Casablanca

La base del liderazgo en las hermandades no radica en promover continuamente actividades, consiste en fijar una meta ilusionante y acorde con su misión

¿Época de cambios o cambio de época?

Cartel de la película 'Casablanca'.
Cartel de la película 'Casablanca'. / D. S.

28 de enero 2025 - 18:05

Algunas frases de películas han saltado de la pantalla al lenguaje común: "A Dios pongo por testigo…”, “Le haré una oferta que no podrá rechazar”, “¡Venga, alégrame el día!” y muchas más. Hay una película de referencia que ha proporcionado muchas de estas frases, Casablanca: “Siempre nos quedará París”. “Este es el comienzo de una hermosa amistad”. “Tócala otra vez, Sam”; una de estas frases tiene hoy una especial actualidad: “El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos”, es lo que le dice Ingrid Bergman (Ilsa) a Humphrey Bogart (Rick) contemplando la entrada de los alemanes en París desde la buhardilla.

La película cuenta una historia en una situación y momento concretos. Trasladados a la actualidad y al mundo de las hermandades hoy podríamos parafrasear: “La sociedad se derrumba y nosotros nos ensimismamos en algunos aspectos de nuestro quehacer cofradiero”.

Desde nuestra buhardilla contemplamos una sociedad que parece derrumbarse, porque el populismo dominante siente la misma debilidad por las libertades que las termitas por la celulosa, y actúan igual, devorando la celulosa, o las libertades, de las vigas maestras poco a poco, hasta que el edificio se derrumba. Si alarmismos, que no conducen a nada si no se ofrecen alternativas, podemos constatar que el populismo, con sus políticas de cancelación y ataque a valores básicos de nuestra convivencia, trata de carcomer las bases de la cultura europea hasta que ésta colapse. Un derrumbe que ahora se propone acelerar con la Agenda 2030, de la que algún día habrá que hablar.

Siempre, pero especialmente ahora, las organizaciones de personas con vocación social, las hermandades entre ellas, precisan líderes con un modelo conceptual estructurado, visión global, capacidad de análisis y claramente enfocados a su misión, para poder tomar en cada situación las decisiones oportunas, especialmente ahora que la sociedad parece asomarse a una crisis sistémica. Un liderazgo que no se sustenta en actividades sino en valores, desde los que tomar las iniciativas precisas para la consecución de los fines previstos.

La base del liderazgo en las hermandades no radica en promover continuamente actividades, como un hámster que, tras un día de actividad incesante, termina la jornada exactamente en el mismo sitio en que la empezó. Consiste en fijar una meta ilusionante y acorde con su misión, y a partir de ahí realizar un conjunto de actuaciones coherentes orientadas a la consecución de esa meta que se ha propuesto para la hermandad. Algunas de esas acciones podrán tener un periodo de maduración que sobrepasen al del mandato, antes de que se manifiesten sus efectos; pero eso es trabajar por la hermandad, no por el lucimiento de pasar a la pequeña historia como el hermano mayor o junta de gobierno que más actividades hizo. Se trata de contribuir a sentar las bases de una hermandad eficaz, eficiente y efectiva con una fuerte vocación de mejora de los hermanos y de su entorno social. A veces calladamente, aunque no quede una placa que recuerde esa actuación.

En el gobierno de una hermandad tiene que haber buenos cofrades, de los de toda la vida, que mantengan o mejoren la priostía, cultos, que sepan poner la cofradía en la calle, y también hermanos con una cosmovisión bien construída que sepan dotar de fundamentos sólidos a la hermandad y analizar el entorno para fijar estrategias.

¿Dónde están esos últimos hermanos?, algunos están ya en las juntas de gobierno; pero no son muchos. El problema es que suelen estar desapegados del “poder” y en ocasiones no quieren arriesgar su tiempo y prestigio en ambientes que les resultan extraños y a veces hostiles.

Es importante animar a esos hermanos a colaborar en el gobierno de la hermandad, facilitando además un ambiente en el que todos se sientan necesarios.

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