"¡Qué impresión más negativa cuando las iglesias se convierten en monumentos!"

Presbítero Darío Vitali

El profesor de Teología afirma que "defender a las hermandades es ser pueblo de Dios"

Ha advertido que "las tradiciones no pueden quedarse en una cáscara"

"No es aceptable que en una hermandad se guarden rencores"

Ponencia de Darío Vitali en el trascoro de la Catedral de Sevilla.
Ponencia de Darío Vitali en el trascoro de la Catedral de Sevilla. / Redacción Sevilla

Darío Vitali se levantó de la mesa de las conferencias (revestida con un damasco un tanto arrugado) y se puso detrás del atril. Su ponencia en el II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular, con el título de La inserción de la Piedad Popular en la Iglesia local, ha sido un diálogo permanente con el público (escaso a esas horas) situado en el trascoro de la Catedral de Sevilla. En un tono coloquial y ameno, pese a las dificultades a la hora de traducir ciertas expresiones al español, el profesor de Teología en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma ha sabido hilvanar un discurso en el que ha dejado claro que las cofradías son parte indiscutible de la Iglesia y, por tanto, pueblo de Dios. Sin olvidar advertir de los riesgos que conlleva banalizar lo sagrado. Una alerta de máxima actualidad y más que evidente en la vida diario del templo metropolitano: "¡Qué impresión más negativa cuando las iglesias se convierten en monumentos!". Dicho queda.

El profesor Vitali, un destacado investigador religioso, ha comenzado su ponencia ofreciendo tres rosas a la Esperanza Macarena, devoción universal de la ciudad y que recibió tal distinción papal el pasado martes en su basílica. Tras esta ofrenda, ha invitado a los espectadores a mirar las altas bóvedas catedralicias. "¡Qué impresión más negativa cuando las iglesias se convierten en monumentos, pubs o restaurantes!", ha referido este experto en Teología, que ha recordado el fin principal de los templos, "tienen que estar abiertos a la liturgia".

"La diócesis no es un territorio, sino una porción del pueblo de Dios, confiado en el obispo". Vitali no ha escatimado en elogios a la hora de ensalzar la figura de los prelados por la responsabilidad que tienen a la hora de darle unidad a la Iglesia. En este punto ha recordado el procedimiento que llevó a cabo Pío IX para proclamar el dogma de la Inmaculada. Confió en el sensus fidei. "El pueblo no se puede equivocar en la fe cuando cree, porque ahí el Espíritu Santo actúa", ha señalado el prefesor de la Universidad Gregoriana.

Entre tradición y progreso

Tal principio le ha llevado a afirmar que "defender las hermandades es ser pueblo de Dios, pues forman parte de esa relación entre el obispo y su pueblo". Una aseveración a la que ha seguido una reflexión sobre la postura intermedia que deben adoptar estas corporaciones, situadas entre el tradicionalismo y el progresismo, ideologías que, llevadas al extremo, constituyen "una enfermedad". "La tradición es la realidad de las raíces que deben servir para convertirse en un árbol fructífero", ha añadido, sin dejar de incidir en que las cofradías no deben quedarse en el pasado, sino que han de usar su historia "para caminar siempre hacia delante".

"Las tradiciones no pueden quedarse en una cáscara, como ocurre cuando los fieles van a ver una procesión pero luego no acuden el domingo a misa", ha puesto de ejemplo. Para ello, ha tomado de referencia un cultivo propio de la cultura mediterránea, el olivo. "Es un árbol de raíces profundas, centenarias, pero que, pese a los años, sigue dando un aceite excelente".

La formación constante

Ésta ha sido su segunda rosa, la de las hermandades, que, aunque muchas veces se olvide, deben estar fundamentadas en su propia denominación: ser hermanos e hijos de Dios. Corporaciones en las que resulta fundamental conocer la doctrina para "alimentarnos", en alusión a la importancia de la formación constante.

La tercera rosa es la propia Virgen María, que ha de servir de modelo para entender la Iglesia. "Si a Jesús se va por María, también a la Iglesia se va por Ella", ha apostillado Darío Vitali.

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