El fervor mariano según Cantillana
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La Subida es un estado del alma. Una máxima que en Cantillana volvió a repetirse en una fusión de costumbrismo, teatralidad y fervor popular a dosis similares. Como cada tercer domingo de septiembre, la Hermandad de la Asunción volvió a protagonizar una singular tradición, ascender a la titular de la parroquia al retablo a través de un sistema de elevación que hace emerger a esta imagen desde un sepulcro, situado debajo del altar, al camarín situado en la presidencia del retablo.
“Soy asuncionista desde el momento en el que soy cristiano”, expresó un emocionado José Julio de la Hera al paso de la corte de ángeles, niñas de dos a doce años, que situadas tras el paso de la banda desfilan para llegar al templo en el que todo el engranaje está listo para el momento más esperado. Este delegado de la Junta de Gobierno explicaba su aseveración. Como orgulloso portador de una fe que en su pueblo se transmite de generación en generación, hacía destacar la figura materna como ejemplar simbiosis de la propagación de un fervor que va más allá del vientre maternal.
En el orbe católico, las devociones marianas se configuran como una extraordinaria fuerza que extiende la fe en Jesucristo a través de su madre. En Cantillana de la Asunción, como gustan llamar al pueblo los hermanos asuncionistas, la mujer es protagonista. Así lo aseveraba José Julio detallando el origen de la tradición que se vivió en la madrugada del pasado lunes en este enclave de la Vega Alta del Guadalquivir. Habla de la “mesa de mujeres”, origen histórico de la actual junta de la Hermandad, una especie de comisión que en 1932 se constituye para idear un momento cumbre que diera el realce que ellas pretendían para el ascenso de su Virgen de la Asunción al altar tras los cultos celebrados por la Hermandad de la Pastora en el presbiterio de su iglesia.
De esta manera, en 1933 se realiza un primer auto sacramental vivido como la recreación sensorial de todo un sentimiento mariano y cofrade. Desde entonces hasta ahora, la esencia se mantiene y se vivifica en cada Subida. Una corte de angelitos, más de un centenar de niñas de la Hermandad, hace de cohorte celestial a la espera del momento más deseado. Situadas a modo de anfiteatro en unas gradas que forman parte de la estructura, esperan impacientes la llegada de ese instante soñado. Como colofón al fin de unas fiestas que se prolongan durante casi una semana, llega la hora del conseguido esplendor final. Tras la llegada del Simpecado al altar y la disposición de estos particulares ángeles encarnados en impaciente espera, comienza el auto en sí. Les llaman el ángel de la palma y ángel de la azucena. Y toman el protagonismo en este momento recitando unos versos que recrean el dogma de la Asunción según Cantillana.
En lo más alto del trono se sitúan otras cinco piezas claves de este espectacular ascenso. Son las cinco niñas elegidas por sorteo entre las mayores para coronar a la Virgen cuando termine de subir al camarín que preside la parroquia. Y entre ellas hay otra especial privilegiada, la niña que corona a la imagen antes de culminar el acto.
Son las doce en punto de la noche y el himno asuncionista da paso al inicio del ascenso. El engranaje se pone en marcha y la rampa de madera, original desde la primera subida, comienza a funcionar. Previamente doce apóstoles, en esta ocasión niños de la Hermandad, han rodeado el sepulcro desde el que emerge la venerada imagen como parte fundamental del rito. Una lluvia de pétalos se fusiona con los emocionados vivas, expresión de un fervor que rompe de emoción al contemplar el divino rostro de la Virgen de la Asunción. Un atronador sonido pirotécnico se entremezcla con los acordes del himno nacional que preceden a la coronación, punto y final del acto.
Culmina de esta manera un acontecimiento tan único y singular que forma parte de la antropología cultural de nuestro país, con adaptación cinematográfica incluida, pinturas, coplas e incluso visitas ilustres. Pero es tan solo el prólogo de un intenso año que los asuncionistas cuentan cada Subida. Orgulloso de ello se mostraban los miembros de Junta tras el acto. José Antonio Ortiz, hermano mayor, detallaba algunos de los hitos que se desarrollarán en el calendario asuncionista, como la exposición Pío XII y el Dogma de la Asunción, que se celebrará en octubre en el Círculo Mercantil de Sevilla, o la apertura del trono que se realizará en cada sabatina mensual.
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