Cuando la fiesta se viene arriba

Plaza de Montesión. A petición de la hermandad allí radicada de la Oración en el Huerto tomó este nombre en 1961, pero el pueblo la sigue conociendo como Plaza de los Carros

Taberna, iglesia y convento como trilogía en un rincón que todos los días del año  es explosión de vida, pero que esta tarde rozará lo inenarrable.
Taberna, iglesia y convento como trilogía en un rincón que todos los días del año es explosión de vida, pero que esta tarde rozará lo inenarrable.
Luis / Carlos / Peris

24 de marzo 2016 - 01:00

ESTAMOS ante un lugar de paso que hoy cobra especial protagonismo con la hermandad de la Oración en el Huerto, vulgo Montesión. Esta plaza que en 1961 toma el nombre actual a petición de dicha hermandad gozó de varios nombres a lo largo de la historia. La realidad es que siempre fue conocida por el pueblo como Plaza de los Carros, ya que en ella había una parada de carros de mano y como Plaza de los Carros continúa siendo llamada por una gran parte del pueblo sevillano.

El nombre de esta plaza que más tiempo atrás se remonta es el de Caño Quebrado, nombre que ya aparece en un contrato de compraventa en el año de 1304. Dicho nombre se debía a un ramal de desagües que venía desde la zona oriental de la ciudad para descargar en la Alameda de Hércules. Ese nombre no sólo se le daba a la plaza, sino que llegaba a Anchalaferia para que en siglos posteriores fuese así llamado gran parte del barrio de la Feria. Caño Quebrado abarcaba desde prácticamente San Juan de la Palma hasta la Cruz Verde.

En 1845 y por ser considerado poco airoso el topónimo fue rebautizada la plaza y su aledaña con el nombre de Maldonados. El motivo fue que allí estaban situadas las casas del Conde del Águila, noble perteneciente al linaje de los Maldonados. Curiosamente, también fue conocida como plaza de los Trapos, por los chamarileros del mercadillo del Jueves que aun hoy tiene su punto más interesante en Montesión. No obstante los cambios en el nomenclátor del callejero, todavía hoy es Plaza de los Carros para lo que guste mandar.

La existencia del caño que le dio nombre condicionó durante siglos su infraestructura. Como el caño discurría bastante superficialmente, las roturas con salideros de aguas negras eran frecuentes con los consabidos encharcamientos. Todavía en los albores del Siglo XIX, González de León alude a cómo brotaban las pestilentes aguas del suelo en días lluviosos o con ocasión de grandes avenidas del Guadalquivir que anegaban parte topográficamente tan baja de la ciudad. Hay datos también que hablan de una fuente pública instalada allí en 1575 y que duró hasta mediados del Siglo XIX.

Este espacio urbano tuvo durante siglos una gran importancia en la vida mercantil y lúdica de la ciudad. Según la documentación existente puede asegurarse sin miedo a equivocaciones que el Mercado de la Feria llegó a extenderse desde Omnium Sanctorum hasta esta plaza de Caño Quebrado. Además, tanto González de León en 1839 como Álvarez Benavides en 1873 destacan la existencia de ropavejeros y de tiendas de objetos usados, que es sin duda la génesis del Jueves, ese mercadillo tan parecido al Rastro madrileño.

El 1 de febrero de 1823 se adjudica el convento de Montesión al Marqués de Arco Hermoso, pero, curiosamente, la venta fue anulada con posterioridad. Con la desamortización de 1835, tanto el convento como la iglesia fueron exclaustrados y los dominicos definitivamente expulsados. Se instaló allí una fabrica de lanas y años más tarde después se usó como centro de reuniones para el gremio de carpinteros y tejedores. Entre 1885 y 1912 se estableció una comunidad religiosa de Santa María de las Dueñas tras el derribo de su convento y así llegamos al 5 de agosto de 1927, donde el Colegio Notarial de Sevilla lo adquiere como sede del Archivo de Protocolos.

En el siglo pasado contó con una sala de fiestas ubicada en la esquina con la parte estrecha de Feria bajo el nombre de Viña Blanca. Mezcla de sala de espectáculos y de lugar de alterne que tuvo considerable predicamento en la noche sevillana. Esta sala de fiestas competía con el Oasis, el Cisne y el Conga en la oferta carnal y fue derribada a finales del siglo pasado. Todo esto hacía que la Plaza de los Carros fuese lugar de mucho tránsito y animación, por lo que ha sido motivo de atención para autores como Alejandro Pérez Lugín en su Currito de la Cruz o Felipe Cortines Murube en sus versos De Triana a Miraflores.

La gran protagonista de este rincón es la Hermandad de Montesión, que arrastra ese nombre porque era el del convento en que se halla. Convento de dominicos donde radicó la Hermandad de Montesión y que fue brutal y salvajemente expoliado por los franceses en 1811. Después fue señalado por la Desamortización de Mendizábal, siendo actualmente parte de las instalaciones del Archivo de Protocolos. Pero hay que insistir en lo verdaderamente importante que es la Hermandad de Montesión en toda esta zona y, sobre todo, la Virgen del Rosario con un peculiarísimo tintineo de los rosarios en sus varales y un personalísimo manto con pliegues.

Esta tarde lucirá la plaza con la salida de la Oración en el Huerto y esta noche será un clamor en la entrada, pero no serán éstos los únicos minutos de gloria de la vieja Plaza de los Carros, pues ya el domingo disfrutó con la Amargura caminando hacia la Carrera Oficial para que en la mañana del viernes escenifique uno de los grandes momentos de la fiesta que es el regreso de la Macarena rumbo a la Macarena. Ahí será la Plaza de los Carros punto principal en una vuelta a casa en loor de multitudes.

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