75 años de Santa Marta: Borges, Hemingway y el cura García Madueño
El Jubileo de la Pestaña
Santa Marta cumple tres cuartos de siglo de existencia y siete décadas de la primera estación de penitencia
La caridad sigue siendo lema y fin principal de una cofradía por la que doblan las campanas el Lunes Santo
La Hiniesta: una salida a la hora del 'brunch'
"La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene”. La frase la escribió Jorge Luis Borges, el célebre escritor argentino, del que desconocemos si alguna vez estuvo en Sevilla un Lunes Santo. Lo cierto es que la cita se viene a la mente cuando poco después de las seis de la tarde las campanas de San Andrés doblan a duelo. Ya puestos en el plano literario, también podemos aludir a la famosa novela de Ernest Hemingway basada en la guerra civil española, ¿Por quién doblan las campanas?, escrita en 1940, la misma década en la que se fundó la Hermandad de Santa Marta, que a esta hora pone su cofradía en la calle.
La corporación –en su origen de gloria– cumple 75 años y 70 de su primera estación de penitencia. Su fundación tiene cinco nombres propios: Antonio Vigil-Escalera, Antonio Vázquez, Carlos Raynaud, José Luis Ruiz y José Luis de la Cerda. Sevillanos que se afanaron en crear esta hermandad que sigue fiel a los principios que la alentaron hace tres cuartos de siglo.
Su historia está ligada a los nombres de cuatro santos: el de Santa Marta, titular que da nombre a la cofradía; San Bartolomé, donde se fundó; San Andrés, donde ahora reside; y San Martín, templo vecino en el que permaneció varios años mientras su sede canónica estaba en obras.
En el taller de Ortega Bru
De aquellos primeros años fue testigo directo Carlos Raynaud, hijo de uno de los fundadores y miembro de una saga familiar unida a Santa Marta. Ostenta el número dos en la hermandad. Raynaud recuerda las visitas al taller de Ortega Bru, autor del Cristo de la Caridad y de la mayoría de las imágenes secundarias del misterio en el que se escenifica el traslado de Jesús al sepulcro, una de las mejores composiciones del siglo XX. “Conocí al Cristo en barro y en madera”, explica este cofrade de 88 años, un adolescente cuando se creó la hermandad. Ha salido de nazareno hasta la pasada década.
La idea de representar este momento de la Pasión vino del por entonces párroco de San Bartolomé, Francisco García Madueño, que contaba con el visto bueno del cardenal Segura. También de este sacerdote procede el famoso lema que la hermandad cumple como principal cometido: Charitas Christi urget nos. “La caridad como alimento del alma y que tanta relación guarda con la función que desempeña el gremio de hosteleros que fundó la hermandad, del que Santa Marta es patrona”, recuerda el número dos de la corporación.
La elección del traslado al sepulcro fue la manera de encajar a la vecina de Betania en una escena pasionista. Aunque los Evangelios no la mencionan, se entiende su presencia al aludir a “las santas mujeres” que acompañaron el cuerpo de Jesús ya muerto. Añade Raynaud que el cardenal Segura se hizo muy devoto de Santa Marta cuando en un viaje a Roma pasó por Francia, donde se le venera mucho en la región de la Provenza, en concreto, en la ciudad de Tarascón, donde doblegó al dragón que acabó convertido con el tiempo en figura alegórica y femenina (sin ley trans que mediara), la Tarasca.
La caridad por lema
A las seis y ocho minutos el diputado de cruz de guía está ya en la puerta de San Andrés. Buena parte del público que lleva tiempo esperando viene por la devoción a la santa, cuya festividad se celebra cada 29 de julio. Muchos hermanos llegaron a la cofradía del Lunes Santo por esta razón. Es el caso de José Luis López Naranjo, medalla de oro de la corporación por su continua disposición y entrega. Su familia siempre sintió una especial devoción por la santa que tan afanada andaba en labores domésticas. Llegó a la hermandad en la década de los 70, época en la que los grupos jóvenes cobraron especial impulso. Fue el segundo presidente de la junta auxiliar, en tiempos de Manuel Otero Luna como hermano mayor, un cargo que López Navarro acabó desempeñando en la década de los 90, cuando la corporación se encontraba en San Martín. “Mientras se haga caridad, la hermandad va a ir para adelante”, defiende este cofrade como principio básico de Santa Marta.
Caridad en el nombre del Cristo acunado entre sábanas y un fondo de lirios silvestres (no confundir con los iris). Y Caridad (también en mayúsculas) en el día a día de esta hermandad, protagonista de la cuaresma de 2022 por la misión a Ucrania, país que un año después sigue en guerra. Todas las familias que trajeron aquellos días tras la invasión de Rusia han regresado, excepto dos. Manuel Muruve y Vicente Vigil-Escalero son dos cofrades de Santa Marta que participaron en aquella iniciativa. Vicente es el número 17 de la hermandad. Su madre se puso de parto un Lunes Santo, mientras su padre, que era teniente hermano mayor y uno de los fundadores, estaba en la presidencia del paso. “La Semana Santa era muy distinta. Cuando se encerraba la cofradía, nos íbamos a comer ‘pescao’ frito al Hotel Biarritz, cuyo dueño era hermano de la corporación”, recuerda Vicente. Algo impensable en la Semana Santa actual (y menos aún con la dictadura de los teléfonos móviles y los Torquemadas de las redes sociales).
Muruve llegó a Santa Marta con 20 años, cuando estudiaba la carrera. Por parte de su familia era de San Esteban y la Macarena. “Pero me quedé aquí, donde he hecho hermandad”, comenta.
En La Algaba y Los Molares
El cortejo de nazarenos lo integran hermanos de localidades sevillanas como La Algaba y Los Molares, donde Santa Marta ejerce el patronazgo. Algabeña de nacimiento es María Rincón, que se mudó hace tiempo a la capital. Fue una de las primeras nazarenas en esta cofradía. Cada Lunes Santo se apresura en coger el sitio más cercano a la puerta. Mientras explica sus vivencias en la corporación, le pide al periodista que en cuanto pueda se quite de donde se encuentra, pues debe disponer de una vía de escape para colocarse tras el paso en el instante que salga. “Me voy tras él, lanzada como los toros”, advierte esta devota de Santa Marta que lleva más de cuatro horas a pie de valla.
En Jerez hay otra cofradía con el nombre de esta santa, sale el Miércoles Santo. Lo hace, por cierto, sobre el antiguo paso del misterio de San Benito. De ella procede Francisco Toro, que cumple 30 Lunes Santos de nazareno en San Andrés. “Me atrajo la devoción al Cristo de la Caridad y a Santa Marta”, confiesa. “Viene a todos los cabildos de canastillas”, refiere otro santamartero.
De San Bartolomé a Ucrania
La cofradía se pone en la calle al completo. Lo hace con idéntica seña de identidad a la de hace siete décadas, cuando se estrenó el Lunes Santo. Muy distinta la Sevilla de ahora a la de entonces. De aquella caridad que se ejercía con los necesitados de alimentos en la feligresía, a la que se pone en práctica en la actualidad, cuando se recorren cientos de kilómetros para llegar a la frontera de un país en guerra y socorrer a las familias.
Tres cuartos de siglo que han dado hasta para perpetuar una leyenda, la de la rosa roja situada bajo la mano del Cristo de la Caridad y su relación con el periodista Iñaki Gabilondo. Sale el único paso de la cofradía con cierta apretura. “Este año han dejado las vallas más estrechitas”, lamenta Manolo Villanueva, que logra salvar la dificultad. Siguen doblando las campanas en San Andrés. Sevilla le constesta a Hemingway cada Lunes Santo. Es una tarde con ecos borgianos. El misterio donde encontró hueco la santa de hisopo y acetre se aproxima a paso raudo. Tempus fugit (perdonen que me ponga trascendental). La vida es una muerte que viene.
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