Hermandad y barrio: la Amargura celebra 300 años en San Juan de la Palma
La corporación cumple tres siglos asentada de manera ininterrumpida en este emblemático lugar
La plaza acogió este lunes la celebración de una Velá que resultó un éxito de participación
Orden, traslados, horarios e itinerarios procesión de clausura del Congreso de Hermandades 2024
Una reunión como las de antaño, sencilla y pura, para celebrar un aniversario excepcional. Este 25 de junio se cumplen, ni más ni menos, que 300 años de aquel cabildo de oficiales en que los hermanos de la Amargura aprueban la escritura de cesión de la capilla de Santa Catalina, en la iglesia de San Juan de la Palma, por parte de don Francisco de Esquivel. Es una fecha trascendental para comprender el devenir de esta cofradía, emblema de la Semana Santa sevillana que abrió una etapa novedosa y, a pesar de las vicisitudes, fructífera.
Tras varios meses de pleitos, dudas e incertidumbres, la cofradía de Jesús del Silencio optó por abandonar su sede canónica fundacional, San Julián, a tenor de las motivaciones de sus cofrades y con vistas a cumplir una serie de anhelos: el notable número de devotos asentado en la collación de San Juan, una mayor cercanía a la Catedral para la estación de penitencia y, por supuesto, el instalarse en un núcleo comercial muy activo de la ciudad. A pesar de las convulsiones políticas y sociales (caída del Antiguo Régimen, la invasión francesa que atenazó y comprometió la vida de nuestras cofradías, el languidecimiento del culto de la Sacramental) la corporación supo sobrevivir en buena medida gracias al tesón de Mariano de la Cuesta, cofrade que impulsó en 1828 la renovación de las Reglas y dotó a la cofradía de un enriquecimiento patrimonial insoslayable.
En aquella capilla de los Esquivel -ubicada en nuestros días a la izquierda tal y como accedemos al templo- recibieron culto las imágenes titulares hasta 1904, momento en que la corporación sacramental y la penitencial se fusionan en una única institución. Y así alcanzamos este pasado 24 de junio de 2024, jornada en que San Juan de la Palma y su entorno se conjuraron para festejar una efeméride infrecuente en nuestras cofradías, pues son extrañamente pocas las que han permanecido tanto tiempo, de manera ininterrumpida, bajo unas mismas naves.
Para promover la celebración del aniversario, la hermandad de la Amargura organizó una Velá o Fiesta en honor a San Juan Bautista, en recuerdo de aquellas noches altas de primavera en que vecinos y hermanos se reunían para departir, charlar y, por supuesto, disfrutar. De par en par se abrió la puerta lateral de la iglesia y la extraordinaria y entrañable imagen del Santo, obra de Dionisio de Ribas, presidió en todo momento esta popular velá, que contó con la intervención musical del Carmen de Salteras -interpretando pasodobles o temas folclóricos- y el coro de carretas de la hermandad del Rocío de Triana. No faltaron los cantes y los bailes por sevillanas, así como las guirnaldas rojas y blanca trenzadas bajo el cielo de la ciudad. Ese color que llevan en el pecho y en los adentros los hermanos de la Amargura, vistan o no la túnica, tall y como lleva ocurriendo los últimos tres siglos. Y que nunca nos falten.
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