Manuel Villanueva y su precisión al dirigir el Cristo de San Agustín en la estrechez de la calle Fabiola

En la noche del sábado 21 de diciembre, el Cristo de San Agustín regresó a la Parroquia de San Roque desde la Catedral, tras haber estado más de un mes expuesto en la muestra 'Fons Pietatis' junto con la Virgen del Socorro. La imagen fue trasladada sobre el paso del Cristo de las Misericordias, perteneciente a la hermandad de Santa Cruz. La expectación era máxima en las calles del centro de la ciudad, que presentaban un escenario inédito con las luces navideñas encendidas.

Uno de los momentos más destacados del recorrido fue el paso por la calle Fabiola, donde la estrechez de la vía puso a prueba la destreza y el control del capataz Manuel Villanueva. Durante este tramo, se vivió una de las escenas más emocionantes de la noche, en la que la habilidad de Villanueva se hizo patente al lograr que el paso del Cristo de San Agustín cruzara con elegancia por una de las calles más complicadas del centro histórico.

Manuel Villanueva es un capataz de renombre en la Semana Santa sevillana. Su apellido tiene más de un siglo de historia en el mundo de las cuadrillas de la ciudad, y su estilo refleja la sabiduría y elegancia transmitida por generaciones anteriores. Si bien ha sabido adaptarse a los tiempos modernos, Villanueva sigue manteniendo los valores y el estilo que aprendió en su juventud.

Gracias a su habilidad, el paso del Cristo de las Misericordias, portador del Cristo de San Agustín, cruzó la calle Fabiola milimétricamente con una elegancia excepcional.

La última salida en procesión del Santo Crucifijo, como es conocido en su barrio, tuvo lugar el 14 de marzo de 1926, cuando la imagen partió desde el antiguo convento de San Agustín hacia la Casa de Pilatos. Diez años después, la imagen original fue destruida en un incendio provocado en la parroquia de San Roque. En 1944, Agustín Sánchez Cid realizó una réplica de la imagen del siglo XIV, que, hasta anoche, nunca había salido en procesión. El regreso del Cristo de San Agustín a las calles de su barrio, tras tantos años de espera, marcó un hito en la historia cofrade de Sevilla.