Traslado de la Macarena y el Gran Poder para la magna de Sevilla: la noche de diciembre que se vistió de primavera

La Virgen de la Esperanza Macarena sale a la calle y no hay quien pueda contener una lágrima a su paso

El Gran Poder pasa, y el mundo calla. Todo a su paso se enmudece

Triana adelanta la Magna

La Virgen de la Esperanza a su entrada en la Catedral
La Virgen de la Esperanza a su entrada en la Catedral / Rosario García

Sale la Esperanza y Sevilla llora. Cuántos recuerdos no llevará cada lágrima. En los ojos de la Virgen está el amor de todos los que les enseñaron a mirarla. Las gargantas no pueden aguantar un ‘Macarena, ¡guapa!’. Y qué verdad. Qué guapa iba la Macarena. 

Salió puntual, con la prisa característica de la Hermandad de San Gil cuando sale a la calle. Más de 1.000 hermanos acompañaban a su Virgen queriendo llenar el vacío que esta madrugada nos dejó. Salió la Macarena, y todo cobró un poco más de sentido. La noche, fría, tomó calidez cuando el humo de la candalería iba dejando poco a poco la imagen más bonita de la Esperanza. 

Llenó la plaza a la que le da nombre. Llenó Feria. Llenó una Alameda donde no cabía ni un alma. Y es que la Virgen jamás va sola. 

Casi siete horas que pasaron en un pestañear. Siete horas consumidas en el recuerdo de aquello que hace 29 años el destino quiso que sucediera, y hoy ha vuelto a pasar. Qué guapa está la Esperanza de Triana mirando a la Macarena, y qué guapa está la Macarena mirando a la Esperanza. Recuerdo grabado en la retina de una Sevilla que ya guarda –aún más si es que cabe– instantes para el baúl de sus recuerdos. 

Todo lo que pasa en San Lorenzo

Por San Lorenzo, el silencio. Pasa el Gran Poder. Qué difícil describir algo así. El Señor está en la calle y el resto del mundo se frena. Pasa el Gran Poder, y el mundo calla. Mírale, parece que anda. Eran las seis de la mañana cuando se abrían las puertas de la Basílica. Cuando sale el Señor solo hace falta mirar las caras de la gente. Salió como hace mucho que no se le veía, y es que hace años que la túnica persa no lucía en Él tal y como ha lucido hoy. Avanzaba las calles a paso acelerado. Muchos macarenos no han dejado atrás la ocasión de escaparse de la Catedral a paso aligerado para poder verlo. Como ellos, Sevilla. 

Y, como si nada hubiera pasado, el reloj da la hora. El Señor ha entrado, ya nos espera. Será en unas horas cuando vuelva a salir a la calle. Junto a Él, la Esperanza, ambas. Y el Cachorro, imponente, como siempre. Y bendita sea la Virgen de los Reyes. Qué alegría por Valme, por Setefilla, por Consolación. Fiesta en la provincia que, café en mano, ya ponen rumbo a Sevilla. 

Todo acaba en una noche donde se hizo de día. Pero qué noche. Y, sobre todo, qué día. 

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