"Ganar un premio así debe darnos para pensar, creo que tenemos mucho complejo"

Charlamos con Pedro Gálvez, director de la orquesta Campos Andaluces, que ha conquistado Europa con marchas procesionales y sinfonías

Analizamos el valor de nuestras composiciones y su paso breve pero fructífero por la capital austriaca

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La orquesta ha ganado el primer premio en un festival en el que participaban compañeros de China o Francia

Sin duda, han resultado ser no solo la revelación musical del verano, sino que se han erguido como comprometidos abanderados de la música procesional y patria más allá de nuestras fronteras. La joven orquesta Campos Andaluces, natural de Jerez de la Frontera, se ha alzado con el primer premio del World Orchestra Festival, celebrado recientemente en Viena. Un reconocimiento al trabajo decidido pero, sobre todo, a la apuesta por un género propio y por la divulgación de nuestro patrimonio melódico, mucho más rico y diverso de lo que podamos imaginar.

La orquesta interpretando su música en uno de los conciertos

"Fue una invitación que nos lanzaron desde Viena porque estaban buscando orquestas jóvenes para el festival. No había exigencias como tal en el repertorio, pero sí como sugerencia la inclsuión de obras de nuestra tierra. A Viena no íbamos a enseñarle a nadie cómo tocar obras de Strauss o Mozart, por lo que pensamos que era el momento oportuno de dar el golpe de efecto y uno sobre la mesa apoyando a nuestros compositores y nuestra música", señala a este periódico su joven director, Pedro Gálvez, que con tan solo 22 años ha dirigido en la Sala Dorada. No sabemos si otro director español ha alcanzado tal privilegio en nuestra historia a esa edad...

"Decidí ofrecer un repertorio con distintos géneros de la música española. Dos marchas, un pasodoble, el preludio de una zarzuela, música programática-sinfónica, música de ballet... Un 'menú degustación' de la música española, una o dos de cada género, para poner en valor esa música española que aquí solemos denostar, como el pasodoble o la marcha, que parecen músicas populacheras que no valen tanto. Incluso en los conservatorios no suelen detenerse en este tipo de música, cuando por ejemplo para mí las polkas de Strauss o la Marcha Radetzy no tienen nada que no tengan las grandes marchas que hubieran escrito Font, Beigbeder o Gámez Laserna, hasta alcanzar nuestros días con nombres como Gándara o Hurtado, los grandes bastiones. Había que ponerlos de relieve", apostilla.

Los integrantes de la Orquesta en Viena

Esta joven orquesta ofreció, entre el 25 y el 28 de julio, hasta cinco conciertos en distintos puntos de la capital austriaca: el Ayuntamiento, la casa de Strauss, el Musikverein, la iglesia votiva y, como clausura, la Sala Dorada. En este último emplazamiento, donde cada 1 de eneros e interpreta el celebérrimo concierto de Año Nuevo, sonaron los acordes de una composición clave de la música procesional. "En el apartado de las marchas elegimos un himno oficioso, como es Soleá, dame la mano, y por otro lado, una marcha que aunque aún no está consagrada porque es reciente y su autor está vivo -y aún así tiene mimbres maravillosos para pasar al grupo de las consagradas- es Subida al Calvario, de David Hurtado, quien supervisó en todo momento la orquestación que realicé. La de Font está basada en la que hiciera en su día Antón García Abril para la película de Lebrón", nos apunta Gálvez.

"Para los chicos, de entre 14 y 25 años, ha sido todo un sueño. Y para mí personalmente, verme allí dirigiendo, pensándolo fríamente... Es como que no va conmigo la cosa, estoy en una nube, como si no hubiera pasado. He despertado de un sueño y no lo despierto porque es algo único", se sincera.

Nuestro complejo

Entre los otros autores incluidos en el catálogo no podía faltar Germán Álvarez Beigbeder, compositor jerezano con una amplia autoría de marchas procesionales. Sin embargo, el director descartó esta idea. "Elegimos su producción sinfónica, porque es maravillosa. Tiene dos sinfonías, dos misas, música de cámara... He optado por el preludio de una zarzuela que, aunque es desconocida, yo dispongo del material y en un futuro me gustaría editarlo para que se pudiera interpretar. Se trata de El mando de la patrulla, que igualmente sonó en la Sala Dorada", apostilla Gálvez, que insiste en que "lo fácil hubiera sido apostar por lo que conoce todo el mundo, pero esto era más interesantes. Y había orquestas de Croacia, Francia, China, Turkmenistán... Todos con nivel muy bueno, pero llevarnos el premio con música de nuestra tierra..."

Gálvez recibe el diploma conmemorativo

A pesar de su corta edad, tiene clara una idea y piensa defenderla en cualquier escenario y contexto. "Creo que tenemos mucho complejo y no nos acabamos de creer del todo lo que tenemos. Sin embargo, cuando vemos cualquier composición que en el título o nombre del autor tiene muchas consonantes y suena de por ahí fuera, automáticamente nos parece mejor que si la obra la ha escrito un Manuel, Germán o David, parece que tiene menos caché. Ganar un premio así creo que es muy significativo y debe darnos para pensar. En Viena hemos arrasado, los aplausos que nos ofrecían tras España cañí son muy significativos del valor de nuestra música. Ya nos han invitado a regresar el año que viene", sentencia.

Los jóvenes en el corazón de Viena

Ahora, es momento de descansar pero, sobre todo, saborear las mieles del éxito y abrazar la satisfacción del trabajo bien hecho. Quién se lo diría a Font de Anta aquella mañana de Viernes Santo cuando la voz rota de un preso imploraba consuelo a la Virgen de la Esperanza.

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