Manuel Vales pronunciará la salutación a la Virgen de las Nieves de Santa María la Blanca

El acto tendrá lugar el próximo 4 de agosto, víspera de su festividad, en la iglesia 

Es actualmente Delegado de Glorias del Consejo de Hermandades 

Manuel Vales, salutador de la Virgen de las Nieves
Manuel Vales, salutador de la Virgen de las Nieves / Hermandad

Un íntimo acto del verano hispalense cargado de simbología y significado. Manuel Vales Palma ha sido designado para pronunciar la salutación a Nuestra Señora de las Nieves, de la iglesia de Santa María la Blanca. Así lo ha acordado el cabildo de oficiales de esta corporación letífica, que ya prepara la llegada de uno de sus meses más señalados. 

La Salutación consiste en un acto literario que sirve de antesala directa a la festividad de Nuestra Señora de las Nieves, y en el que se suele hacer referencia al milagroso suceso que dio origen a su culto amén de pronunciarse diferentes oraciones. Tendrá lugar, por tanto, en la noche del próximo 4 de agosto, instante en el que igualmente se ofrece una "nevada" simbólica al Simpecado, es decir, una lluvia de flores blancas en alusión a su advocación. 

Manuel Vales Palma, casado y padre de dos hijas, ejerce actualmente el cargo de Delegado de Glorias de la junta superior del Consejo General de Hermandades y Cofradías, y con anterioridad fue hermano mayor de la Anunciación de Juan XXIII. Igualmente es hermano de la Estrella, Gran Poder, San José Obrero y Amargura. Su vida profesional se cierne en torno al comercio y a la actividad deportiva. Ya el año pasado pronunció el pregón de la procesión de la Virgen del Carmen de Santa Catalina, por lo que doce meses y medio después volverá a los atriles para, en esta ocasión, declamar la víspera del 5 de agosto. 

El milagro

Cuenta la leyenda y la tradición católica que, en la madrugada del 4 al 5 de agosto de 358, nevó sobre la ciudad de Roma. Se dice que un matrimonio anciano y acaudalado de la nobleza romana pidió a la Virgen consejo y ayuda acerca de la gestión de sus bienes, puesto que no habían tenido descendencia 

El origen, según la Enciclopedia Católica, se atribuye a la época del papado de Liberio (352 - 366) en el que se relata que un anciano y acaudalado matrimonio de la nobleza patricia de Roma que no había tenido hijos y a los que se atribuía gran caridad hacia los demás, solicitó de la Virgen María que les señalase qué debían hacer con sus bienes para garantizar el mejor uso cristiano de la herencia. La tradición católica cuenta que la Virgen se manifestó ante ellos y les indicó que, allá donde señalara, se le construyese un templo. El perfil de la iglesia fue dibujado en el suelo por una milagrosa nevada que ocurrió el 5 de agosto de 358 en lo alto del monte Esquilino. Fue entonces dedicada la Basílica de Santa Maria Maggiore. Los católicos locales conmemoraban el milagro en cada aniversario lanzando pétalos de rosa blanca desde la bóveda durante la misa festiva.1 Otras versiones afirman que la Virgen se apareció en sueños a los esposos y al Papa y les anunció la nieve de agosto.

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