Las Hermanas de la Cruz lamentan la "sangrante paradoja" de que cada vez haya más pobres en una España "cada vez más rica"

Congreso de Hermandades y Piedad Popular

La superiora de la Casa de Roma, María del Redentor de la Cruz, protagoniza una histórica y emotiva ponencia en la Catedral de Sevilla en la que pone múltiples "rostros" a la pobreza y atribuye a las hermandades un papel crucial en "la reconstrucción de los valores morales"

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María del Redentor de la Cruz, superiora de la Casa de Roma de las Hermanas de la Cruz, este sábado en la Catedral.
María del Redentor de la Cruz, superiora de la Casa de Roma, este sábado en la Catedral. / José Luis Montero

07 de diciembre 2024 - 14:56

Las Hermanas de la Cruz, las "mendigas verdaderas" que dedican su alma y su vida a cuidar y "amar hasta los extremos" a los pobres desde la más absoluta humildad y modestia, han cumplido este sábado con un hito sin precedentes en su historia: hablar en público. Lo han hecho en el escenario más magnífico posible, la Catedral de Sevilla, pero la grandiosidad no ha estado en el marco sino en el mensaje que, con voz quebrada por la emoción, por la pureza de sus palabras y por la herencia recibida de Santa Ángela, ha leído María del Redentor de la Cruz, superiora de la Casa de Roma. Además de enumerar todos los "rostros" de la pobreza, desde los inmigrantes a las "víctimas de la prostitución y las drogas", también ha lamentado la "sangrante paradoja" de estos tiempos que les ha tocado vivir en los que "mientras el país es cada vez más rico, aumenta el número de pobres".

Una hora ha durado la ponencia de quien ha oficiado de portavoz de una orden tan respetada que la atención ha sido máxima por parte del millar de asistentes, tan aplaudida que no se recuerda una ovación más larga en lo que va de Congreso de Hermandades y Piedad Popular y tan modesta que la monja ha escuchado las palmas casi sin querer mirar al público, quizás abrumada por el honor y casi seguro que pensando que no las merecía. Poco antes, por ejemplo, había recordado "cómo emociona" el agradecimiento que les expresan las 150 familias a las que atienden, cada una "según su cultura", y cómo algunas de esas personas "llegan a arrodillarse e intentan besarnos los pies". "Esto nos avergüenza tanto...", ha confesado. A unos metros asentía interiormente la otra representante de la orden en este acto histórico, la vicaria de la Institución María del Robledo.

Porque las Hermanas de la Cruz no viven por ellas mismas sino por el prójimo más vulnerable, aquel que tiene muy poco o nada. "Cuando tocamos a los pobres, estamos tocando la carne de Cristo", ha resumido en un momento de su aloución, en la que ha pedido colaboración con la Obra Social Centro de Noche, que presta atención a personas sin hogar. "No podemos dar la espalda a la amarga realidad de la pobreza", ha reivindicado antes de señalar los "rostros" de esa lacra: "Familias que abandonan su tierra para buscar su subsistencia en otros lugares, huérfanos, ancianos olvidados por sus familias que ahora se han convertido en alivio económico para muchas de ellas, víctimas de prostitución o drogas, los inmigrantes víctimas de tantos intereses ocultos, las personas que vemos en los vertederos buscando algo para comer o vestirse...", ha enumerado.

Sor María del Redentor de la Cruz ha lamentado entonces esa "sangrante paradoja" de una España "cada vez más rica" en la que sin embargo también hay cada vez más pobres. Y como ejemplo insuperable, Sevilla: "El Polígono Sur y Los Pajaritos aparecen como los barrios más pobres de España. Sevilla es la ciudad con más barrios pobres de España", ha recordado.

La pobreza por la que viven las sucesoras de Santa Ángela no sólo es material, también es "espiritual". "Azotan nuestro tiempo la indiferencia religiosa, el olvido de Dios, la ligereza con que se cuestiona su existencia", ha recalcado la ponente.

Frente a esa vida aparentemente perdida, Sor María ha destacado "cómo Dios entra en las vidas" de los desfavorecidos y estos "se transforman en hombres nuevos". Y no se ha quedado en la teoría ni en los conceptos abstractos, sino que ha ido al día a día, al nombre propio, a la historia de Pipo, un usuario que "vivía en una casa llena de suciedad y renegaba de Dios" antes de que las Hermanas contactasen con él. "Bastó el simple gesto de arrodillarnos para lavarle los pies para que renaciera en la esperanza. En pocos días era un hombre rendido a Dios, como un bebé en los brazos de su madre", ha contado. O Elvia, una mujer enferma de cáncer con tres hijos pequeños que cuando recibió el "cariño" de las monjas "abrió su corazón" y les reveló que había renunciado a la fe tras entrar en una secta. "Las hermanas la llenaron de esperanza y en su lecho de muerte hizo profesión de fe y vio cómo sus hijos se bautizaban. Murió en paz, volviendo a ser hija de la Iglesia", ha narrado.

Y toda esa labor de resucitar no a los muertos, sino a los vivos, es afrontada por las "hijas" de Santa Ángela desde algo más que el anonimato o el altruismo. "Debemos estar tan escondidas y oscurecidas que nadie se preocupe de nosotras. Debemos ir a la última planta de un bloque de vecinos, donde hay una tísica que moriría desamparada si no fuera por las hermanas, y le damos alimentos, le curamos las llagas y hacemos cosas repugnantes sin que nos muevan ni el interés ni el cariño, porque no la conocíamos. Eso es trabajar debajo de la tierra", ha proclamado.

Esa labor, de otra manera, también es realizada por las hermandades de Sevilla. Sor María ha recordado que hace años aportaban un total de seis millones de euros en obras de caridad y se ha mostrado convencida de que esa cantidad hoy en día es "bastante mayor", aunque "se refiere sólo a lo cualificable". Es decir, que hay "muchas más manifestaciones" de esa caridad, como el trabajo con "presos, mujeres vulnerables, hogares de acogida, becas universitarias, mayores, sin techo, economatos...". "Las hermandades tienen en su mano en gran parte la reconstrucción de nuestros valores morales", ha concluido.

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