El gesto de la banda de Las Cigarreras con el público que esperaba para el concierto en Santiago
La banda rememoró los primeros ensayos que tuvieron lugar en este templo
Interpretaron dos marchas conforme el público entraba en la iglesia
Video: La memoria de los primeros viernes de marzo
Un guiño a su propia historia en el marco de un acto muy especial. La banda de Las Cigarreras ofreció ayer un concierto de marchas procesionales en la iglesia de Santiago, que registró un lleno absoluto en este primer viernes de marzo. Se trataba de un concierto en marcado en el ciclo Manolo Pardo... In memoriam, que alcanza ya su undécima edición en esta Cuaresma.
El concierto comenzó a las 21:30, pero las puertas se abrieron minutos antes, para que la banda pudiera formar con tranquilidad en el interior de las naves. Así, y para sorpresa de los presentes, Las Cigarreras interpretó un total de dos marchas procesionales mientras el público iba entrando y tomando asiento, un gesto que tiene un por qué. Durante sus primeros meses, hace ya más de cuarenta años, la formación ensayó puntualmente en la iglesia de Santiago, antes de marchar a los bajos de Marqués de Contadero, lugar donde se asentó hasta la consecución de su local de ensayo actual. Así, y fuera de programa, sonaron dos marchas que en su día sonaron en este templo: El Santísimo Cristo del Amor y Nuestra Señora de Consolación y Lágrimas, dos auténticos clásicos.
Estreno de Gándara
Asimismo, en el transcurso de este concierto, se estrenó la nueva marcha que Cristóbal López Gándara, integrante de la actual dirección musical, ha compuesto para esta formación. Se titula Agnus Dei, y está dedicada a la Sagrada Cena. Otra obra de arte musical que sigue aportando al género de la marcha procesional y su constante evolución en las cornetas y los tambores.
Igualmente, se interpretaron otras marchas como Gath Shemânim, Maestro, o Refúgiame. Fue presentado por Jesús Rodríguez de Moya.
También te puede interesar
Lo último
Encuentro de la Fundación Cajasol
Las Jornadas Cervantinas acercan el lado más desconocido de Cervantes en Castro del Río (Córdoba)