A punta de bisturí
La piedad popular
El costalero interino. Microrrelatos de Semana Santa
Sí, claro, desde abajo parece muy bonito, muy fácil todo. Pero en realidad es agotador. Y le duelen los pies una barbaridad. Desde la misma tarde del domingo, a primera hora. Cuando tuvo que ocuparse de todo el follón de la borrica, pendiente de tanto niño y tantos padres que le advierten de que su niño es intolerante al roce de las palmas. Luego los ratos haciéndole compañía a Ella, a su lado en el paso, un privilegio, sí, pero siempre de pie. Ni un taburete para sentarse. Y lo de la traición de Judas el lunes, y el Prendimiento, aplazado sin embargo hasta el miércoles, con las altas horas de la noche y la antorcha aumentando el caos cronológico. Y más ratos con María. Ella, a pesar de que tiene encima todo lo que tiene, de vez en cuando le pregunta cómo vas, niño, pobrecito mío. Así que ahora que estamos a jueves y ha llegado el ángel y está tan blandito este lecho de lirios, se ha permitido pegar una cabezadita en la calle Feria. No hay problema, porque les ha encargado a Santiago y a Pedro que no se duerman, que estén pendientes para avisarle, que esta tarde todavía tiene que pasarse por la Magdalena y luego a la madrugada por San Antonio Abad y San Lorenzo. Pero lo que de verdad está deseando es que sea ya sábado por la noche y, mientras terminan de descender a Jesús, adivinar el perfil del colegio de los Salesianos un poco más adelante, para acabar con tanto trasiego y meter de una vez los pies en agua.
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