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De las Santas Mujeres a Claudia Prócula, los personajes femeninos de la Pasión tienen su propia historia

El misterio que más personajes femeninos tiene es el Traslado al Sepulcro de Santa Marta. / Juan Carlos Vázquez.
Reyes Rocha

06 de marzo 2018 - 02:32

La representación de las mujeres que vivieron la Pasión de Cristo en la iconografía de la Semana Santa es desigual y se suelen circunscribir a las Santas Mujeres. Sin embargo, en las diferentes cofradías de la Semana Santa se pueden encontrar personajes con una historia curiosa detrás. Éste es el caso de Claudia Prócula, la esposa de Pilato.

La Verónica y la fe en Montserrat

Cada año, hay dos mujeres que representan el Viernes Santo a la Santa Mujer Verónica y a la virtud teologal de la Fe en la estación de penitencia de la Hermandad de Montserrat. En esta ocasión, las encargadas de continuar con esta tradición que se remonta a mediados del siglo XIX son las hermanas de la corporación Carmen Fernández Gallardo y Patricia López Domínguez.

Dos pasos cuentan con la mujer del prefecto romano en Judea. Una de ellas va en el misterio de la Presentación al Pueblo (San Benito) junto a una doncella y la otra forma parte de los personajes secundarios de la Sentencia (Macarena). Ambas tienen un cuidado ajuar que contribuye a destacar discretamente su figura en una escena donde la mujer de Pilato fue la única en poner de manifiesto la inocencia de Jesús. De los cuatro evangelios, sólo lo menciona el de Mateo (27:19). Según Mateo, ella le envió un mensaje a su esposo diciéndole: "No te mezcles en el asunto de este justo, porque hoy, por su causa, tuve un sueño que me hizo sufrir mucho".

La esposa de Pilato vuelve a ser mencionada en uno de los apócrifos de la Pasión, el titulado Actas de Pilato dentro el Evangelio de Nicodemo. "Cuando vio esto Pilato se llenó de miedo y se dispuso a dejar el tribunal. Pero mientras estaba pensando aún en levantarse, su mujer le envió esta misiva: 'No te metas para nada con este justo, pues durante la noche he sufrido mucho por su causa'. Pilato llamó entonces a todos los judíos y les dijo: 'Sabéis que mi mujer es piadosa y que propende más bien a secundaros, en vuestras costumbres judías'. Ellos dijeron: 'Sí, lo sabemos'. Díjoles Pilatos: 'Pues bien, mi mujer acaba de enviarme este recado: No te metas para nada con este justo, pues durante la noche he sufrido mucho por su causa'. Pero los judíos respondieron a Pilatos: '¿No te hemos dicho que es un mago? Sin duda ha enviado un sueño quimérico a tu mujer" (ActPil. 2, 1).

Claudia Prócula en San Benito. / juan carlos vázquez.

La Claudia Prócula de San Benito fue obra de Castillo Lastrucci en 1928. Ella y la criada, situadas muy próximas, fueron sacadas de una misma pieza. La del misterio de la Sentencia de la hermandad de la Macarena es del mismo escultor. Pero hay otras figuras secundarias femeninas en las cofradías sevillanas que no corresponden con los textos canónicos, ni siquiera con los apócrifos, sino que están más acorde con la escenografía y el sentido teatral del pasaje que se representa en cada paso. La niña hebrea de la Borriquita o la madre con el bebé en el paso de Jesús de la Tres Caídas de Triana.

Diferente es el personaje de la Criada Acusadora en el paso de Nuestro Padre Jesús de la Paz, que representa a la mujer que increpó a Pedro mientras éste negaba ser uno de los seguidores de Jesús. "La muchacha que atendía la puerta dijo a Pedro: '¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?' Pedro le respondió: 'No lo soy".

Por su parte, el misterio que más personajes femeninos presenta es el de Santa Marta, en el que se encuentran representadas cinco: Virgen María, María Cleofás, María Salomé, María Magdalena y Santa Marta.

En este sentido, de las conocidas como las Santas Mujeres: María de Cleofás, María Magdalena y María Salome, que suelen aparecer en varios de los misterios, sobre todo al pie de la cruz o en el traslado al sepulcro, merece una mención aparte la figura de María Magdalena.

Durante mucho tiempo la representación de esta santa en la iconografía religiosa estuvo sometida a cierta polémica. La tradición católica, sin embargo, ha identificado con María Magdalena a otros personajes citados en el Nuevo Testamento. Por un lado, la mujer adúltera a la que Jesús salva de la lapidación, en un episodio que sólo relata el Evangelio de Juan. Por otro, la mujer que unge con perfumes los pies de Jesús y los enjuga con sus cabellos antes de su llegada a Jerusalén según los evangelios sinópticos,cuyo nombre no se menciona. Y por último , María de Betania, hermana de Lázaro.

En cualquier caso, tanto en el Nuevo Testamento canónico, en varios evangelios apócrifos, como una distinguida discípula de Jesús de Nazaret. De hecho, se le representa siempre al pie de la cruz. En este sentido, la Hermandad del Sol ha recuperado una imagen histórica de la Sacra Conversación entre María Magdalena, la Virgen y San Juan para su paso de palio.

En lo que todas las representaciones de María Magdalena coinciden es en la complejidad del personaje. Artísticamente, según indica el libro Guía para identificar los santos de la iconografía cristiana (Cuadernos Arte Cátedra), se la suele representar con ricos vestidos y los cabellos largos y despeinados. De hecho, María Magdalena en el paso de las Cinco Llagas (Hermandad de la Trinidad) o en el del Cristo de la Conversión (Montserrat), lleva el pelo natural y suelto. La santa que va junto al crucificado de la Buena Muerte de la hermandad de la Hiniesta lleva el pelo tallado, pero igualmente largo y despeinado, e incluso muestra un hombro al aire. Y es que, cuando Castillo Lastrucci presentó el boceto de la santa penitente, la corporación pidió al escultor que cubriese el hombro de la Santa Mujer con sus ropajes. Hoy en día, lejos de la pacatería imperante entonces, podemos disfrutar de la belleza serena de una santa que llora ante Jesús, tal y como la concibió el artista.

La Virgen del Sol, con María Magdalena y San Juan Evangelista. / JOSÉ ÁNGEL GARCÍA.

Entre las santas mujeres que la tradición relaciona con la Pasión de Cristo, está Verónica. Fue la mujer que, durante el camino al Calvario, tendió a Cristo un velo, lienzo o paño para que enjugara el sudor y la sangre. En la tela habría quedado milagrosamente impreso el Santo Rostro. La escena no se encuentra en los evangelios canónicos, sino en los apócrifos (Evangelio de Nicodemo).

Desde tiempo inmemorial, la única posibilidad que tenían las mujeres de realizar de una forma legal la estación de penitencia estaba en la Hermandad de Montserrat, puesto que forman parte de su cortejo la Santa Mujer Verónica y la Fe.

En la Estación de Penitencia de 1859 formó parte del cortejo, por vez primera, una joven representando a la Santa Mujer Verónica. En el año 1865 se incorpora en la procesión la representación simbólica de la virtud teologal de la Fe, encarnada igualmente por una joven. Desde entonces ambas figuras se han convertido en elemento distintivo y signo tradicional de Montserrat,

La primera salida de la alegoría de la Fe fue el Viernes Santo de 1865. Según fuentes de la hermandad, iba encarnada por una niña de 13 años vistiendo un "lujoso traje de tisú salpicado de oro fino, manto de encaje guarnecido de oro con la cruz y el cáliz dorado".

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