Así fue el I Congreso Internacional de Hermandades de Sevilla: más de 3.000 inscritos y una coronación
Monseñor Amigo Vallejo promovió esta cita en los albores del tercer milenio
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Ya en los albores del tercer milenio, la Iglesia hablaba de la religiosidad popular, de las hermandades y cofradías, como asidero de la fe para muchas personas y una importante fuente para la necesaria nueva evangelización. La Iglesia Católica Universal, ponía su mirada sobre la piedad popular de forma reiterada, tanto en Iberoamérica como en la Península Ibérica, bien mediante documentos de calado (directorios, cartas pastorales…) bien mediante intervenciones puntuales del magisterio.
"Este novedoso protagonismo de la religiosidad popular inspiró en los años noventa del pasado siglo al entonces arzobispo de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo, a convocar el I Congreso Internacional de Hermandades y Religiosidad Popular que, con el auspicio de la Santa Sede, se celebró en la Catedral de Sevilla entre los días 27 al 31 de octubre de 1999". El Papa Juan Pablo II conocía bien la religiosidad andaluza y Sevilla por sus dos visitas celebradas en 1982 y 1993 y fue un acicate para el buen desarrollo de la cita.
El Congreso estuvo precedido de una fase diocesana de estudio y trabajo en la que participaron más de 4.000 cofrades de hermandades de toda la provincia. Entre 1997 y 1998, la casi totalidad de las hermandades y cofradías desarrollaron miles de sesiones en las que, en un ambiente de oración, se abordaron temas nucleares de la fe católica y se reflexionó sobre la historia, la realidad y la vocación de las hermandades y cofradías.
La aportación de las parroquias y del clero en estas reuniones fue otro hito importantísimo de la Asamblea Diocesana, ya que, por vez primera en su larga historia, las hermandades y cofradías eran analizadas por los propios cofrades como parte de un carisma concreto dentro de la Iglesia.
Como suele ocurrir ante iniciativas de este calado, la organización del Congreso movilizó a prácticamente todas las instituciones de la ciudad, generando una dinámica no sólo de colaboración, sino de verdadero interés por participar e integrarse en las actividades de este. El Estado, a través del Ministerio de Cultura, el Ayuntamiento, la Universidad de Sevilla, medios de comunicación, entidades financieras, empresas, clubes sociales, el Ejército y un largo etcétera, dieron cobertura material al evento, logrando un alto impacto en la opinión pública local, nacional e internacional.
El desarrollo del Congreso, que contó con más de 3.000 inscritos, se estructuró, al igual que sucede ahora, mediante ponencias, mesas redondas y comunicaciones en las que participaron los principales especialistas del momento, tanto laicos como religiosos, provenientes de la propia ciudad, España, Europa y América Latina.
Además de las sesiones científicas, durante todo el mes de octubre se desarrolló un amplísimo programa cultural que abarcó espacios emblemáticos de la ciudad como el Archivo de Indias, Casa de los Pinelo, Casino de la Exposición, hermandades, en el que se incluyeron conciertos, exposiciones, o veladas literarias. Las propias hermandades abrieron sus museos y casas de hermandad a los visitantes y, en algunos casos, se montaron los pasos procesionales en los templos
"Podemos decir, sin miedo a equivocarnos, que el I Congreso Internacional de Hermandades y Religiosidad Popular de 1999 supuso el inicio de un cambio paulatino y cualitativo en la concepción de la religiosidad popular que tanto la Santa Sede, los obispos y todo el pueblo de Dios comienza a asumir a partir de esta fecha. Efectivamente, si antes de 1999 se pone en relación las expresiones de piedad popular con la “fe del carbonero” o “fe de los pobres”, enfrentándolas con la liturgia o con otros grupos eclesiales; a partir del año 2000 se comienza a entender al conjunto de manifestaciones de religiosidad popular como verdaderas creaciones de la cultura de cada pueblo, la encarnación de la Iglesia en la vida, la realidad y la sensibilidad de los hombres y mujeres de un tiempo histórico y un espacio determinados. Y todo ello, con un protagonismo nuclear de fieles laicos que organizan y participan activamente en los distintos foros, ponencias y mesas redondas".
El Congreso tuvo como colofón la coronación canónica de la Virgen de la Estrella, que tuvo lugar el mismo día de la clausura, el 31 de octubre de 1999. La procesión de regreso a Triana fue absolutamente multitudinaria. Hace apenas un mes, se ha celebrado el 25 aniversario de este gozoso acontecimiento.
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