Martes Santo roto por la lluvia y el granizo

Cuatro de las ocho hermandades se quedaron sin salir por las inclemencias meteorológicas

El Cerro y San Benito abrieron un día que se recompuso en parte al final con Los Javieres y Santa Cruz

El tiempo en Sevilla para el Miércoles Santo

El programa de la Semana Santa de Sevilla

Músicos empapados tras la Virgen de los Dolores del Cerro
Músicos empapados tras la Virgen de los Dolores del Cerro / Antonio Pizarro

"Las tormentas de esta tarde pueden ir acompañadas localmente de granizadas de tamaño pequeño". Es el texto del tuit que publicó la cuenta de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en Andalucía. Lo hizo a las 10:25 horas de este Martes Santo, siete horas antes de que una tromba de agua y granizo descargara durante unos minutos en el centro de Sevilla. A esa hora, las cinco y media de la tarde, estaban en la calle dos hermandades, la del Cerro y San Benito, que habían decidido desafiar los nada halagüeños pronósticos del tiempo, que apuntaban a un 80% de riesgo de lluvia entre las cuatro y las ocho de la tarde. Otras tres habían pedido prórrogas y otras tres más, las últimas del día, no habían tomado aún decisión alguna.

El día no estaba para ver cofradías, desde luego. Había amanecido con un frío más propio del invierno y con un viento que obligaba al Ayuntamiento a cerrar los parques y jardines de la ciudad de forma preventiva, para evitar accidentes por caídas de ramas. Mala cosa para quien quisiera ir a ver cofradías con niños. Esta decisión habría obligado después a cambiar el recorrido de la Candelaria, que, de haber salido, no habría tirado por los Jardines de Murillo, uno de los momentos más bellos y esperados de la jornada.

Presentado a Sevilla.
Presentado a Sevilla. / Juan Carlos Muñoz

Los meteorólogos avisaban de que la situación era muy parecida a la del Domingo de Ramos, con chubascos dispersos que podían ser localmente fuertes. No tenía nada que ver con la del Lunes Santo, cuando se sabía que iba a pasar un frente que iba a barrer toda Andalucía dejando lluvias generalizadas. Tanto el Domingo como el Martes era más bien una lotería: chaparrones que pueden ser fuertes pero que pueden caer en La Algaba, en Dos Hermanas, en Sevilla Este y en la Macarena, pero no en el centro. O viceversa. Los del Martes, además, podían venir cargados de granizo.

A pesar de ello, el Cerro y San Benito se la jugaron. La salida del Cerro es uno de los momentos de mayor verdad de la Semana Santa. Es la explosión de alegría y emoción de un barrio entero, de la gente que vive en el Cerro y de la que ya no reside allí y vuelve el Martes Santo para ver la salida de la hermandad. Y de paso quedarse a comer con la familia. Salieron los tres pasos con más celeridad que otros días, quizás buscando atravesar rápido ese desierto que es Ramón y Cajal, la Enramadilla y Carlos V hasta llegar a algún sitio en el que poder buscar refugio. "Nos ponemos las pilas Duracell y tiramos para adelante", dijo un capataz.

Y así fue. La siguiente en salir, en este nuevo orden del Martes Santo que se estrenó el año pasado pero que aún no se sabe si funciona o no porque lleva dos años seguidos lloviendo en la jornada, fue San Benito. A las dos y media de la tarde se abrieron las puertas de la iglesia y salió la cofradía con cierta celeridad, buscando el centro por el Muro de los Navarros y dejando momentos inéditos, como la entrada del palio de la Virgen de la Encarnación en la iglesia de Santiago, para rendirle visita a la Virgen del Rocío por su próxima coronación canónica.

El Cristo del Desamparo y Abandono, recortado entre nubarrones.
El Cristo del Desamparo y Abandono, recortado entre nubarrones. / José Ángel García

Se fue nublando el cielo, se le puso ese tono panza de burra y el viento empezó a mover las hojas de los aires en vertical y a levantar las capas de los nazarenos. Los partes elevaban el riesgo de lluvia entre las cuatro y las ocho de la tarde. Se batían los récords de usuarios descargándose aplicaciones de radar en sus teléfonos móviles. No habían dado las cuatro y media cuando empezó a llover. Un primer chaparrón sorprendió al Cerro muy cerca de la Carrera Oficial y a San Benito llegando a las Setas. La primera apresuró el ritmo, tratando de llegar a la Catedral cuanto antes. El Nazareno de la Humildad estaba en la Plaza Nueva y el palio llegando al Postigo, donde se pensó que podía quedarse un rato, pero siguió adelante. La lluvia descompuso algo la cofradía, con nazarenos desperdigados y tramos en blanco, pero se mantuvo la compostura.

El paso de la Presentación hacía el saludo en la estatua de Santa Ángela bajo la lluvia como si nada pasara, y continuaba por Imagen con un popurrí de marchas clásicas, Orando en Montesión y Alma de Dios. El Cristo de la Sangre avanzaba por la plaza del Cristo de Burgos y la Virgen de la Encarnación saludaba a la del Rocío. Tanto la iglesia de la Anunciación como la de San Pedro permanecieron cerradas durante el aguacero. La primera ha sido lugar de refugio histórico de las cofradías por la lluvia, pero este Martes Santo ni se planteó.

Volvió a salir el sol. Picaba incluso en las Setas al paso de Pilatos. En la Alfalfa esperaba ya bastante gente a que pasara San Esteban. Pero era una falsa ilusión de normalidad. El cielo volvió a cerrarse. Como si fuera un presagio, la Agencia de Emergencias de Andalucía activaba la alerta amarilla por tormentas en buena parte de la provincia de Sevilla entre las cinco y las ocho de la tarde. Y el viento frío volvió a soplar. De un momento a otro, empezaron a caer goterones gordos, que se convirtieron en pequeños granizos en unos minutos. Los hombres del tiempo habían acertado.

La cruz de guía de la Candelaria, en la iglesia de San Nicolás.
La cruz de guía de la Candelaria, en la iglesia de San Nicolás. / Juan Carlos Vázquez

La granizada golpeó al Cerro en mitad de la Carrera Oficial. Los pasos corrieron para llegar a la Catedral, donde llegaron bien mojados. La hermandad se quedó en el templo metropolitano durante un par de horas, sobre todo por motivos logísticos, puesto que podría chocar con Los Estudiantes si ésta hubiera salido. A partir de las ocho, ya con el camino libre, los nazarenos con antifaces burdeos iniciaron el regreso a su barrio. San Benito aguantó el tirón. De las manos extendidas de Pilatos caía el agua a chorros como si fueran gárgolas de la Catedral. La Virgen de la Encarnación soportó la granizada en la calle Almirante Apodaca, aplaudida por un público convertido en mar de paraguas.

El granizo provocó también momentos surrealistas. San Esteban abrió las puertas de la parroquia para sacar la cofradía a la calle en el momento en que más llovía. Al instante volvieron a cerrar. Lo peor de todo es que el público que estaba allí esperando desde horas atrás comenzó a pitar y a silbar, como si de un espectáculo de lucha libre americana se tratara y no de una procesión religiosa. Algo parecido le ocurrió a Los Javieres hace unos años. Como entonces, esto condicionó la decisión final, que fue la de no salir.

Otra situación liosa fue la que provocó la Bofetá, que anunció en las redes sociales que no salía, para dos minutos después borrar el mensaje y poner otro diciendo que tomaría la última decisión a las 18:45 horas. Finalmente, la hermandad decidió no salir porque seguía habiendo riesgo de lluvia. Apuraron al máximo tratando de encontrar una mejoría en el tiempo que no llegó. Antes, la Candelaria fue la primera en anunciar que no salía. A estas tres cofradías le seguiría la de los Estudiantes, siempre conservadora en situaciones de este tipo. Tener un Cristo de Juan de Mesa tallado en 1620 no es para jugársela.

El Cristo de las Misericordias sale de Santa Cruz, estrenando la recuperación del nimbo.
El Cristo de las Misericordias sale de Santa Cruz, estrenando la recuperación del nimbo. / Juan Carlos Vázquez

Quedaban las dos últimas por decidir, Los Javieres y Santa Cruz, mientras el Cerro se organizaba para volver a su casa y San Benito continuaba con su estación de penitencia, entre loor de multitudes. Todo el público que se agolpaba antes en la zona de la Alfalfa esperando a San Esteban y la Candelaria recibía ahora a la hermandad de la Calzada, triunfante aunque empapada en este extrañísimo Martes Santo de granizo y nubes negras alternadas con ratos de sol. Se le quedó a San Benito ese cielo azul con nubes blancas altas de después de la tormenta, tan clásico de Sevilla y que, para quien lea esto siendo de fuera, parece sacado de los Simpson.

Para las ocho de la tarde había disminuido bastante el riesgo de lluvia y se había desactivado la alerta amarilla. Los Javieres pidió media hora para abrir las puertas a las ocho y diez y Santa Cruz anunció que salía a esa misma hora, con una media hora de retraso en ambos casos. Volvía a chispear. Ambas recortaron el recorrido. Se recompuso así, en parte, una jornada que parecía perdida cuando la nube de granizo descargó en el centro de Sevilla. El Cristo de las Misericordias recuperaba este año el nimbo con el que salía antiguamente (uno nuevo, claro, lo que recuperaba era la iconografía). El otro estreno del día, la corona de espinas de oro del Señor de la Salud y Buen Viaje, se quedará para el año que viene.

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