Noche de Jueves a Viernes Santo: la intrahistoria de Margot y la Virgen de la Merced
Desde su incorporación al palio de la Merced la banda de la Oliva interpreta Margot en la entrada de la dolorosa
La primera adaptación la realizó José Manuel Bernal en el año 2004 y desde entonces es clave en los repertorios cofradieros
Cuando escribo este tipo de artículos siempre procuro trasladarme a su contexto genuino para intentar comprender los pensamientos, motivaciones e inclinaciones tanto individuales y colectivas. Fue en el verano de 1914. Hace ya casi ciento diez años. Un tal Joaquín Turina, abrasado por la luz evanescente y aceitosa de Sanlúcar de Barrameda, compuso durante su estancia en esta inapreciable ciudad la ópera Margot, que sería estrenada en octubre de ese mismo año en el Teatro de la Zarzuela de Madrid.
Margot -parisina cortesana- era el vértice de un triángulo amoroso que completaban José Luis y Amparo. Con la Semana Santa sevillana como telón de fondo, Margot le declara a José Luis su amor incondicional a pesar de su entrega insobornable hacia Amparo. Un fragmento de esa ópera, conocido como Noche de Jueves a Viernes Santo, representa el instante en que Amparo canta una saeta a una cofradía mientras José Luis y Margot resuelven este entuerto sentimental. El protagonista finalmente acabaría decantándose por su amada, mientras que su amante quedó desplazada y dolida.
En este sentido, se ve reflejado y representado algo tan propio y característico de aquella época como el potente sentimiento nacionalista, una "corriente musical que persigue enaltecer los valores culturales, la música popular, los paisajes, a través de la música, convirtiéndola en fuente de culto", como apuntan los amigos de Patrimonio Musical. Esto es, una descripción melódica del sentimiento verdadero andaluz, alejado del cartón y la superficie. O como escribía el propio Turina en una carta a su amigo Víctor Espinós, en la víspera del estreno de la obra: "Andalucía es, sin duda, fuente de lirismo para compositores andaluces. Tan maltratada ha sido por los extranjeros y los forasteros, que me parece inútil insistir en ello. El fondo del sentimiento andaluz es triste, ¡y se empeñan en una continua pandereta!".
La cuestión es que en esta pieza, concretamente en el segundo cuadro del acto segundo, encontramos una melodía perfectamente definida y reconocible en el oído cofradiero de las generaciones actuales. Se trata, efectivamente, de Noche de Jueves a Viernes Santo, o Margot, marcha procesional que en 2004 adapta la Oliva de Salteras para mayor deleite y gloria de nuestra Semana Santa. Esta versión (después aparecieron otras más, igualmente interesantes) es la que cada año se escucha en la Plaza del Salvador cuando la Virgen de la Merced -una Margot sevillana- regresa al Salvador en la hora absoluta de un tiempo ausente pero capital. Quizás no resulte llamativo al ojo epidérmico y básico. No hace falta. Allí, en ese instante, están quienes buscan cerrar la cuadratura de un círculo perfecto. Amor, traición, belleza, música, Andalucía... Joaquín Turina, que murió siendo hermano de Pasión. La Semana Santa, en suma, elevada y toda.
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