El nuevo simpecado de la Asunción de Cantillana: un bordado de arqueología
Provincia
La obra, de gran calidad artística, recupera el dibujo y técnicas de principios del siglo XIX
La pieza ha sido costeada por suscripción popular y se ideó durante el confinamiento del Covid
Una labor de arqueología. Con un estilo que refleja la transición entre el siglo XVIII y el XIX. O lo que es lo mismo, el paso del barroco al neoclásico. Con estas palabras define Javier Sánchez de los Reyes el diseño del nuevo simpecado de la Asunción de Cantillana, que este domingo 15 de agosto, cuando se ha celebrado su solemnidad, ha sido bendecido por el cardenal Carlos Amigo Vallejo, y que constituye, sin duda, uno de los grandes estrenos de este 2021 en lo que concierne al arte sacro de la provincia de Sevilla.
Una obra que tiene su génesis en la pandemia del Covid. Fue en pleno confinamiento, en la primavera de 2020, cuando surgió la idea de tributar a la titular de la parroquia de Cantillana con un nuevo enser como forma de súplica ante las circunstancias sanitarias que se estaban sufriendo. No era algo nuevo en esta corporación, ya que a principios del siglo XIX fue la fiebre amarilla la que llevó a implorar, por medio de otro simpecado, el fin de dicha epidemia que asolaba la población ribereña.
Romualdo Rodríguez ha sido uno de los impulsores de la iniciativa, que ha contado con el apoyo de un numeroso grupo de hermanos y devotos asuncionistas, que han logrado costear el nuevo simpecado por suscripción popular. El primer paso fue comunicarle el proyecto al hermano mayor de la corporación, Manuel Pérez, cuya junta de gobierno respaldó de inmediato la propuesta, a la que había que dar forma. Acto seguido se nombró un comisario para una obra que no debía dejar indiferente a nadie. Con tal fin, se designó al historiador del Arte y museólogo José Ignacio Sánchez Rico, dada su experiencia en el arte sacro y, en especial, en las labores de bordado.
La intención desde un primer momento fue que la nueva obra se inspirara en el simpecado de gran gala que preside los famosos rosarios de mujeres en agosto, cuando las asuncionistas se visten de mantilla. Se trata de una pieza documentada de las hermanas Zuloaga (principios del XIX), que ostentaban el cargo de maestras del bordado (conservadoras) de la Catedral de Sevilla. Su nombre ha vuelto a recordarse hace año y medio a raíz de la última túnica que se le ha bordado al Gran Poder y que supuso la reconstrucción de una que había desaparecido, atribuida a dicho taller. El diseño de esta prenda corrió a cargo de Sánchez de los Reyes, por lo que el comisario artístico lo propuso para que realizara tal cometido en el nuevo simpecado asuncionista.
Y ahí fue donde empezó "la labor de arqueología". "Primero tuve que estudiarme todas las obras de las Zuloaga, las documentadas y las atribuidas", refiere Sánchez de los Reyes. "Entre las que están constatadas como piezas de este taller se encuentran el simpecado de la Hermandad del Amparo, de la parroquia sevillana de la Magdalena, y la túnica del delantal del Silencio", detalla Sánchez Rico. Luego se procedió al diseño, que es un auténtico homenaje a estas bordadoras, pues en en él están presentes todos los elementos propios de los enseres que salieron de su taller.
Un estilo que resume a la perfección el tránsito entre el último barroco del XVIII y el incipiente neoclasicismo del XIX. En su forma presenta un penacho grande con orejetas superiores y unos picos inferiores muy desarrollados. En su dibujo, prevalece la temática vegetal, con la inclusión de numerosas flores, semillas y plumas, un curioso elemento de las Zuloaga que también está presente en la nueva túnica del Gran Poder. Mención especial requieren aquí las lentejuelas, talcos y espejuelos, otras de las señas de identidad de este estilo de transición.
Quedaba, por tanto, encomendar la ejecución a los talleres. "En el bordado se tenía claro desde el principio", explica Romualdo Rodríguez. Debían ser las Hermanas Rama las que acometieran el trabajo. Se trata de una familia asuncionista que, desde 1988, regenta un taller artesanal en Brenes y que previamente ya ha tenido experiencia en este tipo de bordados, pues se encargaron de la restauración y pasado a nuevo soporte del traje de los Montpensier de la Virgen del Rocío (que luce en estos días con motivo del Rocío Chico) y donde ya se "familiarizaron" con dicha técnica y elementos, como los espejuelos. "A partir de ahí nos hicimos expertas en el manejo de este material, desconocido hasta entonces por nosotras", refiere María José, que regenta el taller junto a sus otras dos hermanas.
Los trabajos de bordado comenzaron en una fecha también muy mariana, el 18 de diciembre, festividad de la Virgen de la Esperanza. Para entonces, el comisario ya había seleccionado el soporte que también aporta singularidad: un terciopelo de seda celeste de procedencia italiana. Desde finales de 2020 se ha estado empleando una media de entre ocho y diez horas en exclusiva para esta obra, que se ha concluido pocos días antes del 15 de agosto, cuando se confeccionó la parte trasera, compuesta por moaré, el anagrama de María envuelto en dos palmas (símbolo del triunfo de la Asunción), un tachonado de estrellas y varias piezas alusivas a las letanías marianas.
Su ejecución no ha resultado nada fácil. Ha supuesto una prueba diaria en el trabajo del obrador, ya que muchas de las técnicas empleadas se encuentran en desuso, como setillos con hilo de muestra y moteado, puntas simples en muestra o el trabajo de lentejuelas con canutillo. "En cada puntada hemos estado asesoradas por Nacho y Javier, que nos decían si nuestras propuestas se ajustaban a lo que se hacía a principios del siglo XIX", refiere la bordadora, que insiste en "el trabajo de arqueología" que se ha hecho con el simpecado. "La labor historicista se ha llevado a tal extremo, que es perceptible hasta en el tipo de hilo usado, el más fino de los existentes, para ir en consonancia con los que se utilizaban en aquel entonces, cuando las manos de las mujeres eran de menor tamaño", añade Sánchez de los Reyes.
Un lenguaje artístico que se extiende a la platería realizada por Ramón León, que parece sacada del XIX en el asta, las perillas y la cruz (en la que destaca la combinación con el cristal tallado). Ese estilo se mantiene en los elementos que han salido de Cordonería Alba: cordones, borlones y especialmente las jarras, unos adornos donde la singularidad y la excelente ejecución confieren aún mayor personalidad a esta emblemática pieza, cuyo centro lo preside el óvalo pictórico realizado por la profesora de la Facultad de Bellas Artes de Sevilla y una asuncionista de cuna que tampoco podía faltar en esta lista de profesionales: Isabel Sola.
Esta cantillanera ha reproducido a la perfección a la titular mariana que preside la parroquia de este municipio y a la que sus numerosos devotos le vuelven a agradecer, mediante este simpecado que ya ha hecho historia, su intercesión en la pandemia del Covid.
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