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La iglesia del Santo Ángel expondrá la cuarta obra de Luis de Vargas en Sevilla

Patrimonio

La Virgen de la Pera, del siglo XVI, se contemplará en el templo de la calle Rioja

Enrique Valdivieso considera que es la primera Inmaculada pictórica de la ciudad

Aflora el muro de cierre de la sinagoga durante las obras de la iglesia de Santa María la Blanca de Sevilla

Enrique Valdivieso y Juan Dobado flanquean la Virgen de la Pera, obra de Luis de Vargas. / Lucía Forero

La Iglesia del Santo Ángel contará con la cuarta obra del pintor Luis de Vargas en Sevilla. Se trata de la última donación recibida por la comunidad carmelita que habita el convento de la calle Rioja y en la que el artista del siglo XVI, autor de las pinturas murales que decoraban la Giralda, reproduce una Virgen con Niño, la cual aparece con motivos concepcionistas. El catedrático en Historia del Arte, Enrique Valdivieso, estima que podría tratarse de la primera Inmaculada pintada que se hizo en la ciudad.

Este experto, junto al prior del Santo Ángel, fray Juan Dobado, han presentado este martes dicha obra, donada por un matrimonio ya fallecido, antiguos feligreses del citado templo. Según Valdivieso, el cuadro formaba parte de la hornacina principal de un primitivo retablo, que se extrajo durante la Desamortización de Mendizábal en el siglo XIX. Fue vendido y adquirido, con toda probabilidad, por los antepasados de los donantes, momento en el que se le incorporó el marco actual, neogótico y muy del gusto de finales de la centuria decimonónica.

La autoría obedece a Luis de Vargas (1505-1567), pintor sevillano, formado en el Renacimiento romano, ciudad a la que se trasladó con 21 años, ya que la escuela sevillana no contaba por aquel momento con grandes artistas. En su estancia en la Ciudad Eterna se formó con los discípulos de Rafael. Es allí donde, en palabras de Valdivieso, "aprendió el nuevo lenguaje de la pintura renacentista".

La formación en Roma

"En esos años realizó numerosas pinturas murales para iglesias de Roma, aunque su nombre no aparece en ninguna de estas obras, debido a que se trata de trabajos al servicio de un taller", explica el catedrático en Historia del Arte.

El cuadro de la Virgen de la Pera, que quedará expuesto en la Iglesia del Santo Ángel. / Lucía Forero

Volvió a Sevilla durante ocho años, periodo tras el cual regresó a Roma hasta 1550. Los últimos 17 años de su vida los pasó en su ciudad natal, fase que coincide con su mejor producción. En la capital andaluza dejó tres obras que se pueden contemplar a día de hoy. Dos de ellas se encuentran en la Catedral: la Adoración de los Pastores y la Genealogía de la Virgen. En el templo metropolitano interviene en otro importante cometido, las pinturas murales de su emblemática torre, la Giralda. La tercera obra más importante se encuentra en la iglesia de Santa María la Blanca, la Piedad.

A todas ellas se suma ahora el cuadro conocido con el nombre de La Virgen de la Pera. Se trata de una obra con las características propias de la pintura renacentista. En ella se representa a la Madre de Dios, al sostener al Niño Jesús en los brazos, pero también su pura concepción, al situar a los pies la media luna. Este símbolo, junto a los colores celeste y blanco del manto y saya, llevan a pensar que se trata de la primera representación pictórica de la Inmaculada en Sevilla, según señalan el referido experto y el prior del convento, especialista también en Historia del Arte.

Dos rostros contrapuestos

Entre los elementos a destacar, conviene subrayar el que otorga el nombre a la obra. El Niño Jesús sostiene una manzana mordida, la que provocó el pecado original de Adán y Eva, del que Cristo redime al hombre a través de la cruz. Mientras el Divino Infante, con rostro sonriente, acepta su destino, la Virgen, con cierta melancolía, es consciente de que su Hijo dará la vida por la humanidad. "Las obras de arte no servían para decorar templos, sino que poseían una función catequética, de la que es ejemplo este cuadro", refiere Valdivieso.

La nueva obra se podrá contemplar en la iglesia del Santo Ángel. Se ubicará entre los retablos dedicados a la Virgen del Pilar y la Inmaculada, en la nave de la epístola. Dobado defiende este emplazamiento, puesto que no se trata de un cuadro de exposición museística, sino pensado para que los fieles oren ante él.

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