A punta de bisturí
La piedad popular
El costalero interino. Microrrelatos de Semana Santa
Había en aquellos tiempos un hombre cuyos sacrificios y libaciones agradaban a Yahvé, pues los acompañaba de aromas de incienso y vainilla, de naranja y toda clase de especias de buen olor. Y en honor a Yahvé procesionaba por las calles con ricos atuendos y brocados. Por eso, cuando el diluvio era ya inminente, Yahvé, conmovido por su piedad, le envió un mensajero para que se reuniera con Noé, de manera que ambos se salvaran. El mensajero volvió a Yahvé con una extraña respuesta. "Decidle a mi Señor Yahvé que no se enoje conmigo, pero que un amigo mío que vive en el Aljarafe me ha enviado otro mensajero, afirmando que por allí viene un clarito. Así que, aunque sé que no soy digno, solo le pediría a Yahvé una prórroga de media hora. Y luego, si caen unas gotas, siempre podremos refugiarnos en algún templo de Nínive".
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