A punta de bisturí
La piedad popular
El costalero interino. Microrrelatos de Semana Santa
Hay un nazareno para quien hoy es siempre noviembre. Hay un nazareno que echa de menos en su frente la misma cruz que él dibuja con el pulgar en la frente de sus hijas cuando, ya vestidas con la túnica, están a punto de salir de casa. Hay un nazareno que al llegar a San Antonio Abad no solo se arrodilla ante el paso del Señor porque lo exijan el rito y la regla. Hay un nazareno que, justo al levantarse de esa genuflexión, roza apenas con el dedo índice una lápida que en el suelo reza: “Cripta-columbario de hermanos y hermanas de esta archicofradía”.
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