Monseñor Fisichella: “Sin belleza no tendríamos el inicio del cristianismo”
En su ponencia, el pro prefecto del dicasterio para la Evangelización insistió en explorar esta vía como camino hacia la evangelización
El Papa ensalza la herencia de la fe en las hermandades y la familia
La misión evangelizadora, alma de las hermandades, fue el título de la primera de las ponencias del II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular que pronunció monseñor Salvatore Fisichella, pro prefecto del dicasterio para la Evangelización, tras la ceremonia de apertura. En su intervención insistió en explorar la vía de la belleza como camino hacia la evangelización. Fue presentado por el obispo de Málaga, monseñor Jesús Catalá.
“Aquí en esta tierra que ha visto el nacimiento y la conservación de obras únicas en el mundo fruto de la espiritualidad popular, se puede con mayor convicción hablar de la belleza como vía privilegiada de la evangelización. Sin belleza no hay amor y no tendríamos el inicio del cristianismo”, expuso Fisichella.
El cristianismo comprendió inmediatamente la importancia de la belleza, a través de la llamada vía pulchritudinis “para transmitir los contenidos de la fe. Lo que atrae durante la Semana Santa a millones de personas a Sevilla es la belleza de la tradición que se transmite de padres a hijos, fruto de la fe de una comunidad que se identifica con algunos signos como expresión de identidad y sentido de pertenencia”.
Monseñor Fisichella lamentó que “la belleza corre el riesgo de no encontrar audiencia en ninguna parte”, es una cita que con tono de tristeza el teólogo von Balthasar escribía. Sin embargo, “es el término que debe marcar el inicio de la reflexión sobre la fe y el anuncio del Evangelio. Cuando el misterio se revela, lo hace asumiendo la belleza”.
Sobre este mismo asunto añadió que la belleza “ha creado una forma de contemplación que conduce al amor, pero que podría desaparecer lentamente, con el peligro de caer en la desesperación, si desgraciadamente esto sucediese, el vacío sería enorme y no podría ser sustituido por nada. Es necesario anunciar la fe a la luz de la belleza, porque nos permite superar la fragmentariedad”.
El pro prefecto del Dicasterio para la Evangelización destacó que el camino de la hermandades y cofradías “se puede insertar dentro del camino de la belleza, que ha sido percibida como un llamado a vivir de cerca la vía del discipulado cristiano”. Sobre este aspecto resaltó que “la cantidad de imágenes que recorren las ciudades con los símbolos de la fe de una manera encarnada e inculturada no hacen otra cosa sino provocar maravilla y suscitar los interrogativos que están en la base de la conversión del corazón”.
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