Imágenes de la Procesión Magna de Sevilla 2024: La Virgen de Setefilla
La patrona loreña será la tercera en discurrir por el itinerario oficial
El Cachorro
Sin duda, una de las devociones más particulares de toda la provincia y que, por primera vez en siglos de historia, alcanzará la capital hispalense. María Santísima de Setefilla, Patrona de Lora del Río, participará en la procesión magna de Sevilla, organizada a modo de clausura del II Congreso Internacional de Hermandades. En concreto, la imagen ocupará el tercer lugar en el cortejo, precedida por Nuestro Padre Jesús del Gran Poder y antecediendo a la nazarena Virgen de Valme.
Lora del Río es una localidad ubicada a poco menos de una hora de la capital, y se encuentra en plena Vega del Guadalquivir, cerca de la frontera con Córdoba y a las puertas de la Sierra Norte. Sus casi veinte mil habitantes han rendido culto, desde tiempo inmemorial, a su patrona, la Virgen de Setefilla, cuyos orígenes se envuelven en las más primitivas manifestaciones religiosas de nuestra región. Recibe culto en la ermita ubicada a once kilómetros del núcleo poblacional, y su fiesta es el 8 de septiembre, día de la Natividad de la Virgen.
La imagen actual es una obra de Agustín Sánchez Cid, que vino a sustituir al a primitiva, del siglo XIV, y destruida en los lamentables sucesos de 1936. En los albores de su devoción, la advocación tributada por los loreños era el de Nuestra Señora de la Encarnación, venerada en la que fue Iglesia Prioral de Nuestra Señora Santa María de Setefilla. Su nacimiento lo encontramos en el tiempo de reconquista llevada a cabo por la Orden de San Juan del Hospital de Jerusalén, en la región que los castellanos llamaron Septefilas o Sietefilas, donada por el rey Fernando III al Priorato castellano-leonés de dicha Orden poco antes de mediar el siglo XIII. Lora se convirtió en cabeza de comarca, y en aquella zona destacaba una fortaleza árabe denominada como Shadfilah o Shant-Fila, enclavada en el poblado de Setefilla, a dos leguas de Lora, ya que su excelente situación permitía controlar la ruta entre Córdoba y Sevilla, además de un amplio sector del valle del Guadalquivir. Esta circunstancia determinó que la bailía, o sea, la circunscripción entera, llevara en principio el nombre de este lugar, una vez sustituido el topónimo árabe por el latino Septefilas o el castellano Sietefilas (Setefilla), de una clara alusión a las siete sedes o villas del señorío sanjuanista.
Lo decisivo para la historia de este poblado fue que su iglesia se dedicara a Nuestra Señora bajo la advocación del misterio de la Encarnación, y que para presidir el templo se hiciera esculpir en madera una imagen gótica de la Virgen con el Niño de setenta y un centímetros de altura. Dicha talla comenzó a cobrar relevante devoción en la bailía o zonas adyacentes, convirtiéndose por tanto en epicentro religioso del lugar: veladas nocturnas y públicas, fiestas, misas al aire libre, cumplimiento de votos y romerías... En 1534, los últimos habitantes de Setefilla abandonaron este solar, trasladándose a Lora, pero la devoción se mantuvo en aquella primitiva iglesia prioral, que contaba con su propio cura-prior y numerosos beneficios y capellanías. Todo ello posibilitó que Lora se convirtiera en la depositaria de la devoción a la Virgen. "Aunque no tengamos referencias documentales anteriores a 1581, puede pensarse que, por lo menos desde mediados del siglo XVI, la Sagrada Imagen empezó a traerse a Lora por decisión del Concejo Municipal loreño, siempre con motivo de alguna necesidad o pública tribulación" señala la corporación.
En esta segunda mitad del siglo XVI se fueron sucediendo las primeras Venidas de la imagen a Lora y sus correspondientes Idas, tal y como hoy se mmantiene y celebra. A partir de 1887, cuando entran en vigor unos modernos Estatutos, la cofradía se reorganizó, tomando el título definitivo de Hermandad Mayor. La imagen fue coronada canónicamente el 8 de septiembre de 1987.
Las idas y venidas
Las celebraciones para la Venida de la Virgen desde el Santuario a su villa comienzan con la petición por parte del pueblo. Preside la manifestación de petición de la Virgen el Hermano más antiguo de los que residan en Lora. Esta petición se hace exclusivamente al Señor Párroco de la Asunción y al Hermano Mayor. Para convocar al pueblo a dicho acto tradicionalmente se toca la campana de la Ermita de Santa Ana en la Roda Arriba. Sin embargo, aun cuando no se produjese tal petición popular, la Junta de Gobierno de la Hermandad podrá tomar la iniciativa, decidiendo que se dé comienzo a las celebraciones.
Una vez pedida por el pueblo la Venida de la imagen, se reunirá al día siguiente Cabildo General Extraordinario de Hermanos para decidir sobre la Venida en caso extraordinario o por necesidad, como ha sucedido con la pandemia de coronavirus u otras calamidades. "Cuando se haya de traer la Sagrada Imagen de la Virgen por cumplirse el término de los cinco años a partir de su Ida al Santuario, la Junta de Gobierno de la Hermandad, de acuerdo con el Señor Párroco de la Asunción, determinará las Funciones de Penitencia que se han de celebrar para que los fieles se preparen a la Venida de la Virgen y recaben mayor fruto espiritual", señala la cofradía.
Es tradición que los fieles, a través de pujas y por propia iniciativa, pueden llevar las andas de la Virgen por un trecho del camino. En este orden continuará la procesión hasta nueva puja. El trayecto de la Puja será el que señale el pujante al ofrecer la limosna, sin que antes de concluirlo pueda pujarla nadie. Una vez llegue al pueblo, será entronizada en la iglesia parroquial de la Asunción.
Una vez pasada la estancia máxima de dos años en Lora -caso contrario en el marco de "gravísimos motivos", se procurará que la Virgen permanezca en la villa hasta que llegue el día de su Natividad, en el cual se hará Función Principal. ranscurrido el tiempo que suele estar la Virgen en Lora, y celebradas las Funciones Litúrgicas correspondientes, el Hermano Mayor convocará Cabildo General Extraordinario para determinar la fecha en que se ha de llevar la imagen a su Santuario y tomar las medidas necesarias para ello, avisándose de lo acordado a los Señores Párrocos y a las autoridades civiles. La vuelta de la Virgen Santísima a su Santuario se hace según las normas establecidas para su traída, con excepción de lo relativo a las pujas que no se hacen al volver.
La Virgen de Setefilla, que irá sin acompañamiento musical y portada a hombros por sus hermanos, realizará su entrada en la parroquia de San Andrés.
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