Una de las grandes joyas de la imaginería sevillana como nunca antes se había visto

El Cristo de la Misericordia se encuentra estos días a ras de suelo tras su restauración

Es una obra de Pedro Roldán policromada por Valdés Leal

Así ha sido la minuciosa obra que ha devuelto la estabilidad y el esplendor a la parroquia del Sagrario de Sevilla

Cristo Yacente, obra de Pedro Roldán de la parroquia del Sagrario expuesto tras su restauración
El Cristo expuesto a la veneración en la Parroquia del Sagrario. / José Luis Montero

Una oportunidad única para conocer una joya de la imaginería. El Cristo de la Misericordia se encuentra expuesto a la veneración estos días a ras de suelo tras su reciente restauración. Esta imagen yacente ocupa la escena central del retablo mayor de la parroquia del Sagrario, cuyos trabajos de recuperación se están acometiendo. Se trata de una joya realizada por Pedro Roldán que cuenta con una policromía de Valdés Leal. Antes de volver a colocarlo en su ubicación original en el retablo se puede disfrutar de esta obra de cerca en el horario de apertura: de 11:00 a 14:00 y de 18:00 a 21:00.

El Cristo expuesto a la veneración en la Parroquia del Sagrario.
El Cristo expuesto a la veneración en la Parroquia del Sagrario. / José Luis Montero

La restauración de este fastuoso retablo forma parte de la rehabilitación integral del templo barroco, finalizada hace apenas unos meses, y se está acometiendo por la delegación diocesana de Patrimonio Cultural, al frente de la cual está el sacerdote Antonio Rodríguez Babío. Esta obra ha sido posible, entre otras fuentes de ingresos, gracias a la implicación decidida de la propia parroquia del Sagrario, con su párroco, Manuel Cotrino, al frente.

Este retablo también es conocido como de la Piedad y procede de la capilla del Vizcaínos, una de las muchas que tenía el cercano convento Casa Grande San Francisco, que se situaba en el espacio que ocupa la Plaza Nueva. Esta joya de cuenta con arquitectura de Francisco Dionisio de Ribas y esculturas y relieves de Pedro Roldán. 

El retablo presentaba un estado de conservación deficiente. En líneas generales, la falta de mantenimiento y los diferentes desmontajes y transformaciones que ha sufrido a lo largo de su historia habían hecho mella en su aspecto actual, decadente y con multitud de alteraciones y patologías.

Cristo Yacente, obra de Pedro Roldán de la parroquia del Sagrario expuesto tras su restauración
Cristo Yacente, obra de Pedro Roldán de la parroquia del Sagrario expuesto tras su restauración / José Luis Montero

El deterioro más llamativo consistía en la alteración del color de los relieves escultóricos, que se debe a una degradación natural y propia del uso y pérdida de materiales, siendo otro de los agentes de deterioro más significativos la humedad y los cambios bruscos de temperatura.

La intervención pretende asegurar la estructura del retablo para devolverlo aun estado óptimo. La restauración la está llevando a cabo un equipo multidisciplinar formado por profesionales de la conservación y restauración, historiadores del Arte, carpintero-ebanista, fotógrafo, y la ayuda del equipo del CNA (Centro Nacional de Aceleradores de partículas), que ayudará a la investigación material y compositiva de la obra.

En las imágenes de este retablo algunos historiadores, como el catedrático Andrés Luque Teruel, ven una relación directa entre la familia Roldán y la Macarena. Los rasgos estilísticos son muy similares.

Pedro Roldán: uno de los más grandes imagineros del barroco

Se puede afirmar, sin duda, que la influencia e importancia de Pedro Roldán es similar a la que Martínez Montañés ejerció a principios de esa centuria. Llega a Sevilla el 10 de mayo de 1646 tras formarse con Alonso de Mena en Granada. Sin embargo, en su obra juvenil no se observa esa huella granadina. Sí se percibe la de su maestro José de Arce, escultor flamenco que trabajó entre Sevilla y Jerez, que cuenta con grandes obras en la Parroquia del Sagrario.

Roldán crea en Sevilla un obrador muy amplio que está plenamente operativo desde final de la década de 1660. Allí trabajan sus hijos y numerosos aprendices, algunos de los cuales que acaban convirtiéndose en sus yernos. También posee un gran dote para las relaciones laborales, lo que le lleva a colaborar con los mejores retablistas del momento, como Bernardo Simón de Pineda o Cristóbal de Guadix, suministrándoles buena parte del aparato figurativo, con las que alcanzó cimas del barroco español en el retablo de los Vizcaínos o en el Hospital de la Caridad.

El escultor da un vuelco a la escultura sevillana hasta el punto que escultores que no trabajaron con él, como Agustín de Perea, Cristóbal Pérez o Francisco Antonio Gijón, acaban asumiendo su estilo. También domina la talla en piedra, lo que hace que su clientela sea apabullante, pese a no ser un escultor barato. Se granjeó un prestigio que dura hasta ahora.

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