Mujeres en la Semana Santa: la lucha por un papel más visible en las hermandades

El testimonio de Alba Valenzuela y Elena Blanch refleja la realidad de muchas mujeres en la Semana Santa sevillana, que con esfuerzo y pasión, siguen abriendo camino dentro de un mundo tradicionalmente masculino

La mujer de Pilato que vive en la Macarena y San Benito

Alba Valenzuela (izquierda) y Elena Blanch (derecha), dos jóvenes con papeles destacados en la Semana Santa de Sevilla
Alba Valenzuela (izquierda) y Elena Blanch (derecha), dos jóvenes con papeles destacados en la Semana Santa de Sevilla / Rafa Del Barrio

Históricamente, las mujeres han enfrentado grandes obstáculos para lograr una participación equitativa en las hermandades sevillanas, instituciones marcadas por un predominio masculino. Aunque su presencia en las juntas de gobierno sigue siendo mínima —en la mayoría de los casos, por debajo del 10 %—, han conseguido avances significativos en otros ámbitos.

La presencia femenina en los cortejos procesionales no es una novedad contemporánea. Documentos del siglo XVII ya reflejaban la participación de mujeres en hermandades como la del Silencio y la Vera Cruz, aunque en secciones separadas de los hombres. Sin embargo, no fue hasta 1986 cuando la Hermandad de los Javieres permitió la salida de cinco mujeres nazarenas, abriendo una puerta que luego seguirían otras corporaciones, como Vera Cruz y San Esteban en 1987, y varias más a finales de los años 80.

El gran punto de inflexión llegó en 1997, cuando el arzobispo Carlos Amigo Vallejo reconoció el derecho de las mujeres a participar en los cabildos con voz y voto. No obstante, la decisión de incluirlas en los cortejos procesionales quedó a criterio de cada hermandad. La Macarena dio un paso decisivo en 2001 al aprobar la participación de mujeres nazarenas con una ajustada votación, marcando el camino para otras cofradías, que se sumaron en los años siguientes.

El debate llegó a su fin en 2011, cuando el arzobispo Juan José Asenjo emitió un decreto que establecía la plena igualdad de derechos entre los miembros de las hermandades, eliminando cualquier restricción por género en los cortejos procesionales. Con ello, incluso las hermandades más reticentes, como el Silencio, la Quinta Angustia y el Santo Entierro, tuvieron que abrir sus puertas a las mujeres, cerrando así una brecha histórica en la Semana Santa sevillana.

Actualmente, la figura femenina cuenta con una gran presencia en las cofradías de la ciudad. No sólo como nazarenas, sino también en otros cargos dentro de una hermandad: acólitos, camareras, vestidoras, priostes y miembros de la Junta de Gobierno.

Elena Blanch y Alba Valenzuela: dos mujeres jóvenes con vocación cofrade

En este contexto de avances y desafíos, Elena Blanch y Alba Valenzuela son dos jóvenes hermanas del Buen Fin, La Paz, La Redención, Santa Genoveva, Los Gitanos, las Nieves de Santa María la Blanca y el Calvario. Ejercen como acólitas en varias de estas hermandades. Ambas tienen un papel activo en ellas, participando en actividades y cultos a lo largo del año, con el colofón final de la estación de penitencia en Semana Santa.

Estas dos jóvenes, que se profesan una admiración mutua, como expresaron en el tercer episodio del podcast de El Palquillo, destacan por su entrega a sus hermandades y su gran vocación cofrade. A través de sus testimonios, nos adentramos en su experiencia y reflexionan sobre el papel de la mujer en las cofradías.

Alba Valenzuela durante una estación de penitencia como cirial
Alba Valenzuela durante una estación de penitencia como cirial / M. G.

"Aún queda mucho por avanzar"

Sobre los avances en igualdad dentro de la Semana Santa, Alba es clara: "Sí, queda bastante. Es verdad que, a pesar de que ya, por suerte —y digo 'por suerte' irónicamente—, todas las mujeres pueden salir de nazarenas desde 2011, todavía hay mucho recorrido, sobre todo en el ámbito que nosotras más hemos tocado, que es el cuerpo de acólitos. Hay muchas hermandades que todavía no permiten a las mujeres en este papel".

Por su parte, Elena añade: "Yo opino igual que Alba. Lo que pasa es que, a diferencia de ella, en muchos aspectos he tenido más suerte. En las hermandades donde yo estoy, la mujer nunca ha sido un problema ni se le ha vetado, siempre se le ha dado su sitio".

Alba Valenzuela de acólita con Nuestro Padre Jesús de la Victoria (La Paz)
Alba Valenzuela de acólita con Nuestro Padre Jesús de la Victoria (La Paz) / M. G.

Cuando se les pregunta si han tenido algún problema, Alba explica que depende de cada hermandad: "En algunas no hubo ningún problema, hasta que una primera chica quiso ser acólita y no se le puso impedimento. Pero en otras sí ha habido que negociar y luchar más. Ahora parece estar más asentado, pero todavía queda camino por recorrer". "Hay hermandades en las que me consta que el papel de las mujeres por ejemplo es vestir a los niños de acólitos"

"Sigue sorprendiendo que un cuerpo de acólitos sea predominado por mujeres"

Sobre si alguna vez se han sentido discriminadas dentro del mundo cofrade, Elena comenta: "Al principio, cuando la mujer entró en el cuerpo de acólitos, era difícil ver a una mujer pertiguera. Cuando empecé a salir hace diez años de acólita, escuchaba comentarios como 'Anda, mira, una mujer pertiguera'. A día de hoy, sigue sorprendiendo que la mayoría de un cuerpo de acólitos sean mujeres".

Alba coincide y añade: "A veces yo misma me fijo y pienso: 'Mira, una mujer pertiguera', porque sigue siendo raro verlo. Y también está el típico comentario sobre la fuerza, diciendo que una mujer no podrá sostener un cirial igual que un hombre. Pero la realidad ha demostrado que hay hombres que no pueden y mujeres que sí, y al contrario".

"Somos una misma hermandad, todos vamos a una"

Sobre el futuro de la mujer en la Semana Santa, Elena cree que la clave está en la normalización: "No es cuestión de mujer u hombre, somos una misma hermandad, y todos vamos a una. Vamos por buen camino".

Por su parte, Alba destaca la importancia de evitar hacer diferenciaciones: "Aún nos sorprendemos al ver a una mujer en ciertos cargos, y eso es lo que hay que cambiar. Debe dejar de ser una excepción y convertirse en algo natural".

El significado de participar en la hermandad

Para las jóvenes cofrades, formar parte activa de sus hermandades es algo que va más allá de una simple participación. "Para la persona que es cofrade y le gusta, significa todo. Al final, te están dando una responsabilidad, te están valorando, están valorando tu trabajo", explica Elena. Para ella, lo más importante es "integrarse, sentirse una más", sin importar el género ni la edad.

Alba Valenzuela (de espaldas), acompañando de acólita a Nuestra Señora de las Mercedes (Santa Genoveva)
Alba Valenzuela (de espaldas), acompañando de acólita a Nuestra Señora de las Mercedes (Santa Genoveva)

Sin embargo, reconoce que ser mujer joven supone un reto añadido. "Muchas veces el problema no es ser mujer, es ser mujer joven. A una mujer adulta, con más experiencia, se le respeta más. A nosotras nos ha pasado que, por ser jóvenes, no confían tanto en nuestro trabajo. Pero hemos tenido suerte en nuestras hermandades, porque han confiado mucho en nosotras y nos han dado cargos de bastante responsabilidad", destaca.

Alba comparte esta visión y lo considera un privilegio. "Independientemente del cargo que ostentemos, supone una gran confianza depositada en nosotras", señala. Para ella, uno de los momentos más especiales es poder estar cerca de las imágenes sagradas. "Vivir momentos como tocar o coger a la Virgen con mis manos es un privilegio. En mi hermandad somos 6.000 hermanos, y hay muchos que nunca imaginarían algo así. Para mí, se ha convertido en algo cotidiano, y eso es una suerte", añade.

Referentes en la Semana Santa

A lo largo de los años, han sido muchas las mujeres que han abierto camino dentro de las hermandades, convirtiéndose en referentes para las nuevas generaciones. Para Alba, ese ejemplo lo encuentra en alguien muy cercano: su compañera Elena. "Es una referencia porque ostenta un cargo parecido al mío en su hermandad y muchas veces recurro a ella para contarle lo que me ha pasado", reconoce.

Pero no solo se fija en sus coetáneas, sino también en aquellas que lucharon por abrir puertas antes que ellas. "Mi prima fue la primera en el Buen Fin y tuvo que pelearlo. Y a día de hoy sigue apoyándonos para que no lo dejemos", explica. También menciona el papel de algunos hombres, como los padres de niñas que quisieron formar parte y defendieron su presencia dentro de la hermandad. "Cuando pasa algo, a veces les da más rabia a ellos que a nosotras mismas", añade.

Elena Blanch de acólita con La Redención durante un Lunes Santo
Elena Blanch de acólita con La Redención durante un Lunes Santo / M. G.

Elena, por su parte, menciona a dos mujeres que han marcado su camino. "La actual promotora sacramental, que hace cuatro años confió en mí y me enseñó todo en lo referente al culto", detalla. Y, por supuesto, una figura histórica dentro de su hermandad: Angelita Yruela. "No hace falta hablar de ella. Es un gran referente", afirma con admiración.

Mirando al futuro

En lo relativo al futuro dentro de las hermandades, Elena se ve en una junta de gobierno: "En el Rocío, donde más hago hermandad, siempre han valorado mi trabajo y tengo la confianza de que podrían contar conmigo".

Alba, por su parte, reconoce que ahora está enfocada en sus oposiciones, pero deja abierta la posibilidad: "A largo plazo, sí podría ser una opción. Las dos hermandades donde ocupo cargo, que son en La Paz y en el Buen Fin, han confiado en mí y siguen confiando plenamente en mí a día de hoy. Sí, a lo mejor en el cuerpo de acólitos no, porque eso tiene una etapa. Pero bueno, yo, al fin y al cabo, en una junta siempre estoy para servir a mi hermandad lo que haga falta. Independientemente de si tengo que estar en una junta o no, el día de mañana, si quieren contar conmigo, pues encantada accederé. Y si no, para antes, yo voy a seguir estando igual, haya quien haya".

Su testimonio refleja la realidad de muchas mujeres en la Semana Santa sevillana, quienes, con esfuerzo y pasión, siguen abriendo camino dentro de un mundo tradicionalmente masculino.

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