Así se gestó la concesión de la Rosa de Oro para la Macarena

En los relojes de Sevilla, su ciudad, las manecillas sobrepasaban la perfecta verticalidad del mediodía. Era una mañana luminosa y amable, que precisamente servía de pórtico a un otoño a punto de nacer. Entonces, al norte del casco viejo, al borde de las murallas, repicaron campanas y estallaron cohetes, asaeteando la quietud del sol y de todas las cosas. Se estaba escribiendo la historia en el capítulo infinito de la Macarena.

Monseñor José Ángel Saiz, nuestro pastor, anunciaba que el papa Francisco había acogido benévolamente y aprobado una propuesta que refrenda siglos de fe, de identidad y de universalidad. La Virgen de la Esperanza recibirá la Rosa de Oro, la concesión más distinguida y privilegiada que el máximo representante de la Iglesia en la tierra concede a instituciones, personalidades o iconos devocionales. La magnitud del anuncio, como suele ocurrir en este tipo de circunstancias, la esculpirá el tiempo, pero nuestra tierra bien debiera sentirse henchida de orgullo y de gozo por esta buena nueva que, representada en la Macarena, reúne y concentra la expresión religiosa que sin medida se tributa aquí a la Virgen María.

Pero el camino no ha resultado ser sencillo. Todo comienza a gestarse en el año 2018, con el inicio de la redacción del expediente justificativo de esta distinción y con Asenjo aún en la sede hispalense. Cruciales han sido los apoyos de don Antonio Mellet y don José María Losada, rectores y directores espirituales de la cofradía de la Madrugada, y el impulso definitivo de don José Ángel Saiz. El pasado 16 de abril, seis años después, una representación de la junta de gobierno hizo entrega a nuestro pastor de dicho expediente con todos los pormenores y significaciones de la Esperanza Macarena: orígenes, evolución, emblema y referencia en claves estéticas y artísticas, la relación con su barrio y con la ciudad y, por supuestoo, la universalidad de su nombre.

Apenas diez días más tarde, el 27 de abril, festividad de Nuestra Señora de Montserrat (una de las tres imágenes españolas que poseen la Rosa), Saiz Meneses entregó al papa, durante una audiencia privada, este informe de justificación. Apenas cinco meses después, y evaluados todos los condicionantes, monseñor Bernardo Auza, nuncio apostólico en España, trasladaba a nuestro arzobispo el mensaje de la Secretaría de Estado informando favorablemente de la petición. Un momento histórico para la religiosidad popular sevillana, sin precedentes y que bien merece una celebración a la altura.