Calle rioja
Francisco Correal
El filósofo de Cerro Muriano
Es -solo para quienes la ignoran- uno de los enclaves más infravalorados y desconocidos del complejo monumental de la ciudad: la iglesia de Santa Marina, cuya festividad se celebró en la tarde de este martes a cargo de la Hermandad de la Resurrección en cumplimiento de sus Reglas. Santa Marina, Virgen y Mártir, es titular de la corporación desde el año 2005 y del templo desde su fundación allá por el siglo XIII. Con la celebración de esta Santa Misa, la Hermandad puso el cierre oficial al curso 2022-2023. A partir de este día, la Iglesia de Santa Marina y San Juan Bautista de La Salle cerrará sus puertas hasta el próximo 5 de septiembre, primer día del triduo en honor de Nuestra Señora de la Aurora.
La festividad de Santa Marina se celebra, como es tradicional, cada 18 de julio, en memoria de su martirio: murió decapitada con tan solo 15 años en el siglo III. Se da la infeliz circunstancia de que ese mismo día del año 1936 un grupo de exaltados anticlericales, al igual que ocurrió en otros puntos de la ciudad, incendiaron de manera intencionada esta excepcional obra del gótico-mudéjar, que además se afianza como una de las iglesias más antiguas de Sevilla y de mayor personalidad. En aquel fuego se perdieron los retablos, las cubiertas de las naves y la tribuna, pero se conservaron algunas estancias como la Capilla de la Aurora, fundada por el infante Felipe, hijo de Fernando III el Santo, en el siglo XIII.
Desde prácticamente su constitución, esta iglesia ha estado poblada por algunas hermandades y cofradías de nuestra ciudad, y no precisamente por un breve periodo temporal. Es el caso de la Sagrada Mortaja, históricamente conocida como la Piedad de Santa Marina. La cofradía del Viernes Santo permaneció en la iglesia de la calle San Luis casi cuatro siglos: desde el XVI (la leyenda atribuye su fundación a raíz del descubrimiento de una Piedad en la torre del templo, y conocemos que en 1676 adquirió capilla propia) hasta el siglo XX. Durante su más que dilatada presencia en la zona norte del casco histórico, la Mortaja se convirtió en una de las cofradías más populares del barrio. Su época de mayor esplendor se registra en el último tercio del siglo XVII, cuando ingresan en la nómina escribanos y alguaciles de la ciudad. Aunque después su actividad decae, se recompone con la participación del gremio de los sederos. En tiempo llevó varias bandas de música y a su alrededor se manifestaba un marcado carácter festivo. Tras el incendio de 1936, se traslada a su actual sede, el ex convento de la Paz, pero siempre permanecerá vivo el recuerdo de Santa Marina.
La Mortaja compartió sede canónica con otra corporación genuinamente sevillana, como es la Pastora, fundada en 1703 en San Gil, aunque dos años después se trasladó al templo que nos ocupa. A día de hoy, esta hermandad letífica lleva a gala el apellido de Santa Marina, aunque en la actualidad recibe culto en la capilla de la calle Amparo. Milagrosamente, la imagen de la Divina Pastora no sufrió daño alguno a pesar de encontrarse en el interior del templo el día del incendio.
Desde el año 1981, y tras varias décadas huérfana de actividad cofradiera, el templo es sede de la Resurrección, que goza de una de uno de los monumentos más singulares de la ciudad de Sevilla.
También te puede interesar
Lo último
No hay comentarios