiempo). En medio, algunas cosa preparadas por las hermanas (con permiso del feminismo queer) entre las que no faltan las croquetas. De jamón suele estar cortita la cosa. Allí están nuestros amigos croqueteros dispuestos a echar la tarde.

Los hay “de toda la vida”. Conocí a un matrimonio mayor, quizá hayan fallecido. Entraban del brazo y se iban a un rincón. Allí iban comiendo en silencio, discretamente. Sin hablar. En un momento determinado, se volvían a coger del brazo y salían con la misma discreción y elegancia con la que habían entrado.

Otros son más ruidosos. Con chaqueta dos tallas menos, pañuelo en el bolsillo de la chaqueta. Tienen el suficiente desparpajo como para meterse en cualquier corrillo a opinar de lo que sea. Todos piensan que es conocido de alguien y nadie le dice nada. Se delata si el mayordomo va por los corros para que la gente pague. Entonces saca el teléfono del bolsillo: “¡Diga, diga!, espera que aquí no hay cobertura”, sale a la calle y adiós.

Los mejores son los guiris, especialmente si la casa hermandad tiene la puerta entreabierta y es accesible. Entran y preguntan qué es aquello. Se lo explican. No se enteran de nada. Le ofrecen una cerveza y unas tapas. Se las toman y se van pensando, cómo Obélix: “Son muy raros estos sevillanos”.

También aparece, en ocasiones, el necesitado (no soy quien para opinar si su necesidad es real o simulada). Se queda en la puerta y le indica a alguien si puede llamar al mayordomo. Le explica su necesidad y le pide algo de comer. Naturalmente el mayordomo entra, prepara un plato variado y se lo entrega.

Es que el mundo de las hermandades está perfectamente organizado, suele ordenarse en diversas clasificaciones taxonómicas, en la que cada uno podría encontrar su encaje. Se pueden en Familias, Géneros y Especies. Aquí tenemos algunos ejemplos: cofrade organizador. Domina los horarios y recorridos, y tiene la solución para todos los días, Madrugada incluida. Lo malo es que se empeña en explicarlo a su interlocutor con todo detalle. Huya si puede.

Cofrade con balcones a la calle. Se vuelve loco por un balcón desde el que organizar una buena petalada, acompañada con manifestaciones de entusiasmo indescriptibles, gritos fervorosos y emoción que rompe en lágrimas.

Cofrade por bulerías. Especialista en difundir bulos, que dice conocer de buena tinta. Habla como en clave, para dar a entender que conoce más cosas de las que cuenta.

Cofrades de priostía. Es una especia gregaria, suele deambular en grupo. Entusiastas de una estética cofradiera un tanto kitsch. Su hábitat natural son los besamanos, y redes sociales. Últimamente las salidas extraordinarias y coronaciones también les dan mucho juego.

Cofrade de tertulia. Le encantaría entrar en una tertulia de las de prestigio. Mientras, van organizando sus propias tertulias con otros meritorios. Éstas suelen bautizarse con nombres, a veces insólito, publican su cartel de Semana Santa, tienen su pregón, que suele ser “muy íntimo”. Y mucho incienso.

Cofrade. Así, sin más. Hay pocos y alguno ya ha fallecido. Personas que saben de lo que hablan, con criterio.; ecuánimes y ponderados. Estar un rato con ellos es una lección de Semana Santa.

Hay un último grupo: la inmensa cantidad de hermanos y devotos que aman, rezan y viven acogidos a la protección de sus titulares a los que acompañan un día gal año, con antifaz o sin él, guiándolos en su callejeo por Sevilla

Afortunadamente hay un proceso de selección natural y cada uno termina acoplándose en el grupo que le resulta más afín.

Si puede elegir permítame un consejo. Arrímese a un cofrade de verdad, escuche mucho y pregunte poco. Quién sabe si algún día también usted estará incluido en esta categoría.

Insisto, que me perdone mi amigo Paco Robles por intentar pisar levemente un terreno, sin acercarme siquiera a los medios, en el que es maestro indiscutible. Gracias maestro.

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