El majestuoso San Juan de la Roldana que permanece 'oculto' en San Leandro
El historiador Salvador Guijo atribuye con mucho fundamento la imagen a la producción de la imaginera
Se trata de una imagen vicaria que era sacada en procesión claustral por las religiosas durante su festividad
Una imagen de un valor excepcional. Los monasterios de clausura sevillanos atesoran un patrimonio artístico de un valor incalculable. Unas obras, que en muchas ocasiones, permanecen ocultas entre los muros de estos cenobios sin que los fieles puedan disfrutar de ellas. Este es el caso de una imagen de San Juan Evangelista que el historiador del convento de San Leandro, Salvador Guijo, acaba de atribuir con mucho fundamento a la producción de Luisa Ignacia Roldán, La Roldana.
La investigación de Salvador Guijo ha sido publicada en la revista Laboratorio de Arte que edita la Universidad de Sevilla. La talla de San Juan es una obra de un metro de altura, realizada en madera de cedro, confeccionada para vestir, aunque carece de candelero. "Se trata de una imagen vicaria que estaba guardada durante todo el año. La principal era la del retablo de Martínez Montañés. Puede ser que la misma se le encargara a la Roldana por parte de las camareras devotas de San Juan Evangelista, todas ellas religiosas del cenobio que la sacaban el día de su festividad por los claustros del convento", explica Salvador Guijo.
El historiador ha realizado unos análisis mofológicos, estilísticos y tipológicos para atribuir la obra a la producción de la Roldana, y la conclusión es muy certera: pese a que no hay ningún documento, la obra hay que atribuírsela a la Roldana. Así también lo han corroborado los principales expertos de la US en esta artista. "La escultora tiene más obras en el monasterio, realizadas para la otra devoción, la de San Juan Bautista. El San Agustín titular del monasterio es de Pedro Roldán, pero es de unas características muy dulces, realizado seguramente cuando ella estaba en el taller del padre", añade Guijo. La imagen de San Juan Evangelista presenta rasgos estilísticos propios de la Roldana, como la manera de tallar el pelo, con los golpes de gubia hacia atrás que dejan una cabellera abocetada muy característica.
Guijo ha realizado una comparación formal con otras obras de la autora, como la escultura de Santa Clara del convento de San Francisco de Mula (Murcia); el San Francisco del convento de Regina Coeli de Sanlúcar de Barrameda, esta atribuida con mucho fundamento; o la imagen de Jesús Nazareno de Sisante (Cuenca), localidad de nacimiento del arzobispo de Sevilla, monseñor Saiz. Las similitudes son más que evidentes.
"Formalmente, la obra presenta una composición muy hermosa y frontal. El santo conserva todos sus atributos, mostrando gestualmente una iconografía, desarrollada anteriormente por otros autores. Con su mano derecha se encuentra en actitud de bendecir la copa, mientras que la izquierda sostiene el cáliz del que sale una serpiente o dragón. La tradición nace a partir de una historia asociada a la biografía del santo. Estando en la ciudad de Éfeso, a Juan le ofrecieron una copa de vino envenenado, antes de beber, bendijo la bebida y el veneno salió de la copa en forma de una pequeña serpiente verde. Solo La Roldana, en el contexto de la escultura barroca sevillana, parece haberse atrevido a dar a una imagen sagrada una gestualidad tan efusiva y espontánea, cariz que acompaña toda su obra", incide Guijo.
De entre toda la producción de la Roldana, la imagen de San Juan Evangelista de San Leandro tiene una especial vinculación con San Servando y San Germán, santos patronos de Cádiz, tallados en 1687. "Los santos gaditanos, así como el san Juan que estudiamos, nos muestran el aspecto de muchachos jóvenes, con cierto parecido impúber. Al igual que en la iconografía angelical de la autora no dejan de tener cierto aire de delicadeza, que los acerca a lo femenino".
El investigador sostiene que el parecido es mayor con la imagen de San Germán, ya que ambas se presentan con la boca cerrada, aunque la conservada en Sevilla sería un precedente: "Comparte idéntica talla abocetada del cabello, que permite observar la huella dejada por la gubia, así como no pocos detalles anatómicos, siendo todos ellos elocuentes, incluso, la gran similitud de las orejas de ambas esculturas. Las cejas son arqueadas, la nariz es corta y respingona con fosas nasales anchas. En la boca de pequeñas dimensiones destaca un labio inferior carnoso y caído, así como el triángulo superior del mismo muy marcado. Se representa con sus mejillas y barbilla redondeadas, así como con la característica doble papada, visible ante todo al mirar la cara de perfil". En cuanto a la policromía, parece ser la original. Por todo ello, Guijo concluye que la imagen de San Juan Evangelista del convento de San Leandro fue hecho en Sevilla, previamente a la etapa gaditana de la autora (1686-88).
Una imagen que salía en procesión
La imagen de San Juan Evangelista fue realizada para salir en procesión por el interior del convento. Así lo hizo, subraya Guijo, durante los dos últimos siglos y hasta el Concilio Vaticano II. "Los cambios provocados por el concilio y la merma en el número de monjas dieron al traste con la procesión. La actual abadesa, sor Natividad, que lleva más de 50 años en San Leandro, no lo ha vivido".
San Juan cuenta con un patrimonio propio fruto de esas salidas en procesión. Los bordados que luce son de gran riqueza. Según las estimaciones de Guijo, fueron realizados entre finales del siglo XVII, cuando se realizaría la talla, y el año 1720. Guardan una gran similitud con el palio de la Virgen del Valle o las piezas de la Virgen del Voto del Salvador. El paso era muy exuberante. Contaba con una crestería de jarritas de azucenas de plata, blandones, jarras y, al menos, tres relicarios. En todos pone soy del paso de San Juan Evangelista.
La talla presenta un estado de conservación bastante bueno, fruto de estar guardado y custodiado durante todo el año.
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