Manuel García Fernández / Catedrático de Historia Medieval en la Universidad de Sevilla

El Congreso de la Catedral

Las nueve ponencias han sido todas de un elevadísimo rigor científico que han sabido también trascender y acercar sus contenidos y competencias básicas a todos los congresistas

¿Es peligroso salir a ver pasos?

El arzobispo ofreciendo las conclusiones del Congreso en la mañana del día 8.
El arzobispo ofreciendo las conclusiones del Congreso en la mañana del día 8. / M. G.

12 de diciembre 2024 - 12:19

TERMINÓ el pasado día 8 de diciembre el II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular. Y lo hizo brillantemente, con proyección de futuro y Caminando en Esperanza, con la solemne santa misa estacional y la extraordinaria Procesión Magna de clausura por las calles de Sevilla. Mucho se ha escrito y bien sobre esta maravillosa y singular manifestación de Fe y piedad popular. No seré yo quien abunde en el asunto –doctores tiene la Iglesia– porque la ciudad necesita ahora, y poco a poco, reflexionar y asimilar con la tranquilidad de los días y la normalidad de la rutina tan impresionante acontecimiento religioso para todos los cofrades de Sevilla y su Archidiócesis. En este sentido –como cronista oficial de Carrión, un pueblo profundamente mariano: Consolación, Rosario y siempre Rocío en su centenario fundacional– me identifico con la piedad popular sincera y limpia de corazón de las queridas y devotísimas imágenes marianas de nuestra provincia: Setefilla de Lora del Río, Valme de Dos Hermanas y Consolación de Utrera. Un aire fresco, renovador y ejemplar para todos los cofrades sevillanos. Religiosidad sin “postureos”, pura fe y devoción en la Madre de Dios. Acertadísima decisión de monseñor D. José Ángel Saiz Meneses, de su equipo de trabajo, del Cabildo Catedral Hispalense y del Consejo General de Hermandades y Cofradías de la ciudad de Sevilla que preside Francisco Vélez. Enhorabuena.

Ahora bien, como profesor de la Universidad de Sevilla, incluso como congresista y en gran parte investigador de la religiosidad popular bajo medieval sevillana y de su antiguo reino, me gustaría reflexionar sobre los contenidos –ponencias y mesas redondas– del II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular celebrado en la Catedral de Sevilla durante los días 4 al 8 de diciembre. Soy consciente de que tanto en prensa escrita, hablada y televisiva y también en las redes sociales la información oficial y contextual del mismo ha sido muy profesional y excelente para los más mil ochocientos congresistas inscritos de todo el ámbito cristiano; lo que ha convertido a Sevilla en el centro mundial de la religiosidad popular. Poco podría yo añadir ahora. Felicitación a la organización por todo ello y por el magnífico concierto inaugural de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla de la noche del día 3 de diciembre.

La misa del clausura del congreso.
La misa del clausura del congreso. / M. G.

En la densidad de un prolijo y apretado programa se oculta el gran trabajo administrativo y logístico de un equipo de personas que singularizo en Joaquín de la Peña, secretario general del Congreso y en José Roda, secretario del Consejo General de Hermandades y Cofradías de la ciudad de Sevilla. Y por supuesto de nuestro admirado arzobispo y el Cabildo Catedral Metropolitano. Las nueve ponencias presentadas han sido todas de un elevadísimo rigor científico que han sabido también trascender y acercar sus contenidos y competencias básicas a todos los congresistas. Aquí radica para mi gran parte del éxito de este II Congreso Internacional; actualidad y proximidad conceptual. Por su parte las tres mesas redondas –tuve el honor de moderar la segunda– y el panel de los participantes dinamizaron acertadamente aspectos tales como el arte y la historia, el derecho y la liturgia así como la dimensión pastoral y social con aportaciones de muchísimo mérito a modo de herramientas o vehículos para la instrucción de las hermandades, sus cofradías y la piedad popular de su entorno más cercano. Mención especial siempre para las Hermanas de la Cruz, para María del Redentor de la Cruz; humildad y vocación de servicio siempre. Gracias a Ilmo. Sr. D. Teodoro León por hacerlas presentes en el Congreso de la Catedral. Broche de oro. La publicación en su momento de la actas de las ponencias y las mesas redondas facilitará sin duda el discernimiento entre los cofrades, como lo han hecho ya las excelentes comunicaciones editadas por la Editorial Universidad de Sevilla y repartidas a todos los congresistas.

El cardenal Farrell durante su intervención en el II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular.
El cardenal Farrell durante su intervención en el II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular. / Redacción Sevilla

Me gustaría insistir, si bien todas las intervenciones fueron brillantes, en el magisterio de algunas ponencias impactantes por sus mensajes conceptúales y formales como la de S.E.R. el cardenal Kevin Joseph Farrell, titulada Las hermandades; casa y escuela de vida cristiana, comunión y sinodalidad y la S.E.R. el cardenal José Tolentino de Mendoça titulada La importancia de la formación para dar razón de la esperanza. No quiero olvidar las palabras catequéticas y siempre ejemplarizantes de monseñor Edgar Peña, Sustituto de la Secretaria de Estado de la Santa Sede. La brillante cátedra expositiva de las ponencias de los dos cardenales señalados mas arriba merece –para quien escribe– una reflexión más pausada. Porque, ¿Cómo hacer llegar sus programas instructivos a nuestras hermandades sevillanas, por ejemplo? Las Juntas de Gobiernos y/o los directores espirituales –como señalaba un destacado cofrade de nuestra ciudad– tienen por delante una notable tarea pedagógica y preceptiva de clara finalidad formativa. En este sentido, como ya sugería nuestro querido arzobispo, tal vez fuera necesario la celebración de algún encuentro cofradiero similar cada dos o tres años a modo de observatorio permanente de la piedad popular para evaluar los resultados, para considerar que la memoria del Congreso de la Catedral sigue viva, Caminando en Esperanza, mas allá de las páginas de la edición de los textos, de los vídeos, fotografías y comentarios de las redes sociales. Y sobre todo para justificar que el II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular sigue teniendo actualidad y no terminó cuando lo hizo la Magna Procesión de Clausura, por muy histórica y excepcional que ésta fuese, con las solemnes entradas de las Esperanzas sevillanas en sus respectivos templos.

La Virgen de Setefilla alcanza la presidencia de la Magna.
La Virgen de Setefilla alcanza la presidencia de la Magna. / J. Á. G.

Pues efectivamente, pudiera parecer a muchos cofrades sevillanos que gran parte de la piedad popular de este extraordinario II Congreso Internacional se había centrado, casi exclusivamente, en los diferentes modelos devocionales y procesionales de las hermandades que participaron en la Magna Procesión de clausura de la tarde-noche del día 8 de diciembre. No debería ser así. El Congreso de la Catedral, con su incomparable marco estético que presidía la Inmaculada Grande de Alonso Martínez de 1658, constituyó durante estos días un ámbito universal del conocimiento fraternal, fundamental para aprehender la piedad popular en su justa medida cristiana; un espacio de interesantes diálogos y no solo entre académicos que superaría en todas las ponencias y mesas redondas la expectativas científicas y las estructuras ilustradas de los aspectos locales mas eruditos, esos que tanto nos gustan a los cofrades sevillanos. Sevilla fue durante el II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular no sólo civitas sine urbe católica, universal. Una nueva Roma con la presencia siempre participativa en todas las celebraciones litúrgicas del nuncio apostólico en España de Su Santidad el Papa Francisco, monseñor Bernardino Auza, y del Sustituto de la Secretaria de Estado de la Santa Sede, monseñor Edgar Peña Parra.

Manuel García es Cronista Oficial de Carrión de los Céspedes y bibliotecario de la Academia Andaluza de Ciencia Regional.

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