La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La lección de Manu Sánchez
No es nuestro propósito descubrir la obra de David Payán, cuya obra reúne una perfecta síntesis del concepto cartel: impacto, mensaje, estética, anuncio. Porque, es esencial discernir ambos términos, no es lo mismo un cartel que un lienzo o una pintura. En su constante afán por evolucionar y ofrecer diferentes prismas, este artista de la Vega del Guadalquivir ha vuelto a sorprender con una de sus últimas obras, titulada Esperanza Macarena. Una mirada más. Y no puede ser más acertada la referencia: otra mirada de tantas infinitas que han representado a una de las devociones universales de nuestra ciudad. Porque la Macarena, como emblema de la vanguardia y abanderada de todo tipo de revoluciones, encaja a la perfección todo tipo de estética.
Payán ha vuelto a ser fiel a su estilo y en este cartel conjuga diferentes técnicas como acrílicos, rotuladores o espray sobre distintos papeles. No es necesaria una línea realista, naturalista o amable. El artista se inclina aquí por esa profusión de razones y sentimientos encontrados que despierta la Macarena a su paso. Todo en ella es color: rojo, verde, amarillo, cientos de formas geométricas que se distribuyen en sinuosas trazas negras a modo de manto y saya. Eso sí, lo fundamental permanece: su rostro, sus mariquillas y su corona, iconos que el pueblo reconoce como suyos e inherentes a la imagen.
Es Payán un artista valiente, cuya personalidad le ha valido ya numerosos encargos de carteles para toda Andalucía cuando no exposiciones en diferentes espacios. Su trabajo pictórico fue seleccionado y premiado en el certamen de arte ‘At the Fronts’, de Venecia (Italia); e igualmente ha participado en el Certamen de Creación Joven de Sevilla; el certamen de pintura Gozos de Diciembre, organizado por la Fundación Cajasol; y el certamen de carteles de la pasarela del Salón Internacional de la Moda Flamenca.
Recientemente ha sido designado como cartelista de la coronación canónica de la Pastora de Málaga, otro reto que afronta con máxima responsabilidad. Su obra se ha visto en la extraordinaria de Medinaceli de Almería, en su Divina Pastora de Cantillana o en la propia Semana Santa de Huelva. Sin complejos, sin ataduras ni escándalos. Porque, precisamente, la de David Payán es una mirada más. Pero una mirada necesaria que aporta, construye y educa. Pura Semana Santa, al fin y al cabo.
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