No hay que fiarse de los canguros
Retahílas
El año 2000 que su padre, Manuel Román, empieza a presidir el Consejo de Cofradías, Betis y Sevilla bajan a Segunda
Mellizos farmacéuticos, Álvaro es bético y Juan sevillista. Los dos de San Esteban y el Gran Poder

Los dos son de San Esteban. Los dos del Gran Poder. Los dos farmacéuticos. Son hermanos. Son mellizos. Vidas paralelas desde que nacieron el 5 de enero de 1984, víspera de Reyes. Dos gotas de agua. Uno, Álvaro, es bético. El otro, Juan, sevillista. Los dos con carnet de sus respectivos equipos, que mañana se enfrentan en Heliópolis. Álvaro y Juan Román Molina son hijos de Manuel Román Silva (Sevilla, 1951), que entre 2000 y 2008 fue presidente del Consejo General de Hermandades y Cofradías. Empezó su mandato el segundo año de Alfredo Sánchez Monteseirín en la alcaldía. El año de los incidentes de la Madrugada (20 de abril de 2000) y, qué se le va a hacer, del descenso a Segunda de Betis y Sevilla. Acompañando al Atlético de Madrid de Jesús Gil. El efecto 2000. El maleficio de Dionisio el Exiguo.
Del sábado al domingo cambian la hora. Un cambio de ciclo en Sevilla. Domingo de Derbi. Domingo de Pasión. Domingo de Ramos. Domingo de Resurrección. El partido es como unas vísperas balompédicas de la consagración de la primavera. El año que nacen, el Betis terminó quinto y el Sevilla octavo. Más o menos como ahora, cuatro décadas después. El Betis es sexto y el Sevilla décimo.
Tienen la farmacia en la Puerta Carmona, junto al cartel donde se lee Capirotes. Muy cerca está la iglesia de San Esteban, cuya hermandad conmemora el año próximo el centenario de su fundación. Su abuelo era farmacéutico, el oficio de sus padres, Manuel Román y Carmen Molina.
La farmacia fue fundamental en la decantación de las aficiones. “Nuestro abuelo, Manuel Román Calvente, era el farmacéutico de Umbrete, la tenía junto a la peña Bética de ese pueblo del Aljarafe”. Toda la familia siguió la tradición, los mellizos también, hasta que se produjo el cisma de una manera fortuita. “Mis padres salían algunos fines de semana y cogían de canguro a un primo que nos cuidaba”, cuenta Juan. “Como vivíamos al lado del Sánchez Pizjuán, le pidió permiso a mi padre y me llevó a ver un partido del Sevilla. Ahí empezó todo”.
Los dos estudiaban en el colegio Tabladilla. Iban a clases separadas, pero jugaban en el mismo equipo de fútbol. “Yo de central y mi hermano Juan de líbero. Jugábamos partidos contra el Sevilla en el que nos tocaba marcar a Antonio Puerta (también de 1984), que era una pesadilla para los defensas”. En la clase de Juan la mayoría eran sevillistas. “A veces me daba pena no ser del Betis, porque me perdía el disfrute de la familia cuando ganaban”.
Álvaro verá el partido en el campo con sus tres hijos: Álvaro, Luz y Ángel, que a sus dos años ya es socio. Juan lo verá con amigos en un bar del edificio Sevilla 2. “Antes solía ir al campo del Betis, pero tienes que ir escoltado por la policía”. También tiene tres hijos: Juan, Manuel y Ana. “Todos sevillistas, aunque el del medio está titubeando”.
Su padre ha sido una institución en el mundo de las cofradías. Haciendo una analogía política, se puede decir que Álvaro es militante y Juan simpatizante. “A mí no me gusta la Semana Santa”, dice el sevillista, “me gusta mi hermandad. Mi padre me dice que soy la oveja negra de la familia. Y yo le digo que seré la oveja blanca, por sevillista”. Una rareza. Cree que él y su primo Ignacio son los únicos que se salieron de la estela del farmacéutico de Umbrete.
Hay un tercer varón, Manuel, que estudió doble grado de Derecho y Empresariales y está en Monterrey al frente de la división mexicana de Heineken. “Se ha hecho muy amigo de Canales”. El sevillista ha viajado mucho con su equipo por toda Europa. El bético, en tiempos de vacas más flacas, conoció muy bien la península. Juan ha estado en todas las finales europeas “menos la de Mónaco” y se perdió una final de la Copa del Rey porque su tío Antonio Herrera, “que era como un padre para nosotros”, estaba a punto de morirse.
Recuerdan un derbi al que fueron juntos. Un Betis-Sevilla del que recuerdan los goles de Arzu para el equipo local y de Saviola entre los visitantes. Los hermanos Román Molina se fueron de Erasmus a Italia: Álvaro, a Pavía; Juan, a Pescara. “El equipo estaba en Segunda B y había un chaval de 16 años que jugaba como los ángeles. Era Verratti. Se lo dije a Adrián del Nido y me dijo: haz un informe. Le dije que yo no tenía ni idea de fútbol, que informara a Monchi”.
Este fin de semana puede que alguien les pida en la farmacia pastillas para el sueño, para los nervios, por la rivalidad balompédica que con un ritmo de orquesta llega justo en la semana previa a los días señalados de la ciudad. San Esteban está a dos pasos. “Yo iba a la misa de la hermandad y después me iba a la playa”, reconoce Juan, que está pensándose volver a salir de nazareno “sobre todo por mis hijos”. No podrían entrar uno con el carnet del otro en el campo del eterno rival. Son mellizos y tendrían que ser los Gemelos del Sur. Las apariencias engañan. Hace unos años, esta farmacia fue noticia en los telediarios porque uno de los farmacéuticos redujo a un ladrón. “Todos pensaban que era yo”, dice Juan, más alto y más fornido que Álvaro, “pero fue mi hermano, yo estaba en el Camino de Santiago”. Ni Juan es Arnold Schwarzenegger ni Álvaro Danny de Vito, pero su asimetría corporal les da cierto aire con los actores que protagonizaron la película Twins (Los gemelos golpean dos veces).
En la farmacia de Puerta Carmona se juntan las abcisas del Sánchez Pizjuán, donde vivía la familia, con las ordenadas del Benito Villamarín, donde germinó la afición. “Ser del Betis es motivo de alegría, es como ver una corrida de toros”, dice Álvaro. “El famoso manquepierda”, completa su hermano, el disidente. Juan jugaba al fútbol, pero lo cambió por el frontón. “Vamos todos los años un grupo de amigos a frontones del norte: cerca de San Sebastián, Bilbao, Irún. También juego al golf”. Álvaro, contraviniendo la leyenda de Rogelio, ha corrido cuatro veces el maratón de Sevilla.
Los marcadores de Antonio Puerta tienen una bonita anécdota con José Antonio Reyes. Juan fue con varios amigos a Londres. “Por medio de Jesús Rodríguez de Moya, que hizo la mili con mi padre, conseguí una entrada para el campo del Arsenal. Vi un Arsenal-Aston Villa con los padres y la novia de Reyes. Ganó el Arsenal 4-2. Estuve con Reyes en el vestuario, donde vi a Patrick Vieira, Bergkamp y Tierry Henry. Le dije que unos amigos de Sevilla querían saludarlo, alquiló una furgoneta y fuimos todos a su casa. Un tipo increíble”.
Álvaro tiene un recuerdo más cercano de Reyes. “Fui al campo del Sevilla que entrenaba Michel cuando perdimos cinco-uno. Cuando entré en el estadio, ya íbamos perdiendo 2-0”. El día del derbi faltarán quince días para el Martes Santo, el día grande en Pilatos y el entorno de San Esteban. Se desean buena suerte y Buen Viaje.
Hermanos de San Esteban y del Gran Poder, cofrades de la farmacia de Puerta Carmona, afrontan este duelo con guasa y elegancia. No hay que fiarse de los canguros. Pueden llevar dentro un complejo de Edipo.
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