Una noche vacía
Desde 1933, en esa ocasión por la II República, no se quedaba la ciudad sin una sola cofradía en la Madrugada.
HABRÍA que rebuscar en los anales de las cofradías, o en el Bermejo o González de León para encontrar la fecha de la última Madrugada en la que no salió ni una sola cofradía a la calle. La del año 2011, pasará, sin duda, a la historia como una jornada completamente aciaga. Durante todo el Jueves Santo se fue fraguando esa sensación de que ni un solo paso haría estación de penitencia. Algunos albergaban cierta esperanza con las últimas de capa en salir, la Esperanza y los Gitanos. La lluvia que cayó durante todo el día en la ciudad, en ocasiones con gran intensidad, fue dejando el Jueves Santo roto. Sin el Señor de Pasión de regreso al Salvador, y sin ese itinerario soñado cada año acompañando a la Virgen del Valle hasta la iglesia de la Anunciación.
Sin procesiones que ver en esas horas de la ilusión que marcan la frontera entre el Jueves Santo y la Madrugada, el público que había en la calle, que no era poco, se tuvo que conformar -menudo disfrute- con el desfile marcial de la Centuria Romana de la Macarena en ese tránsito que cada año le lleva a rendir pleitesía al Señor de Sevilla en San Lorenzo. A las 22:15, los armaos realizaron la emotiva visita al Mercado de la Encarnación, este año en su nueva ubicación bajo los parasoles. A las 22:45, tras un enorme aguacero, la tropa macarena conquistaba San Lorenzo entre los paraguas de un público enfervorizado y con más moral que el Alcoyano. Ya se adivinaba que la noche no iba a deparar ninguna alegría. Tras la visita a la basílica, tan sentida como cada año, un mar de plumas tomó Conde de Barajas en dirección a la Alameda a los sones de Esperanza Macarena.
Pocos minutos después de la medianoche, hora fijada para la salida de la primera de las hermandades, la Macarena, se fueron sucediendo las tristes noticias. Se anunció que la Macarena no saldría mientras la lluvia arreciaba en la Resolana. Casi simultáneamente, se conocía que el Silencio tampoco pondría su cruz de guía en la calle. En San Lorenzo también se confirmó la peor de las noticias: los sevillanos tendrían que acudir a la basílica si querían contemplar esta Madrugada al Señor y a la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso. El templo se abrió a la dos de la mañana, y desde una hora antes, la cola de fieles, que desafiaba a la intensa lluvia, se extendía por toda la plaza, subía por Juan Rabadán y se perdía por Teodosio.
La primera parte de la Madrugada ya estaba perdida. Muchas personas confiaban en que, como en el 2004, en Triana se devolviera la esperanza a la noche. Dicen que desde 1847 no se quedaba la hermandad sin salir. A la 1:45, el hermano mayor, Adolfo Vela, anunció que se esperarían media hora. A las 2:15 se volvió a reunir el cabildo, y 10 minutos más tarde se confirmó lo previsible: "Es muy triste pero no podemos iniciar la estación de penitencia. Las previsiones son realmente malas". De nada valieron las estadísticas. A esa hora tronaba sobre la ciudad. En los Gitanos se anunció también que no se salía. Un rato después, el Calvario, la última en salir, hacía lo propio. Noche vacía.
Desde 1933, en esa ocasión por la República, no se había quedado la Madrugada sin cofradías.
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